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Rita Barberá debe abandonar su puesto de senadora por una cuestión evidente de ética política. El deber de regeneración de la vida pública debe hacerse realidad con medidas concretas, empezando por la propia casa, sin enzarzarse en el acostumbrado “y tú más”, o echando en cara a los otros que no dan el ejemplo debido cuando las sospechas, e incluso los hechos comprobados de corrupción, abundan en sus partidos.
El Partido Popular tiene una ocasión propicia para dar ejemplo y tener un argumento moral de peso ante esa injusta especie de encausamiento general por corrupción, al que algunos quieren someterlo.
EH Bildu estaría integrada por militantes de Aralar, Alternativa, EA e Independientes, todos ellos fagocitados por la estrella-alfa Sortu, cuyo ideólogo sería el actual candidato a Lehendakari, Pello Otxandiano, quien decidió revisar la anterior estrategia de Bildu e incorporar a su bagaje político la llamada inteligencia maquiavélica.
El pasado martes mientras limpiaba uno de los patios de colegio que me toca dos veces a la semana, una niña intentaba proteger a una abeja que no podía volar cogiéndola con una hoja y la apartó para que nadie la pisara estando pendiente para ver si se podía recuperar a lo que se sumaron una compañera y un compañero. Gestos que demuestran más empatía que muchos adultos.
En la colosal vorágine de los tiempos modernos, nos encontramos enredados en un tejido de deseos y ansias desbocadas. Nos hemos convertido en una sociedad dominada por la avaricia, un apetito voraz que desemboca en la insaciabilidad. La hambruna crónica de la insatisfacción. Más y más por el mero más y más. Lejos queda la capacidad personal y colectiva de detenernos a pensar quiénes somos y echar la vista atrás para recapitular de dónde venimos.
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