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Los buenos sentimientos...

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Como siempre la sabiduría popular se ha ido adelantando mostrándonos, en ocasiones, el camino que nos acercará a esa ansiada felicidad que buscamos con tanto ímpetu.

En muchas ocasiones habrás escuchado expresiones del tipo: en el fondo tu amigo tiene buenos sentimientos. Estarás de acuerdo conmigo que para poder definir esos buenos sentimientos hemos de acudir al efecto que producen los elementos que sin duda potencian el bienestar y la salud en nuestras vidas. Que aunque parezca mentira, no habían sido objeto de estudio de ninguna de las disciplinas hasta estos momentos y que por ejemplo la misma psicología apenas comienza a portar métodos que ayuden a las personas destinados a potenciar sus vidas, a mejorar la gestión y el conocimiento de sus emociones positivas.

Sin duda ese grupo de emociones, más difíciles de describir, y de las que quizás no obtenemos unos resultados tan perceptibles a corto plazo, y que implican un trabajo de crecimiento constante, cuyo objetivo principal es transformar nuestras vidas, cambiar nuestra actitud, es decir, que inciden y definen la manera en la que cambiamos y vivimos.

Para comenzar me gustaría citar un estudio que llevaron a cabo Debora Danner, David Snowdon y Wallace Friesen acerca del contenido emocional de las vivencias de ciento setenta y ocho monjas que en el momento de decidir entrar en la orden describieron sus emociones y sentimientos. Los resultados nos muestran que las que describieron sus vida de manera más positiva, definiéndose como más felices vivieron en ocasiones hasta diez años más que las que se definían con expresiones más negativas. Se han realizado otros estudios longitudinales y se han observado objetivos similares, parece que los buenos sentimientos influyen directamente en la longevidad de nuestras vidas.

Veremos a lo largo de este pequeño artículo como podemos afirmar que las personas que se sienten bien, se describen como felices y experimentan más emociones positivas. En primer lugar son más creativas, segundo poseen más herramientas para afrontar su vida, viven más años y por último, sin duda alguna contagian esa felicidad compartida. Sin duda podríamos llegar a afirmar que nos ayudan a avanzar en nuestra vida, preparándonos para abordar esos momentos vitales que nos ponen a prueba. Es importante resaltar entre los beneficios que obtenemos al convertirnos en personas de buenos sentimientos.

Alice Isen ha demostrado cómo los sentimientos positivos inciden sobre la creatividad, para ello estudió la relación de esta con el optimismo, descubriendo que la creatividad no es solo una cuestión relacionada únicamente con el talento de cada uno de nosotros y nosotras, sino que está muy relacionado también con el estado de ánimo por el que atravesamos en nuestra vida.

Pero podemos ir más allá, afirmando que las personas que toman decisiones y que gestionan conflictos sienten que toman mejores decisiones y se sienten más creativos y con todas sus competencias activadas cuando se sienten a gusto con lo que están haciendo y su estado de ánimo es positivo.

Por lo tanto, parece ser que los buenos sentimientos juegan un papel modulador y potencian nuestras habilidades y competencias, ya que influyen sobre la autoconfianza y la autoeficacia. Es decir activan nuestra capacidad de generar ideas novedosas y sin duda alguna disminuyen la posibilidad de que caigamos derrotados ante la vivencia de situaciones traumáticas y dolorosas. Sin duda refuerzan nuestra alegría de vivir ya que incluso llegamos a la conclusión de que la gente en general es buena. Aumentando así nuestro ánimo vital y todo ello motivado por aquello que decía mi abuela: Tiene buenos sentimientos.

Los buenos sentimientos...

José J. Rivero
miércoles, 21 de septiembre de 2016, 00:46 h (CET)
Como siempre la sabiduría popular se ha ido adelantando mostrándonos, en ocasiones, el camino que nos acercará a esa ansiada felicidad que buscamos con tanto ímpetu.

En muchas ocasiones habrás escuchado expresiones del tipo: en el fondo tu amigo tiene buenos sentimientos. Estarás de acuerdo conmigo que para poder definir esos buenos sentimientos hemos de acudir al efecto que producen los elementos que sin duda potencian el bienestar y la salud en nuestras vidas. Que aunque parezca mentira, no habían sido objeto de estudio de ninguna de las disciplinas hasta estos momentos y que por ejemplo la misma psicología apenas comienza a portar métodos que ayuden a las personas destinados a potenciar sus vidas, a mejorar la gestión y el conocimiento de sus emociones positivas.

Sin duda ese grupo de emociones, más difíciles de describir, y de las que quizás no obtenemos unos resultados tan perceptibles a corto plazo, y que implican un trabajo de crecimiento constante, cuyo objetivo principal es transformar nuestras vidas, cambiar nuestra actitud, es decir, que inciden y definen la manera en la que cambiamos y vivimos.

Para comenzar me gustaría citar un estudio que llevaron a cabo Debora Danner, David Snowdon y Wallace Friesen acerca del contenido emocional de las vivencias de ciento setenta y ocho monjas que en el momento de decidir entrar en la orden describieron sus emociones y sentimientos. Los resultados nos muestran que las que describieron sus vida de manera más positiva, definiéndose como más felices vivieron en ocasiones hasta diez años más que las que se definían con expresiones más negativas. Se han realizado otros estudios longitudinales y se han observado objetivos similares, parece que los buenos sentimientos influyen directamente en la longevidad de nuestras vidas.

Veremos a lo largo de este pequeño artículo como podemos afirmar que las personas que se sienten bien, se describen como felices y experimentan más emociones positivas. En primer lugar son más creativas, segundo poseen más herramientas para afrontar su vida, viven más años y por último, sin duda alguna contagian esa felicidad compartida. Sin duda podríamos llegar a afirmar que nos ayudan a avanzar en nuestra vida, preparándonos para abordar esos momentos vitales que nos ponen a prueba. Es importante resaltar entre los beneficios que obtenemos al convertirnos en personas de buenos sentimientos.

Alice Isen ha demostrado cómo los sentimientos positivos inciden sobre la creatividad, para ello estudió la relación de esta con el optimismo, descubriendo que la creatividad no es solo una cuestión relacionada únicamente con el talento de cada uno de nosotros y nosotras, sino que está muy relacionado también con el estado de ánimo por el que atravesamos en nuestra vida.

Pero podemos ir más allá, afirmando que las personas que toman decisiones y que gestionan conflictos sienten que toman mejores decisiones y se sienten más creativos y con todas sus competencias activadas cuando se sienten a gusto con lo que están haciendo y su estado de ánimo es positivo.

Por lo tanto, parece ser que los buenos sentimientos juegan un papel modulador y potencian nuestras habilidades y competencias, ya que influyen sobre la autoconfianza y la autoeficacia. Es decir activan nuestra capacidad de generar ideas novedosas y sin duda alguna disminuyen la posibilidad de que caigamos derrotados ante la vivencia de situaciones traumáticas y dolorosas. Sin duda refuerzan nuestra alegría de vivir ya que incluso llegamos a la conclusión de que la gente en general es buena. Aumentando así nuestro ánimo vital y todo ello motivado por aquello que decía mi abuela: Tiene buenos sentimientos.

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