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“Vivir con resentimiento es como tomar veneno y esperar que la otra persona muera” Desconocido

Con o sin condiciones, un gobierno en minoría del PP duraría sólo meses

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Recuerdo que hace años, ignoro si en la actualidad con los sustanciales cambios que han experimentado las estrategias y las tácticas militares, sigue teniendo vigencia lo que entonces se consideraba como axiomático, para cualquier militar que se preciase de ser un entendido en la dirección de un ejército que se tuviera que enfrentar a otra fuerza enemiga. Se decía que: el ejército tenía como misión enfrentarse con toda su potencia a su adversario, ganar la batalla y, conseguido poner en fuga al enemigo, perseguirlo en lo que se denominaba, aprovechamiento de la victoria, para infringirle las mayores pérdidas, provocar su rendición o, en su defecto, dejarlo inhabilitado para poder continuar luchando por el mayor tiempo posible. Seguramente, en la actualidad, el vencedor no tiene necesidad de aplicar aquellas tácticas debido a que, con el sofisticado armamento que han desarrollado los señores de la guerra, la victoria y la exterminación del adversario tienen lugar en un mismo acto bélico.

Es evidente que, para los simples ciudadanos de a pie, empiezan a ser un misterio las razones, los intríngulis, los cambios de opinión e incluso la dudosa capacidad mental de nuestros políticos cuando, en el momento que los gobernantes han conseguido una ventaja sobre el adversario político, cuando parece que ha logrado una posición favorable y ventajosa para desmantelar la estrategia de quienes han sido los causantes de una de las más grandes conjuras para impedir la formación de un gobierno, para evitar que los vencedores de las elecciones ( por dos veces consecutivas) fueran los que gobernaran el país, obstaculizando, mediante la puesta en práctica de sucesivos impedimentos, argucias y engaños que, el partido en el gobierno, tuviera la oportunidad de trabajar a pleno rendimiento por la recuperación del país y proseguir en la senda de la eliminación de la elevada tasa de desempleo, amén de la regeneración de las tasas de bienestar del pueblo español, tan duramente afectado por las consecuencias de la pasada crisis internacional.

En efecto, cuando el PSOE se ha metido en un callejón sin salida, se ha situado al borde de la ruptura interna, ha desbancado de su situación privilegiada a su terco secretario general, el señor Sánchez y ha quedado en manos de una gestora dirigida por el señor Javier Fernández; entonces, pese a que algunos de los miembros de la directiva del PP querían forzar un pacto de gobernabilidad con el PSOE, el señor Rajoy, seguramente inquieto por la forma absolutamente insensata con la que los socialistas han pretendido calificar la exigencia del pacto de estabilidad que se les pedía; han empezado a lamentarse y a levantar toda la maquinaria propagandística de que disponen, acusando al PP de querer humillarlos y culpándole de las consecuencias que, una postura tan “extrema” e inaceptable para ellos, presuponía que los populares no querían llegar a acuerdos, sino a que se celebrasen unas terceras elecciones en las que, presumiblemente, se veían ganadores..

Como es habitual en este galleguizado partido conservador, inmediatamente han sonado las alarmas y, como consecuencia, le ha faltado tiempo a don Mariano para recoger velas y cortar de raíz cualquier rumor que avalara la posibilidad de que se les pidiera a los socialistas el que se comprometieran durante una legislatura a la “terrible y catastrófica” misión de intentar colaborar en la salvación de España, en la solución de todos los problemas que, los separatistas y los comunistas bolivarianos, le han creado, lo que, como es natural, no ha hecho más que empeorar nuestras fluidas relaciones con la CE, a la que tanto nos une y con la que tantos compromisos tenemos contraídos.

Resulta paradójico que ahora, los socialistas, acusen al PP de querer chulearlos y de intentar aprovechar su evidente desgaste electoral y su penosa situación interna, para sacar provecho de ello. Al parecer no recuerdan cuando, no hace tanto, el señor Sánchez hacía de su, no a la investidura del señor Rajoy, un motivo de chanza, humillación, chuleo y desprecio, cuya culminación fue aquella antológica frase de Pedro Sánchez cuando, en la cúspide de su ataque a su oponente el PP, se manifestaba públicamente, lanzando a los cuatro vientos aquella expresión “¿Que parte del no al apoyo a su investidura es la que no entiende el señor Rajoy”?

Como simples ciudadanos de a pie no alcanzamos a encontrar justificación alguna capaz de avalar que, una simple abstención del PSOE, sin ningún otro compromiso, aunque facilitara la investidura de Rajoy y éste contase con el apoyo de Ciudadanos, como se pactó en la anterior ocasión, sirviera para algo más que para que, el PP, tuviera la oportunidad de gobernar, con Rajoy como presidente del ejecutivo, mediante un gobierno en minoría. Es evidente que, visto lo visto, y teniendo en cuenta la predisposición del PSOE a no dejarle pasar ni una al nuevo ejecutivo y a impedir, por todos los medios a su alcance (fáciles de conseguir, debido a las matemáticas que sitúan a la izquierda con una mayoría suficiente para tumbar todas las propuestas del Gobierno en la cámara baja) que las propuestas no de ley, las nuevas leyes y cualquier otra actuación que, de una forma u otra, necesitase la aprobación del Parlamento, saliesen adelante. Así las cosas, es evidente que, las posibilidades de que el gobierno de los populares pudiese salir aairosa en esta próxima legislatura, prácticamente quedarían reducidas a la nada; lo que nos lleva a la siguiente reflexión.

Las ventajas para el PP de conseguir una investidura en las condiciones en la que se encuentra, con los apoyos de Ciudadanos y la oposición del resto de los grupos parlamentarios, quedarían reducidas a la nada. El resultado estaría cantado y el tiempo que podría resistir en su puesto el nuevo ejecutivo, seguramente se reduciría a un corto periodo, el suficiente para darse cuenta de que, el bloqueo en el Parlamento le impediría gobernar, si no fuera sometiéndose a las imposiciones de la izquierda, lo que significaría, a la vez, el no poder cumplir con sus obligaciones con la UE y verse arrastrado a aceptar condiciones completamente reñidas con los principios y valores en los que siempre se ha apoyado el partido creado por Fraga Iribarne.

Y ahora cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿para qué alargar todavía más la duración de la espera sabiendo que, aun consiguiendo gobernar en minoría con el apoyo, fuera del gobierno, del partido del señor Rivera, las posibilidades de alcanzar la media legislatura serían escasas y, para mayor INRI, sometidos a la constante humillación de ser el centro de todas las quejas, desaires, fracasos y descalificaciones por parte de una oposición, aunada por el sentimiento común de rechazo a la derecha, que no desaprovecharía ocasión para hacer sangre con tal de poner en evidencia al partido gobernante. En este contexto y como seguidor del PP, teniendo en cuenta que a nadie se le oculta el Via Crucis al que se vería sometido el señor Rajoy y su partido, si decidiese a caer en la trampa que le han preparado sus adversarios políticos; no vemos qué ventaja se piensa sacar de conseguir gobernar, por un tiempo, si es obvio que, lo único que nos espera para un futuro no lejano, es acabar acudiendo a unos nuevos comicios, sólo que, en esta ocasión, con el posible hándicap de estar aventajados por la oposición y sin tener nada a ganar, más que conseguir desacreditarse ante su propio electorado.

Ahora, en el PP se piensa que, el pedir a los socialistas más colaboración o, al menos, una especie de pacto de no agresión, puede servir o, de hecho, así ha ocurrido, para que se esgrimiera, por parte de la oposición (en la que no sabemos si incluir al propio partido de Ciudadanos, dado el extraño comportamiento mantenido con motivo de la votación para acabar con la Ley de Prisión Permanente Revisable) que los populares aprovechan la ocasión de un PSOE debilitado para exigirles más y obligarles a ceder en mucho más de lo que ellos estaban dispuesto a hacerlo. ¿Acaso si ellos, los del PSOE, si se hubieran encontrado en la situación en que ahora se halla su endémico adversario político, hubiesen actuado de una manera distinta a la que ahora le reconvienen al PP? ¡Ni en sueños se puede pensar que no hubiesen aprovechado la coyuntura para pisotear, sin misericordia alguna, lo que hubiera quedado de su rival!

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos consternados como, la excesiva prudencia de don Mariano Rajoy, su miedo a perder votos y el pánico que tiene a que, los socialistas, salgan del agujero negro en el que están recluidos, para enfrentarse a él de nuevo; le hacen perder de vista que, precisamente, esta actitud timorata ante los separatistas catalanes fue la que le costó 3.000.000 de votos al PP. El PSOE está dividido, y lo que pueda salir de su gestora no es probable que, antes de que produjeran unas próximas elecciones (si fueran en el mes de diciembre, por ejemplo), por mucho que lo intentasen y consiguieran un aspirante que fuera del gusto de todos (algo difícil de imaginar en estos momentos), es obvio que no iban a tener el tiempo suficiente para presentarlo a los votantes y conseguir que, en unos pocos días, consiguiera superar el efecto nefasto que, en estos últimos 10 meses, Pedro Sánchez ha conseguido extender entre sus antiguos votantes. En todo caso, como suele suceder, es muy posible que, los actuales directivos del PP, persistan en hacer lo contrario a lo que, la mayoría de españoles de derechas, entienden como de sentido común.

Con o sin condiciones, un gobierno en minoría del PP duraría sólo meses

“Vivir con resentimiento es como tomar veneno y esperar que la otra persona muera” Desconocido
Miguel Massanet
viernes, 7 de octubre de 2016, 00:35 h (CET)
Recuerdo que hace años, ignoro si en la actualidad con los sustanciales cambios que han experimentado las estrategias y las tácticas militares, sigue teniendo vigencia lo que entonces se consideraba como axiomático, para cualquier militar que se preciase de ser un entendido en la dirección de un ejército que se tuviera que enfrentar a otra fuerza enemiga. Se decía que: el ejército tenía como misión enfrentarse con toda su potencia a su adversario, ganar la batalla y, conseguido poner en fuga al enemigo, perseguirlo en lo que se denominaba, aprovechamiento de la victoria, para infringirle las mayores pérdidas, provocar su rendición o, en su defecto, dejarlo inhabilitado para poder continuar luchando por el mayor tiempo posible. Seguramente, en la actualidad, el vencedor no tiene necesidad de aplicar aquellas tácticas debido a que, con el sofisticado armamento que han desarrollado los señores de la guerra, la victoria y la exterminación del adversario tienen lugar en un mismo acto bélico.

Es evidente que, para los simples ciudadanos de a pie, empiezan a ser un misterio las razones, los intríngulis, los cambios de opinión e incluso la dudosa capacidad mental de nuestros políticos cuando, en el momento que los gobernantes han conseguido una ventaja sobre el adversario político, cuando parece que ha logrado una posición favorable y ventajosa para desmantelar la estrategia de quienes han sido los causantes de una de las más grandes conjuras para impedir la formación de un gobierno, para evitar que los vencedores de las elecciones ( por dos veces consecutivas) fueran los que gobernaran el país, obstaculizando, mediante la puesta en práctica de sucesivos impedimentos, argucias y engaños que, el partido en el gobierno, tuviera la oportunidad de trabajar a pleno rendimiento por la recuperación del país y proseguir en la senda de la eliminación de la elevada tasa de desempleo, amén de la regeneración de las tasas de bienestar del pueblo español, tan duramente afectado por las consecuencias de la pasada crisis internacional.

En efecto, cuando el PSOE se ha metido en un callejón sin salida, se ha situado al borde de la ruptura interna, ha desbancado de su situación privilegiada a su terco secretario general, el señor Sánchez y ha quedado en manos de una gestora dirigida por el señor Javier Fernández; entonces, pese a que algunos de los miembros de la directiva del PP querían forzar un pacto de gobernabilidad con el PSOE, el señor Rajoy, seguramente inquieto por la forma absolutamente insensata con la que los socialistas han pretendido calificar la exigencia del pacto de estabilidad que se les pedía; han empezado a lamentarse y a levantar toda la maquinaria propagandística de que disponen, acusando al PP de querer humillarlos y culpándole de las consecuencias que, una postura tan “extrema” e inaceptable para ellos, presuponía que los populares no querían llegar a acuerdos, sino a que se celebrasen unas terceras elecciones en las que, presumiblemente, se veían ganadores..

Como es habitual en este galleguizado partido conservador, inmediatamente han sonado las alarmas y, como consecuencia, le ha faltado tiempo a don Mariano para recoger velas y cortar de raíz cualquier rumor que avalara la posibilidad de que se les pidiera a los socialistas el que se comprometieran durante una legislatura a la “terrible y catastrófica” misión de intentar colaborar en la salvación de España, en la solución de todos los problemas que, los separatistas y los comunistas bolivarianos, le han creado, lo que, como es natural, no ha hecho más que empeorar nuestras fluidas relaciones con la CE, a la que tanto nos une y con la que tantos compromisos tenemos contraídos.

Resulta paradójico que ahora, los socialistas, acusen al PP de querer chulearlos y de intentar aprovechar su evidente desgaste electoral y su penosa situación interna, para sacar provecho de ello. Al parecer no recuerdan cuando, no hace tanto, el señor Sánchez hacía de su, no a la investidura del señor Rajoy, un motivo de chanza, humillación, chuleo y desprecio, cuya culminación fue aquella antológica frase de Pedro Sánchez cuando, en la cúspide de su ataque a su oponente el PP, se manifestaba públicamente, lanzando a los cuatro vientos aquella expresión “¿Que parte del no al apoyo a su investidura es la que no entiende el señor Rajoy”?

Como simples ciudadanos de a pie no alcanzamos a encontrar justificación alguna capaz de avalar que, una simple abstención del PSOE, sin ningún otro compromiso, aunque facilitara la investidura de Rajoy y éste contase con el apoyo de Ciudadanos, como se pactó en la anterior ocasión, sirviera para algo más que para que, el PP, tuviera la oportunidad de gobernar, con Rajoy como presidente del ejecutivo, mediante un gobierno en minoría. Es evidente que, visto lo visto, y teniendo en cuenta la predisposición del PSOE a no dejarle pasar ni una al nuevo ejecutivo y a impedir, por todos los medios a su alcance (fáciles de conseguir, debido a las matemáticas que sitúan a la izquierda con una mayoría suficiente para tumbar todas las propuestas del Gobierno en la cámara baja) que las propuestas no de ley, las nuevas leyes y cualquier otra actuación que, de una forma u otra, necesitase la aprobación del Parlamento, saliesen adelante. Así las cosas, es evidente que, las posibilidades de que el gobierno de los populares pudiese salir aairosa en esta próxima legislatura, prácticamente quedarían reducidas a la nada; lo que nos lleva a la siguiente reflexión.

Las ventajas para el PP de conseguir una investidura en las condiciones en la que se encuentra, con los apoyos de Ciudadanos y la oposición del resto de los grupos parlamentarios, quedarían reducidas a la nada. El resultado estaría cantado y el tiempo que podría resistir en su puesto el nuevo ejecutivo, seguramente se reduciría a un corto periodo, el suficiente para darse cuenta de que, el bloqueo en el Parlamento le impediría gobernar, si no fuera sometiéndose a las imposiciones de la izquierda, lo que significaría, a la vez, el no poder cumplir con sus obligaciones con la UE y verse arrastrado a aceptar condiciones completamente reñidas con los principios y valores en los que siempre se ha apoyado el partido creado por Fraga Iribarne.

Y ahora cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿para qué alargar todavía más la duración de la espera sabiendo que, aun consiguiendo gobernar en minoría con el apoyo, fuera del gobierno, del partido del señor Rivera, las posibilidades de alcanzar la media legislatura serían escasas y, para mayor INRI, sometidos a la constante humillación de ser el centro de todas las quejas, desaires, fracasos y descalificaciones por parte de una oposición, aunada por el sentimiento común de rechazo a la derecha, que no desaprovecharía ocasión para hacer sangre con tal de poner en evidencia al partido gobernante. En este contexto y como seguidor del PP, teniendo en cuenta que a nadie se le oculta el Via Crucis al que se vería sometido el señor Rajoy y su partido, si decidiese a caer en la trampa que le han preparado sus adversarios políticos; no vemos qué ventaja se piensa sacar de conseguir gobernar, por un tiempo, si es obvio que, lo único que nos espera para un futuro no lejano, es acabar acudiendo a unos nuevos comicios, sólo que, en esta ocasión, con el posible hándicap de estar aventajados por la oposición y sin tener nada a ganar, más que conseguir desacreditarse ante su propio electorado.

Ahora, en el PP se piensa que, el pedir a los socialistas más colaboración o, al menos, una especie de pacto de no agresión, puede servir o, de hecho, así ha ocurrido, para que se esgrimiera, por parte de la oposición (en la que no sabemos si incluir al propio partido de Ciudadanos, dado el extraño comportamiento mantenido con motivo de la votación para acabar con la Ley de Prisión Permanente Revisable) que los populares aprovechan la ocasión de un PSOE debilitado para exigirles más y obligarles a ceder en mucho más de lo que ellos estaban dispuesto a hacerlo. ¿Acaso si ellos, los del PSOE, si se hubieran encontrado en la situación en que ahora se halla su endémico adversario político, hubiesen actuado de una manera distinta a la que ahora le reconvienen al PP? ¡Ni en sueños se puede pensar que no hubiesen aprovechado la coyuntura para pisotear, sin misericordia alguna, lo que hubiera quedado de su rival!

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos consternados como, la excesiva prudencia de don Mariano Rajoy, su miedo a perder votos y el pánico que tiene a que, los socialistas, salgan del agujero negro en el que están recluidos, para enfrentarse a él de nuevo; le hacen perder de vista que, precisamente, esta actitud timorata ante los separatistas catalanes fue la que le costó 3.000.000 de votos al PP. El PSOE está dividido, y lo que pueda salir de su gestora no es probable que, antes de que produjeran unas próximas elecciones (si fueran en el mes de diciembre, por ejemplo), por mucho que lo intentasen y consiguieran un aspirante que fuera del gusto de todos (algo difícil de imaginar en estos momentos), es obvio que no iban a tener el tiempo suficiente para presentarlo a los votantes y conseguir que, en unos pocos días, consiguiera superar el efecto nefasto que, en estos últimos 10 meses, Pedro Sánchez ha conseguido extender entre sus antiguos votantes. En todo caso, como suele suceder, es muy posible que, los actuales directivos del PP, persistan en hacer lo contrario a lo que, la mayoría de españoles de derechas, entienden como de sentido común.

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