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Durante los años en los que ejercer la libertad ideológica podía llevarte a recibir un tiro en la nuca o que podía hacer que tu familia recibiese una carta bomba, miles de vascos tuvieron que dejar sus casas para poder seguir con sus vidas sin que peligrase la integridad de los suyos

Elecciones adulteradas

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Por más que algunos intenten reescribir la historia, por más que intenten sumirnos en un olvido paternalista, la realidad es tozuda.

En el País Vasco, hasta hace muy pocos años, pensar u opinar libremente podía costarte tu vida o lo que es peor, podía costarte la vida de uno de los tuyos.

Los vascos han sufrido como nadie la intransigencia de los que llamándose a si mismos “compatriotas”, les amenazaban limitando su libertad y robando sus derechos.

Han sido un pueblo valiente y luchador que pese a todo ha seguido ahí peleando por seguir adelante.

Vascos son todos aquellos que han luchado por sus familias, han trabajado y se han esforzado día tras día.

No soy quien para dar o quitar carnets, pero me van a disculpar si a la escoria esa que va por la vida en manada, amenazando envalentonados con la fuerza que dan el grupo y la violencia, me van a perdonar si a esos, no no los considero vascos pero es que hace tiempo que dejé de considerarlos incluso personas.

Durante los años en los que ejercer la libertad ideológica podía llevarte a recibir un tiro en la nuca o que podía hacer que tu familia recibiese una carta bomba, miles de vascos tuvieron que dejar sus casas para poder seguir con sus vidas sin que peligrase la integridad de los suyos.

No se fueron porque tuviesen una oferta laboral. No se fueron porque buscasen vivir en zonas menos húmedas. Se fueron porque en su tierra amenazaban a sus familias por no tragar con la basura nacionalista que algunos pretendían imponer por la fuerza y a base de derramar sangre.

Se fueron buscando la libertad y la seguridad que otros les negaron.

Esta semana hay elecciones en el País Vasco pero a esas elecciones siguen sin acudir todos aquellos que deberían decidir sobre el futuro de su comunidad. Para que estas elecciones sean realmente democráticas no sirve que voten unicamente aquellos que residen en el País Vasco, todas estas personas que fueron forzadas a salir de sus casas, “los exiliados”, deberían tener el derecho de poder hacerlo.

Esta semana también hay elecciones en Galicia pero en estos comicios, los emigrantes gallegos si podrán votar para decidir cómo quieren que sea el futuro de su tierra.

Mientras no se reconozca el derecho a los vascos exiliados a votar, el resultado de las elecciones no será totalmente legítimo, faltará una parte muy importante del electorado al que ha sido silenciado y que a día de hoy han perdido los que por nacimiento deberían ser sus derechos.

Los delincuentes y asesinos que amenazaban y mataban a aquellos que no se doblegaban ante sus ideas han tenido mucho éxito. Ahora les conviene convertirse en convencidos “demócratas”. Ahora que han conseguido incrustarse como garrapatas en las instituciones y ahora que muchos de los que se oponían a su barbarie ya no pueden votar en su contra.

El Partido Popular prometió en su día que iba a cambiar esto. Prometió darle el derecho al voto en las autonómicas vascas a todos aquellos que dejaron su hogar para protegerse y proteger a sus familias.

Parece que ya va siendo hora de cumplir esa promesa.

Elecciones adulteradas

Durante los años en los que ejercer la libertad ideológica podía llevarte a recibir un tiro en la nuca o que podía hacer que tu familia recibiese una carta bomba, miles de vascos tuvieron que dejar sus casas para poder seguir con sus vidas sin que peligrase la integridad de los suyos
Iria Bouzas Álvarez
martes, 20 de septiembre de 2016, 00:20 h (CET)
Por más que algunos intenten reescribir la historia, por más que intenten sumirnos en un olvido paternalista, la realidad es tozuda.

En el País Vasco, hasta hace muy pocos años, pensar u opinar libremente podía costarte tu vida o lo que es peor, podía costarte la vida de uno de los tuyos.

Los vascos han sufrido como nadie la intransigencia de los que llamándose a si mismos “compatriotas”, les amenazaban limitando su libertad y robando sus derechos.

Han sido un pueblo valiente y luchador que pese a todo ha seguido ahí peleando por seguir adelante.

Vascos son todos aquellos que han luchado por sus familias, han trabajado y se han esforzado día tras día.

No soy quien para dar o quitar carnets, pero me van a disculpar si a la escoria esa que va por la vida en manada, amenazando envalentonados con la fuerza que dan el grupo y la violencia, me van a perdonar si a esos, no no los considero vascos pero es que hace tiempo que dejé de considerarlos incluso personas.

Durante los años en los que ejercer la libertad ideológica podía llevarte a recibir un tiro en la nuca o que podía hacer que tu familia recibiese una carta bomba, miles de vascos tuvieron que dejar sus casas para poder seguir con sus vidas sin que peligrase la integridad de los suyos.

No se fueron porque tuviesen una oferta laboral. No se fueron porque buscasen vivir en zonas menos húmedas. Se fueron porque en su tierra amenazaban a sus familias por no tragar con la basura nacionalista que algunos pretendían imponer por la fuerza y a base de derramar sangre.

Se fueron buscando la libertad y la seguridad que otros les negaron.

Esta semana hay elecciones en el País Vasco pero a esas elecciones siguen sin acudir todos aquellos que deberían decidir sobre el futuro de su comunidad. Para que estas elecciones sean realmente democráticas no sirve que voten unicamente aquellos que residen en el País Vasco, todas estas personas que fueron forzadas a salir de sus casas, “los exiliados”, deberían tener el derecho de poder hacerlo.

Esta semana también hay elecciones en Galicia pero en estos comicios, los emigrantes gallegos si podrán votar para decidir cómo quieren que sea el futuro de su tierra.

Mientras no se reconozca el derecho a los vascos exiliados a votar, el resultado de las elecciones no será totalmente legítimo, faltará una parte muy importante del electorado al que ha sido silenciado y que a día de hoy han perdido los que por nacimiento deberían ser sus derechos.

Los delincuentes y asesinos que amenazaban y mataban a aquellos que no se doblegaban ante sus ideas han tenido mucho éxito. Ahora les conviene convertirse en convencidos “demócratas”. Ahora que han conseguido incrustarse como garrapatas en las instituciones y ahora que muchos de los que se oponían a su barbarie ya no pueden votar en su contra.

El Partido Popular prometió en su día que iba a cambiar esto. Prometió darle el derecho al voto en las autonómicas vascas a todos aquellos que dejaron su hogar para protegerse y proteger a sus familias.

Parece que ya va siendo hora de cumplir esa promesa.

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