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La iglesia no es democrática, la autoridad suprema reside en Dios y en los pastores delegados que se guían por la Biblia

Autoridad eclesiástica

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El dibujo Un mundo de locos describe una Biblia monumental que sirve de pedestal sobre el que se alza un obispo en postura arrogante. Un hombre se aproxima al clerigo y al llegar cerca le hace una reverencia.

Desconozco el sentido que el dibujante da a su obra. Yo haré una interpretación que intentaré compartir con el lector. Si no se siguen las reglas de interpretación de textos a la Biblia se le pueden hacer decir todas las barbaridades que se les acudan a los intérpretes. Hay un texto que se puede relacionar a la reflexión que hacemos. “Así dice el Señor: maldito el hombre que confía en el ser humano, y pone en la carne su fuerza, y su corazón se aparta del Señor (Jeremías 17:5) Este texto como otros arecidos que se encuentran en las Sagradas Escrituras cristianas nos viene a decir que la persona que confía de manera servil en otro ser humano, el resultado es que “su corazón se aparta del Señor”.

El racionalismo ha conseguido que se lea la Biblia de la misma manera como se lee cualquier otro libro, es decir, sin la dirección del Espíritu Santo que inspiró a los hombres escogidos para escribirla. Esto hace que el hombre se ponga por encima de Dios, se esconda su significado a los fieles y la interpretación carnal que se hace de ella excluya su origen sobrenatural. El resultado es que Dios, que debe ser el centro de la religión, se sustituye por el hombre. En este caso sí que el orden de los factores afecta el producto. En estas condiciones el hombre se queda sin guía espiritual fiable. La ética y la moral varían según la dirección en que sople el viento. Sin la ayuda del Espíritu Santo que colabora en la interpretación del texto bíblico el hombre se queda sin guía espiritual fiable. Al quedar el ser humano sin luz navega de noche bajo un cielo oscuro que impide la visión de las estrellas que le pueden orientar. La Biblia es la lámpara que ilumina el camino del peregrino lo cual le permite sortear los obstáculos se le presentan en su andadura.

Según dicen algunos doctores en Teología el apóstol Pedro fue nombrado por Jesús primer papa a quien el hombre le ha atribuido el don de la infalibilidad cuando habla ex cátedra. Este privilegio lo convierte en un superhombre que debe ser escuchado, venerado y obedecido. Los fieles deben aceptar sin protestar si las enseñanzas que imparte se ajustan a las de la Biblia o no. Pero no, el hombre no debe ponerse por encima del resto de los seres humanos. Todas las personas deben permanecer en el mismo nivel ante Dios. El Señor distribuye dones en la Iglesia a su antojo, que es una en la diversidad, como el cuerpo que tiene diversos miembros pero todos ellos forman parte del mismo cuerpo. Distribuye dones que tienen más impacto público. Esta distinción no es motivo de privilegios, pero sí de responsabilidad. Quien más ha recibido más se le pedirá.

Volvamos al apóstol Pedro que de Jesús recibió la triple orden de pastorear a sus ovejas (Juan 25: 15-17). ¿Cómo reacciono el apóstol al ser nombrado pastor delegado de las ovejas del Buen Pastor? La Biblia nos da la respuesta. El apóstol recibió de Jesús el encargo de anunciar el Evangelio Cornelio, un centurión romano. En un principio se resiste al llamado porque el contacto con un pagano significaba contaminación espiritual para un judío. Vencida la resistencia, Pedro emprende camino hacia Cesarea en donde residía el romano. Al llegar a su destino “salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró” (Hechos 10:25). ¿Cómo reaccionó Pedro ante la adoración que le hacía Cornelio? “Pedro le levantó, diciendo: levántate, pues yo mismo también soy hombre” (v.26). A pesar de que Pedro fue enviado por Jesús a casa de un gentil para que le hablase del camino de salvación que hay en Él, el privilegio recibido no le hizo pensar que fuese un superhombre: “Pues, yo mismo también soy hombre”. Soy igual que tú. No aceptó de ninguna de las maneras que se le pusiese encima de un pedestal. Se limitó a comportarse como un sirviente al servicio de su Señor. Jesús debía ser adorado por Cornelio y Pedro recompensado por su fidelidad.

La ilustración de Un mundo de locos pone la Biblia monumental como pedestal para el obispo. La realidad no es así.: “Edificados sobre el fundamento de los de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio (la Iglesia), bien coordinado va creciendo para ser un templo (espiritual) santo en el Señor, en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2: 20-22). La Iglesia de Cristo tiene como cimiento principal a Jesucristo y sobre éste se coloca la Biblia que es la Palabra de Dios revelada por el Espíritu Santo a los profetas y a los apóstoles y, sobre la Palabra se van colocando las piedras vivas que son los creyentes y que levantan la Iglesia el cuerpo de Cristo del cual Él es la Cabeza. Si se procede de esta manera la acusación de Flavia Company: “La imposición de la religión judeocristiana que tanto mal ha hecho a nuestras conciencias” no tendría razón de ser. En tanto la jerarquía eclesiástica persista en situarse por encima de Cristo y de su Palabra muchas personas seguirán reprochando a la iglesia institucional con razón.

Autoridad eclesiástica

La iglesia no es democrática, la autoridad suprema reside en Dios y en los pastores delegados que se guían por la Biblia
Octavi Pereña
martes, 13 de septiembre de 2016, 08:15 h (CET)
El dibujo Un mundo de locos describe una Biblia monumental que sirve de pedestal sobre el que se alza un obispo en postura arrogante. Un hombre se aproxima al clerigo y al llegar cerca le hace una reverencia.

Desconozco el sentido que el dibujante da a su obra. Yo haré una interpretación que intentaré compartir con el lector. Si no se siguen las reglas de interpretación de textos a la Biblia se le pueden hacer decir todas las barbaridades que se les acudan a los intérpretes. Hay un texto que se puede relacionar a la reflexión que hacemos. “Así dice el Señor: maldito el hombre que confía en el ser humano, y pone en la carne su fuerza, y su corazón se aparta del Señor (Jeremías 17:5) Este texto como otros arecidos que se encuentran en las Sagradas Escrituras cristianas nos viene a decir que la persona que confía de manera servil en otro ser humano, el resultado es que “su corazón se aparta del Señor”.

El racionalismo ha conseguido que se lea la Biblia de la misma manera como se lee cualquier otro libro, es decir, sin la dirección del Espíritu Santo que inspiró a los hombres escogidos para escribirla. Esto hace que el hombre se ponga por encima de Dios, se esconda su significado a los fieles y la interpretación carnal que se hace de ella excluya su origen sobrenatural. El resultado es que Dios, que debe ser el centro de la religión, se sustituye por el hombre. En este caso sí que el orden de los factores afecta el producto. En estas condiciones el hombre se queda sin guía espiritual fiable. La ética y la moral varían según la dirección en que sople el viento. Sin la ayuda del Espíritu Santo que colabora en la interpretación del texto bíblico el hombre se queda sin guía espiritual fiable. Al quedar el ser humano sin luz navega de noche bajo un cielo oscuro que impide la visión de las estrellas que le pueden orientar. La Biblia es la lámpara que ilumina el camino del peregrino lo cual le permite sortear los obstáculos se le presentan en su andadura.

Según dicen algunos doctores en Teología el apóstol Pedro fue nombrado por Jesús primer papa a quien el hombre le ha atribuido el don de la infalibilidad cuando habla ex cátedra. Este privilegio lo convierte en un superhombre que debe ser escuchado, venerado y obedecido. Los fieles deben aceptar sin protestar si las enseñanzas que imparte se ajustan a las de la Biblia o no. Pero no, el hombre no debe ponerse por encima del resto de los seres humanos. Todas las personas deben permanecer en el mismo nivel ante Dios. El Señor distribuye dones en la Iglesia a su antojo, que es una en la diversidad, como el cuerpo que tiene diversos miembros pero todos ellos forman parte del mismo cuerpo. Distribuye dones que tienen más impacto público. Esta distinción no es motivo de privilegios, pero sí de responsabilidad. Quien más ha recibido más se le pedirá.

Volvamos al apóstol Pedro que de Jesús recibió la triple orden de pastorear a sus ovejas (Juan 25: 15-17). ¿Cómo reacciono el apóstol al ser nombrado pastor delegado de las ovejas del Buen Pastor? La Biblia nos da la respuesta. El apóstol recibió de Jesús el encargo de anunciar el Evangelio Cornelio, un centurión romano. En un principio se resiste al llamado porque el contacto con un pagano significaba contaminación espiritual para un judío. Vencida la resistencia, Pedro emprende camino hacia Cesarea en donde residía el romano. Al llegar a su destino “salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró” (Hechos 10:25). ¿Cómo reaccionó Pedro ante la adoración que le hacía Cornelio? “Pedro le levantó, diciendo: levántate, pues yo mismo también soy hombre” (v.26). A pesar de que Pedro fue enviado por Jesús a casa de un gentil para que le hablase del camino de salvación que hay en Él, el privilegio recibido no le hizo pensar que fuese un superhombre: “Pues, yo mismo también soy hombre”. Soy igual que tú. No aceptó de ninguna de las maneras que se le pusiese encima de un pedestal. Se limitó a comportarse como un sirviente al servicio de su Señor. Jesús debía ser adorado por Cornelio y Pedro recompensado por su fidelidad.

La ilustración de Un mundo de locos pone la Biblia monumental como pedestal para el obispo. La realidad no es así.: “Edificados sobre el fundamento de los de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio (la Iglesia), bien coordinado va creciendo para ser un templo (espiritual) santo en el Señor, en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2: 20-22). La Iglesia de Cristo tiene como cimiento principal a Jesucristo y sobre éste se coloca la Biblia que es la Palabra de Dios revelada por el Espíritu Santo a los profetas y a los apóstoles y, sobre la Palabra se van colocando las piedras vivas que son los creyentes y que levantan la Iglesia el cuerpo de Cristo del cual Él es la Cabeza. Si se procede de esta manera la acusación de Flavia Company: “La imposición de la religión judeocristiana que tanto mal ha hecho a nuestras conciencias” no tendría razón de ser. En tanto la jerarquía eclesiástica persista en situarse por encima de Cristo y de su Palabra muchas personas seguirán reprochando a la iglesia institucional con razón.

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