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Gemma comenzó rememorando detalles de sus primeras carreras, cuando se inició a correr casi de casualidad

¡Y la ganó: Gemma Arenas!

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Gemma es alegre y pizpireta, me recuerda a su tía, antigua compañera de trabajo, mismo corte de cara, de parecido rostro, de sonrisa franca y sincera, creo que hasta de parecido tono de voz.

La conocí hace un par de años, cuando ya iba siendo reconocida en el mundo de las maratones y carreras deportivas. Su nombre ya sonaba, ¡y cómo! Fue un ocho de marzo, un Día de la Mujer, junto a las también artistas Maribel Díaz y Yolanda Prieto, las cuatro invitadas por la simpática asociación del “Colectivo Rita Lambert”, muy satisfecha estaba Luz (artesana) de habernos reunido allí a las cuatro en un gran ejercicio de discriminación positiva de género. Recuerdo con gusto el inicio de la presentación de la deportista.

Gemma comenzó rememorando detalles de sus primeras carreras, cuando se inició a correr casi de casualidad, creo que acompañando a su marido, también corredor de fondo, ¡y de los buenos! Es curioso desde hace unos años el auge que han cogido las carreras y competiciones largas, tanto de hombres como de mujeres, además se han creado numerosos clubes de deportistas como el Almagro Trotón Club que facilitan la labor del solitario corredor maratoniano.

Gemma se apuntó así un día medio despistada a una de estas carreras, como quien no quiere la cosa, y la gané, nos dijo. Después vino una segunda carrera y sorprendentemente, nos dijo riendo, y la gané. Y una tercera que también nos dijo que volvió a ganar, y así sucesivamente con distintas carreras que fue ganando, sorprendiéndose a sí misma y a los suyos. Gemma fue triunfando en casi todas las carreras que preparaba o se inscribía. Entre tanto era, y es una trabajadora, una esposa y madre de dos niños de corta edad, porque aparte del maravilloso verbo “correr”, el cual domina, hay otro verbo estupendo que ella conoce a la perfección y lo pone en práctica, es el verbo “conciliar”.

Poco a poco, Gemma fue pasando de ser una corredora aficionada a una profesional en esto de mover las piernas con gracia y efectividad. Y de ir recogiendo premios. Además, se fue especializando en subir y atravesar montañas, ella que es toda una chica de la llanura, debía buscarlas y acercarse a ellas como nos dice el dicho de Mahoma, que aquí transformamos: Si Gemma no vive rodeada de montañas, las montañas se acercarán con todo el gusto a rodear a Gemma, porque esta muchacha hace fácil lo difícil. Ella sabe la cantidad de carreras ganadas y copas que tiene en casa, si es que le caben. Ella sabe de esfuerzos y dificultades como la pérdida reciente de su padre.

Pero lo que más sigue sorprendiendo es que fácilmente se tira corriendo quince horas seguidas, pero corriendo, brincando y saltando los más de cien kilómetros con sus delgadas extremidades. Seguro que no tiene otras palabras en su mente al terminar cada carrera, como la última de las conseguidas, la Ultra Pirineu que la convierte en la mejor del mundo, que decir con toda su naturalidad de gran competidora: “Y la gané”. ¡Bravo, Gemma!

¡Y la ganó: Gemma Arenas!

Gemma comenzó rememorando detalles de sus primeras carreras, cuando se inició a correr casi de casualidad
Nieves Fernández
sábado, 1 de octubre de 2016, 11:36 h (CET)
Gemma es alegre y pizpireta, me recuerda a su tía, antigua compañera de trabajo, mismo corte de cara, de parecido rostro, de sonrisa franca y sincera, creo que hasta de parecido tono de voz.

La conocí hace un par de años, cuando ya iba siendo reconocida en el mundo de las maratones y carreras deportivas. Su nombre ya sonaba, ¡y cómo! Fue un ocho de marzo, un Día de la Mujer, junto a las también artistas Maribel Díaz y Yolanda Prieto, las cuatro invitadas por la simpática asociación del “Colectivo Rita Lambert”, muy satisfecha estaba Luz (artesana) de habernos reunido allí a las cuatro en un gran ejercicio de discriminación positiva de género. Recuerdo con gusto el inicio de la presentación de la deportista.

Gemma comenzó rememorando detalles de sus primeras carreras, cuando se inició a correr casi de casualidad, creo que acompañando a su marido, también corredor de fondo, ¡y de los buenos! Es curioso desde hace unos años el auge que han cogido las carreras y competiciones largas, tanto de hombres como de mujeres, además se han creado numerosos clubes de deportistas como el Almagro Trotón Club que facilitan la labor del solitario corredor maratoniano.

Gemma se apuntó así un día medio despistada a una de estas carreras, como quien no quiere la cosa, y la gané, nos dijo. Después vino una segunda carrera y sorprendentemente, nos dijo riendo, y la gané. Y una tercera que también nos dijo que volvió a ganar, y así sucesivamente con distintas carreras que fue ganando, sorprendiéndose a sí misma y a los suyos. Gemma fue triunfando en casi todas las carreras que preparaba o se inscribía. Entre tanto era, y es una trabajadora, una esposa y madre de dos niños de corta edad, porque aparte del maravilloso verbo “correr”, el cual domina, hay otro verbo estupendo que ella conoce a la perfección y lo pone en práctica, es el verbo “conciliar”.

Poco a poco, Gemma fue pasando de ser una corredora aficionada a una profesional en esto de mover las piernas con gracia y efectividad. Y de ir recogiendo premios. Además, se fue especializando en subir y atravesar montañas, ella que es toda una chica de la llanura, debía buscarlas y acercarse a ellas como nos dice el dicho de Mahoma, que aquí transformamos: Si Gemma no vive rodeada de montañas, las montañas se acercarán con todo el gusto a rodear a Gemma, porque esta muchacha hace fácil lo difícil. Ella sabe la cantidad de carreras ganadas y copas que tiene en casa, si es que le caben. Ella sabe de esfuerzos y dificultades como la pérdida reciente de su padre.

Pero lo que más sigue sorprendiendo es que fácilmente se tira corriendo quince horas seguidas, pero corriendo, brincando y saltando los más de cien kilómetros con sus delgadas extremidades. Seguro que no tiene otras palabras en su mente al terminar cada carrera, como la última de las conseguidas, la Ultra Pirineu que la convierte en la mejor del mundo, que decir con toda su naturalidad de gran competidora: “Y la gané”. ¡Bravo, Gemma!

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