Corren tiempos difíciles, el cambio de ciclo económico, social y político que la segunda década del siglo XXI anuncia nos traerá nuevos desafíos que pondrán a prueba nuestra capacidad. Tocara construir un nuevo modelo de desarrollo sostenible justo y equitativo, un modelo que ponga freno al calentamiento global y al cambio climático que a día de hoy sufre nuestro planeta y de igual forma las reformas sociopolíticas necesarias para hacer de la tierra un lugar en donde la igualdad, la libertad y la justicia social no sean meras quimeras sino que sean realidades palpables.
Estas transformaciones, estos cambios necesitaran para su efectiva realización de la toma de decisiones valientes y decididas que necesariamente deberán ser tomadas de manera conjunta por la ciudadanía y la clase política. Y ante esos desafíos a uno le asaltan multitud de preguntas como si ¿seremos capaces de articular medidas como la reforma de los organismos internacionales para dar igualdad a la toma de decisiones, eliminando elementos como el derecho a veto? ¿ podremos articular la reforma del FMI para dar cabida en su seno a los países en vías de desarrollo? ¿ seremos responsables como para poner en marcha un estatuto universal de trabajadores para que los derechos y libertades de la ciudadanía global sean respetados? ¿ llevaremos a cabo una reforma económica global que articule los gravámenes a las grandes corporaciones para evitar que la esquilmación de recursos económicos en el tercer mundo siga siendo una realidad? ¿ seremos capaces de impulsar medidas para erradicar la pobreza del planeta? , en definitiva ¿seremos capaces de construir un nuevo mundo? , francamente opino que si , que podemos empezar a transformar nuestra realidad en el sentido de lograr esas cotas de progreso compartido y de hacer posible una revolución pacífica pero intensa que postergue al pasado las imágenes de la pobreza, la guerra y la desesperación en la que actualmente viven las 2/3 partes del planeta. Pero para ello deberemos articular desde la clase política asumir un nuevo liderazgo, un liderazgo pasado en la integridad y en la coherencia entre la palabra y la acción. Sólo así lograremos la conexión necesaria con una sociedad civil orgánica en continuo movimiento e interconexión que día tras día reclama que sean estos los valores que impulsen la política, que sean estos los pilares que hagan de la toma de decisiones la búsqueda de los interés generales y no los particulares. Esta es la clave de este tiempo que nos ha tocado vivir, esta es la piedra rosseta en donde podremos interconectar en un sólo idioma los anhelos de millones de personas que en diferentes lugares del mundo tienen el sueño de que otro mundo es posible. Construyámoslos entre todos.