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Etiquetas | Política | Cataluña
Rajoy desprecia cuanto ignora

Con la Diada crecen los problemas

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Este domingo, una vez más, como cada 11 de Setiembre centenares de miles de catalanes salieron a las calles para, de manera festiva y pacífica, celebrar su fiesta nacional. Aunque mucha gente lo ignore la celebración de la Diada no es una cosa nueva, la primera celebración fue una misa en Santa María del Mar para recordar a los mártires que murieron en 1714 defendiendo Barcelona contra las tropas borbónicas de Felipe V, un año antes el Centre Català había enviado un memorial al rey Alfonso XII sobre los problemas “morales y materiales de Catalunya”, y entonces como ahora la prensa madrileña hizo mofa de las reivindicaciones catalanas. En 1901 se produjeron las primeras detenciones de manifestantes, el 1914 se conmemoró también la creación de la Mancomunitat de Catalunya, primera institución de autogobierno desde 1714 cuyo Proyecto de Estatut de Autonomía fue rechazado por las Cortes españolas sin siquiera discutirlo. La dictadura de Primo de Rivera prohibió los actos y un decreto firmado por Alfonso XII sancionaba con 500 pesetas de multa y seis años de prisión la exhibición de banderas que no fueran la española. Con la llegada de la República en 1931 volvieron los catalanes a ofrecer honores a Rafael Casanova cada 11 de Setiembre. Pero el fin de la guerra iniciada por el dictador Francisco Franco acabó con las celebraciones autorizadas del 11-S hasta 1976 en que, a pesar de los impedimentos de las autoridades, todavía franquistas, se celebró una Diada “tolerada”.

Durante los negros años de la dictadura franquista fueron muchos los catalanes que, en la clandestinidad, celebraban su día nacional simplemente pasando por el lugar donde estuvo la estatua de Rafael Casanova. En estos 130 años han pasado Gobiernos de España, Borbones tanto en el Palacio de Oriente como en la Zarzuela, han pasado dos dictadores. Primo de Rivera y Franco, pero nunca han conseguido que centenares de miles de catalanes olviden sus reivindicaciones de poder decidir con quién quieren estar y si desean que sus impuestos sean dilapidados desde gobiernos de Madrid o administrados por los políticos elegidos por ellos mismos. Pero es desde el año 2010 cuando las celebraciones de la Diada han tomado nuevo auge y se han convertido en demostraciones del deseo del pueblo catalán.

La intransigencia de los principales políticos españoles y, especialmente, de los gerifaltes del Partido Popular ha hecho de Catalunya un problema que no debería existir, los problemas y las discrepancias políticas se resuelven con la política, el dialogo y nunca con la fuerza y la amenaza de los tribunales de justicia y el Código Penal. Unos tribunales utilizados por el Gobierno de Mariano Rajoy a su antojo rompiendo totalmente con la división de poderes pues en estos momentos en España hay tribunales, como el Constitucional, al servicio del poder Ejecutivo donde incluso se ha llegado a dar el caso de nombrar un Presidente de tribunal militante del partido en el Gobierno sin que nadie se rasgara las vestiduras mientras alevosamente se asesinaba a Montesquieu. Desde la Meseta a Catalunya, desde hace algún tiempo, tan sólo llegan aires de desprecio gubernamental, desprecio que el PP ha intentado y en algún caso conseguido inculcar a una parte de la ciudadanía, poniéndose al frente del boicot a los productos catalanes o haciendo que el TC destrozara el Estatut aprobado en referéndum y también por el Parlament catalán, Estatut que el diputado Guerra, al que no se le ha conocido en casi cuarenta años otra profesión que vivir de la política, presumió de haberlo “cepillado”. Y, a pesar de eso, y contra todo eso, los ciudadanos catalanes salen masivamente cada 11-S pacíficamente a las calles para reivindicar el derecho a decidir su futuro.

Los políticos españoles cada vez que se habla de hacer un referéndum para conocer la opinión de todos los catalanes se oponen esgrimiendo la Constitución, un texto de 1978 que fue redactado y firmado con las pistolas de los mandos del Ejercito sobre la mesa indicando que los ponentes tenían que dejar bien claro que España era la única nación y que nadie podría separarse de ella, y si alguien lo quería intentar ellos estarían con sus tanques, aviones y resto de armamento para impedirlo. Yo a eso le llamo golpe de estado, y la Constitución dio paso a una democracia disfrazada y nadie recuerda esa sagrada Constitución para reivindicar los artículos que hablan del derecho al trabajo digno y a la vivienda, deben ser menos importantes para esos políticos que con el sueldo que les pagamos, y algunos con sobresueldos en sobres negros, no tienen problemas de trabajo ni de vivienda.

En estos momentos España sigue sin Gobierno casi un año y después de dos elecciones, y la “culpable” es Catalunya. La derecha no quiere ni oír hablar de referéndum, ellos todo lo hacen por una España unida, grande y libre, más o menos como la del dictador Franco. Los socialdemócratas del PSOE andan embarullados entre ellos, desde el Sur, Andalucía y Extremadura, llegan aires que quieren hacer el juego a la derecha y que prefieren una España en manos del PP, ese partido imputado por tramposo y lleno de maleantes, unos ya en la cárcel y otros esperando el turno. Y Pedro Sanchez, el Secretario General, se encuentra entre dos fuegos ya que necesita los votos de los diputados independentistas y cree, y los suyos le hacen creer, que perdería votos en España. Y Podemos, que últimamente tan sólo ha subido en las periferias gracias a la unión con partidos nacionalistas y de izquierdas, hoy habla del derecho de los catalanes a decidir y mañana se desdice, en fin que tampoco sabemos a qué carta juega en el tema catalán.

Y el domingo salieron a la calle un millón de personas, le pese a quien le pese y, especialmente a la “poncia” Delegada del Gobierno en Catalunya, Llanos de Luna, a la que tendrán que enviar a repasar las Matemáticas del día en que en clase enseñaron a contar ya que, al parecer, se fue de fiesta. Un millón de personas que no iban contra nadie, un millón de catalanes que quieren tener relaciones de buena vecindad con España, un millón de ciudadanos que no quieren ser súbditos de un Gobierno que invierte lo que la ley le obliga a hacer y que, año tras año, oculta las balanzas fiscales para que el personal no sepa el importe de los impuestos catalanes que no retornan a Catalunya, un millón de ciudadanos que lo único que piden es poder votar y que no entienden cómo no les dejan cuando según la prensa madrileña y los capitostes de los partidos dicen que los independentistas son cuatro gatos, un millón de personas que no entienden el miedo de los poderes y los partidos estatales a que hablen las urnas.

Tal vez la nota de prensa de Associated Press sobre la Diada de ayer pueda abrirles los ojos a algunos y les explique el porqué de la negativa a que se pueda decidir en Catalunya, la nota decía “centenares de miles de catalanes separatistas se manifestaron ayer para mostrar su soporte al rompimiento con España, cosa que dejaría al estado español sin la región más poderosa y prospera de las que lo integran”.

Y hablando de número no quiero dejarme entre el teclado del ordenador estos, que también son importantes para saber porqué algunos tienen miedo a autorizar la consulta: Manifestantes: un millón de personas pidiendo el derecho a decidir. Unionistas: C’S 600 asistentes a una paella, PP 100 asistentes a una suelta de globos i extrema derecha 23 asistente. Creo que es bastante clarificador. Los que se manifestaron en Barcelona, Lleida, Tarragona, Salt y Berga se pagaron de su bolsillo el viaje y las camisetas, así como la comida. Los otros no lo sé. Lo que sí sé es que Rajoy, aunque sea Presidente, seguirá teniendo un problema con Catalunya por no saber ni querer afrontarlo por medios políticos en lugar de intentar meter en la cárcel a los dirigentes catalanes.

Con la Diada crecen los problemas

Rajoy desprecia cuanto ignora
Rafa Esteve-Casanova
martes, 13 de septiembre de 2016, 08:30 h (CET)
Este domingo, una vez más, como cada 11 de Setiembre centenares de miles de catalanes salieron a las calles para, de manera festiva y pacífica, celebrar su fiesta nacional. Aunque mucha gente lo ignore la celebración de la Diada no es una cosa nueva, la primera celebración fue una misa en Santa María del Mar para recordar a los mártires que murieron en 1714 defendiendo Barcelona contra las tropas borbónicas de Felipe V, un año antes el Centre Català había enviado un memorial al rey Alfonso XII sobre los problemas “morales y materiales de Catalunya”, y entonces como ahora la prensa madrileña hizo mofa de las reivindicaciones catalanas. En 1901 se produjeron las primeras detenciones de manifestantes, el 1914 se conmemoró también la creación de la Mancomunitat de Catalunya, primera institución de autogobierno desde 1714 cuyo Proyecto de Estatut de Autonomía fue rechazado por las Cortes españolas sin siquiera discutirlo. La dictadura de Primo de Rivera prohibió los actos y un decreto firmado por Alfonso XII sancionaba con 500 pesetas de multa y seis años de prisión la exhibición de banderas que no fueran la española. Con la llegada de la República en 1931 volvieron los catalanes a ofrecer honores a Rafael Casanova cada 11 de Setiembre. Pero el fin de la guerra iniciada por el dictador Francisco Franco acabó con las celebraciones autorizadas del 11-S hasta 1976 en que, a pesar de los impedimentos de las autoridades, todavía franquistas, se celebró una Diada “tolerada”.

Durante los negros años de la dictadura franquista fueron muchos los catalanes que, en la clandestinidad, celebraban su día nacional simplemente pasando por el lugar donde estuvo la estatua de Rafael Casanova. En estos 130 años han pasado Gobiernos de España, Borbones tanto en el Palacio de Oriente como en la Zarzuela, han pasado dos dictadores. Primo de Rivera y Franco, pero nunca han conseguido que centenares de miles de catalanes olviden sus reivindicaciones de poder decidir con quién quieren estar y si desean que sus impuestos sean dilapidados desde gobiernos de Madrid o administrados por los políticos elegidos por ellos mismos. Pero es desde el año 2010 cuando las celebraciones de la Diada han tomado nuevo auge y se han convertido en demostraciones del deseo del pueblo catalán.

La intransigencia de los principales políticos españoles y, especialmente, de los gerifaltes del Partido Popular ha hecho de Catalunya un problema que no debería existir, los problemas y las discrepancias políticas se resuelven con la política, el dialogo y nunca con la fuerza y la amenaza de los tribunales de justicia y el Código Penal. Unos tribunales utilizados por el Gobierno de Mariano Rajoy a su antojo rompiendo totalmente con la división de poderes pues en estos momentos en España hay tribunales, como el Constitucional, al servicio del poder Ejecutivo donde incluso se ha llegado a dar el caso de nombrar un Presidente de tribunal militante del partido en el Gobierno sin que nadie se rasgara las vestiduras mientras alevosamente se asesinaba a Montesquieu. Desde la Meseta a Catalunya, desde hace algún tiempo, tan sólo llegan aires de desprecio gubernamental, desprecio que el PP ha intentado y en algún caso conseguido inculcar a una parte de la ciudadanía, poniéndose al frente del boicot a los productos catalanes o haciendo que el TC destrozara el Estatut aprobado en referéndum y también por el Parlament catalán, Estatut que el diputado Guerra, al que no se le ha conocido en casi cuarenta años otra profesión que vivir de la política, presumió de haberlo “cepillado”. Y, a pesar de eso, y contra todo eso, los ciudadanos catalanes salen masivamente cada 11-S pacíficamente a las calles para reivindicar el derecho a decidir su futuro.

Los políticos españoles cada vez que se habla de hacer un referéndum para conocer la opinión de todos los catalanes se oponen esgrimiendo la Constitución, un texto de 1978 que fue redactado y firmado con las pistolas de los mandos del Ejercito sobre la mesa indicando que los ponentes tenían que dejar bien claro que España era la única nación y que nadie podría separarse de ella, y si alguien lo quería intentar ellos estarían con sus tanques, aviones y resto de armamento para impedirlo. Yo a eso le llamo golpe de estado, y la Constitución dio paso a una democracia disfrazada y nadie recuerda esa sagrada Constitución para reivindicar los artículos que hablan del derecho al trabajo digno y a la vivienda, deben ser menos importantes para esos políticos que con el sueldo que les pagamos, y algunos con sobresueldos en sobres negros, no tienen problemas de trabajo ni de vivienda.

En estos momentos España sigue sin Gobierno casi un año y después de dos elecciones, y la “culpable” es Catalunya. La derecha no quiere ni oír hablar de referéndum, ellos todo lo hacen por una España unida, grande y libre, más o menos como la del dictador Franco. Los socialdemócratas del PSOE andan embarullados entre ellos, desde el Sur, Andalucía y Extremadura, llegan aires que quieren hacer el juego a la derecha y que prefieren una España en manos del PP, ese partido imputado por tramposo y lleno de maleantes, unos ya en la cárcel y otros esperando el turno. Y Pedro Sanchez, el Secretario General, se encuentra entre dos fuegos ya que necesita los votos de los diputados independentistas y cree, y los suyos le hacen creer, que perdería votos en España. Y Podemos, que últimamente tan sólo ha subido en las periferias gracias a la unión con partidos nacionalistas y de izquierdas, hoy habla del derecho de los catalanes a decidir y mañana se desdice, en fin que tampoco sabemos a qué carta juega en el tema catalán.

Y el domingo salieron a la calle un millón de personas, le pese a quien le pese y, especialmente a la “poncia” Delegada del Gobierno en Catalunya, Llanos de Luna, a la que tendrán que enviar a repasar las Matemáticas del día en que en clase enseñaron a contar ya que, al parecer, se fue de fiesta. Un millón de personas que no iban contra nadie, un millón de catalanes que quieren tener relaciones de buena vecindad con España, un millón de ciudadanos que no quieren ser súbditos de un Gobierno que invierte lo que la ley le obliga a hacer y que, año tras año, oculta las balanzas fiscales para que el personal no sepa el importe de los impuestos catalanes que no retornan a Catalunya, un millón de ciudadanos que lo único que piden es poder votar y que no entienden cómo no les dejan cuando según la prensa madrileña y los capitostes de los partidos dicen que los independentistas son cuatro gatos, un millón de personas que no entienden el miedo de los poderes y los partidos estatales a que hablen las urnas.

Tal vez la nota de prensa de Associated Press sobre la Diada de ayer pueda abrirles los ojos a algunos y les explique el porqué de la negativa a que se pueda decidir en Catalunya, la nota decía “centenares de miles de catalanes separatistas se manifestaron ayer para mostrar su soporte al rompimiento con España, cosa que dejaría al estado español sin la región más poderosa y prospera de las que lo integran”.

Y hablando de número no quiero dejarme entre el teclado del ordenador estos, que también son importantes para saber porqué algunos tienen miedo a autorizar la consulta: Manifestantes: un millón de personas pidiendo el derecho a decidir. Unionistas: C’S 600 asistentes a una paella, PP 100 asistentes a una suelta de globos i extrema derecha 23 asistente. Creo que es bastante clarificador. Los que se manifestaron en Barcelona, Lleida, Tarragona, Salt y Berga se pagaron de su bolsillo el viaje y las camisetas, así como la comida. Los otros no lo sé. Lo que sí sé es que Rajoy, aunque sea Presidente, seguirá teniendo un problema con Catalunya por no saber ni querer afrontarlo por medios políticos en lugar de intentar meter en la cárcel a los dirigentes catalanes.

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