Hacemos mención de los ídolos como figuras del pasado, de inciertos
significados, sometidas a la utilización por parte de los variados
sectores sociales. El rango de cada ídolo ha oscilado de la ridiculez
de los menos favorecidos, a la posición entronizada de los que
alcanzaron la proximidad del poder o las grandes jerarquías. Bien
entendido, que sus PRESENCIAS no han desaparecido en las sociedades de
la vertiginosa actualidad. Sus nuevas formas, aplicadas a las
prácticas más sofisticadas, continuan sorprendiendo. Las servidumbres
provocadas, los engaños sutiles o los beneficios abusivos, acechan por
doquier.
Subyacen entre los afanes dominadores con ese componente trucado que
les caracteriza. Tres MECANISMOS son sus principales soportes. El
poder de sugestión empleado con dotes demagógicas, alejado del
oportuno convencimiento a base de buenos argumentos; sus influencias
son aparentes, aunque eficaces. La increíble credulidad de grandes
grupos de gente. Así como la abdicación personal, con renuncia
explícita al esfuerzo dirigido por el raciocinio propio. La incidencia
de intereses complejos e intenciones ladinas, contribuyen a la
ampliación de los muñecos ofrecidos al vulgo; en un conjunto lioso
inabarcable para la gente corriente. Dicha complicación favorece
siempre a los manipuladores.
Por lo general, cada individuo es más propenso a la denuncia crítica
de las idolatrías contempladas por los demás; somos benevolentes con
las actitudes propias en estas direcciones. A través de las épocas
históricas, aunque aparecen peculiaridades novedosas, algunas figuras
son preponderantes; sea por la extensión de su aceptación, por las
nefastas consecuencias derivadas de su seguimiento o por la comodidad
de su implantación. El relato evolutivo de sus andanzas sociales
expresa un panorama elocuente de la CARENCIAS humanas en cuanto a
niveles de conocimiento fidedigno. Las deficiencias nos abocan al
funcionamiento basado en recursos de escaso fuste.
El listado muestra ejemplos orientados a insospechadas tendencias.
Francis Bacon resumió en cuatro figuras arquetípicas esas VARIABLES,
tribales, cavernarios, mercantilizados y las escenificaciones
ilustrativas. El enfoque asumido por cada grupo siempre aporta
diferencias, aunque la sustancia de las idolatrías medran por las
inquietudes del personal. ¿Cómo llegan a percibirse en la actualidad?
¿Qué utilidades pueden aportar? Quizá no sea exagerado hablar de
víctimas y aprovechados, también en estos asuntos.
Vemos como siguen en pie y con acérrimos seguidores, los idólatras del
sentimento de TRIBU. Esa cercanía con orejeras, ensimismada,
despreciativa de cara a formas de pensar diferentes. Su principal
defecto asienta en la consideración uniforme del conjunto de sus
componentes. El mero barrunto de semejante igualitarismo desmerece en
las mentalidades en ejercicio. La intolerancia dirigida a las
realidades ajenas forma parte de la estupidez humana. Las ventajas de
la versión tribal no compensan el acogotamiento de sus individuos. En
las nuevas versiones, desde lo ideológico a los grupos con algún
poder, la cerrazón de sus miembros ofrece un muestrario amplio de la
insensatez en tiempos de conexiones reticuladas.
Las actitudes mejoran poco cuando adoptamos las posturas un tanto
enajenadas del denominado ídolo de la CAVERNA. Aquí perdemos de inicio
ese toque de humildad que siendo patente lo olvidamos a diario; el
reconocimiento del fondo misterioso que nos envuelve. La profusión de
expertos de pacotilla manifiesta a las claras la plena actualidad de
la mítica adoración de cara a los pretenciosos oráculos intérpretes de
cuanto acontece. En economía, en politología, en la educación juvenil,
en la parafernalia de las religiones; continuamos con la acongojada
información petulante de quienes están adornados por las mismas
ignorancias que el resto de los mortales. Presentan conclusiones,
donde apenas disponen de tentativas enclenques.
Mucho habría que añadir al tercero de sus ídolos centrado en la PLAZA,
cualquiera que sea su sentido, mercado, zona de reunión o
aglomeración. La facilidad de los intercambios amplió el lugar escueto
de la plaza. La mayoría de los límites físicos fueron desapareciendo,
los intercambios se producen incluso en la nube, en una virtualidad en
la cual la presencia radica en señales analógicas o simples indicios.
Los productos ofertados alcanzan sectores impensables donde virtudes y
vicios, pasiones o meras elucubraciones pueden alcanzar cotas
dinerarias elevadas. Todo es susceptible de ser vendido; más todavía,
se comercia con entidades inexistentes para la gente corriente.
Francis Bacon citó también en estos predios a las elaboraciones
culturales pergeñadas para ser idolatradas, dependiendo más de sus
formatos de presentación que de sus verdaderos fundamentos. Encumbró
al TEATRO como una de las figuras representativas, en el sentido de
unas ornamentaciones dirigidas a la manipulación de la gente. Intuímos
enseguida su progresión en el tiempo. Porque ya estamos hartos de las
doctrinas adobadas para el forzamiento de las costumbres, cuando nacen
paradójicamente menesterosas, carentes de las seguridades anheladas.
Urden gran número de demostraciones y disfraces, metamorfosean el bien
o el mal, sin la mención de las mentalidades promotoras de la función.
Al fin, el flujo de los señuelos equívocos adquiere unos caudales
abundantes, no faltan las nuevas figuras, ni tampoco el nutrido grupo
de sus adoradores. Desde las programaciones teledirigidas, juegos
poquemitas, dioses deportivos, expertos de toda laya; la sinrazón
sitúa en curiosos pedestales a PERSONAJILLOS adheridos a la oquedad
mental manifiesta, cuando no lo están a la droga, la corrupción de
tramas implantadas en ramas altas de la sociedad, comportamientos
viciosos o voceríos que acallen cualquier pausa reflexiva.
En la historia de los humanos, una constante impera pujante, la fuerza
dominadora de los poderosos sobre los menos dotados. Uno de los
subterfugios modernos ha sido introducido bajo el beneplácito general,
un comportamiento masoquista un tanto paradójico. Me refiero al que
denomino 5º ídolo, el de un INDIVIDUALISMO acérrimo, incapaz de
valorar a las demás personas, a los conocimientos generales, a la vida
en común. Endiosado cada sujeto, sus reales caprichos, son la única
regla de comportamiento. Sin caer en la cuenta, o hacerlo demasiado
tarde, en la traducción de dicha actitud. Los potentados repartidos
por los sectores sociales encuentran presas facilonas en los sujetos
aislados en sus propias parcelas.
Este último ídolo cabe considerarlo también como un 5º jinete
apocalíptico, situado fuera de las consideraciones antropológicas, en
las cuales no tienen cabida los elementos aislados, engreídos de una
sustancia de la que no disponen. Aplicado en las distintas esferas
sociales, contemplamos a diario las rebosantes consecuencias nefastas
de sus actuaciones. Estamos lanzados a través de su PREPOTENCIA a una
escapada fogosa... hacia ninguna parte medianamente razonable.