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La intervención del Rey Felipe VI en la ONU llega en un momento oportuno dada la merma de credibilidad de la imagen de España en el exterior. Las palabras del monarca, ratificadas con su prestigio y buen hacer, deben servir para recordar que la política exterior española apuesta siempre por una cooperación basada en la solidaridad. La solidaridad de una sociedad que sabe que vivir es convivir, como diría el clásico castellano.
La política exterior española está llamada a jugar un papel clave en el escenario internacional desde una diplomacia sólida y una iniciativa que en los últimos meses ha pasado demasiado inadvertida, debido al bloqueo institucional que padecemos. A esto hay que añadirle la campaña exterior que se está intentando hacer desde la Generalitat de Cataluña.
La ciudad de Barcelona, en favor de una transformación fantasiosa de sí misma, siempre bajo el paraguas efectista de la ‘sostenibilidad ambiental’, como socorrida coartada ejemplificada en su más que evidente y disruptiva conversión urbanística, se le adivina en su resultado final el poco o nulo interés por conectar con las necesidades vitales de una gran mayoría y en aquellos planeamientos al servicio de las personas.
El ADN de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, contendría la triple enzima trumpista (autocracia, instauración del paraíso neoliberal y retorno al "pensamiento único heteropatriarcal") y asimismo sería una "rara avis" que consigue desarbolar cualquier estrategia opositora que sea mínimamente racional al ser una experta en las técnicas de manipulación de masas.
La inversión de inmuebles en España atrae a muchos extranjeros, por el clima mediterráneo agradable y las múltiples playas por toda su costa, lo que la convierte en un destino muy atractivo para vivir o pasar las vacaciones, esta es la razón de muchos inversores que buscan una segunda residencia o un lugar de retiro.
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