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Jim Hoagland

Anegados por las consecuencias imprevistas

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WASHINGTON -- Hay pocas cosas igual de peligrosas en Oriente Medio que los profanos con buenas intenciones. Inevitablemente sus actos provocan consecuencias imprevistas a aquellos a los que pretenden llevar a una vida mejor. Pregunte a Job. O considere el caso de Mahmoud Abbás, cuyo amor propio herido a causa de la injerencia extranjera ha provocado su amenaza de dimitir como líder palestino.

Nadie podría acusar al Presidente Barack Obama ni al juez sudafricano Richard Goldstone de albergar segundas intenciones hacia el presidente de la Autoridad Palestina. Pero sus dignas iniciativas independientes han terminado empujando a Abbás a un infierno sin salida al tiempo que reducen las posibilidades de paz palestino israelí.

La política de Afganistán no es la única en necesitar de una revisión. El endeble enfoque de la administración Obama sobre el proceso de paz en Oriente Medio también precisa de un examen de manera urgente. El Plan A -- obtener concesiones de los estados árabes con las que equilibrar una congelación israelí de la construcción de asentamientos -- fue abandonado de la noche a la mañana después de que Obama saliera escaldado por ambas partes en la cumbre a tres bandas de septiembre. La administración ahora espera dejar atrás el callejón sin salida de los asentamientos pasando directamente a las negociaciones “de estatus final” alcanzando un acuerdo en torno a fronteras condicionales de un estado palestino independiente.

Pero los árabes están molestos otra vez y están desplazando la línea de meta: ellos dicen que la esperanzadora retórica del discurso de Obama en El Cairo el pasado junio ha sido contrarrestada por su fracaso a la hora de obtener la congelación de asentamientos -- que ahora se ha convertido en una precondición árabe para reanudar las negociaciones con Israel.

Los israelíes, por su parte, vuelven a confiar en el apoyo estadounidense, que sacude a los árabes aún más. El Primer Ministro Binyamin Netanyahu tuvo un recibimiento frío por parte de Obama y los líderes del Congreso cuando visitó Washington el pasado mayo. Fue informado de que debía aceptar el principio de un estado palestino, cosa que hizo a regañadientes el pasado verano.

Pero Netanyahu salió de la reunión del 9 de noviembre con Obama en la Casa Blanca con motivos para afirmar con solvencia que los dos caballeros habían hablado como aliados de paz en Oriente Medio y del programa nuclear de Irán -- fijando Obama una nueva fecha de caducidad de sus esfuerzos de diálogo con Teherán en diciembre. (Ese plazo venía venciendo en septiembre, y es casi seguro que volverá a agotarse otra vez.)

¿Qué sucedió en el ínterin? Parte de la respuesta es Goldstone y su informe encargado por las Naciones Unidas, en el que acusa a Israel de cometer crímenes de guerra durante su asalto en enero a la Franja de Gaza. Herido por las acusaciones y empujado por Washington, el gobierno israelí - que se negó a cooperar con la investigación de Goldstone - está debatiendo la posibilidad de llevar a cabo su propia investigación de la operación de Gaza.

Al margen de cuales puedan ser los méritos del informe de Goldstone -- y su importancia se ve perjudicada por la demonización deliberada de los motivos de Israel y las exculpaciones traídas muy al pelo de las acciones de Hamás -- parece haber sido redactado sin ninguna sensibilidad hacia las consecuencias políticas que traería de cara al proceso de paz. El informe también ignoró la preocupación que generaría en el Pentágono y las demás instancias militares occidentales que tienen fuerzas que combaten a guerrillas que utilizan a poblaciones e infraestructuras civiles como escudos en el marco del conflicto bélico asimétrico moderno.

En el Capitolio, las dudas acerca de Netanyahu fueron enterradas en un encuentro reflexivo en torno a Israel en el marco del ataque inspirado por las Naciones Unidas. El altercado Goldstone también ayudó a empujar a la políticamente sensible Casa Blanca Obama a una posición estadounidense más tradicional de apoyo a Israel. Abbás – que no vio venir la que se le venía encima -- toleró la petición de Washington de pedir a la ONU que retrasara la adopción del informe de Goldstone, sólo para dar marcha atrás cuando Jordania y Egipto se unieron a Hamás desatando feroces críticas a Abbás en sus medios de comunicación.

"Está herido, y enfadado," dice un funcionario árabe que ha hablado con Abbás hace poco. "Ha sido traicionado por todo el mundo, Egipto en especial," que se ha decantado por cooperar con Hamás en detrimento del movimiento Fatah de Abbás durante los últimos meses. El cambio radical egipcio (más provocado por los problemas internos de la sucesión que por factores regionales) también ha contrariado a Arabia Saudí, que está enfrascada en una guerra verbal cada vez más abierta y hostil con Irán, el patrono más importante de Hamás.

Se trata de una mezcla volátil de traiciones, fracasos e intenciones contrariadas por la realidad. Así que Netanyahu aún podría arrojar a Abbás un cable con los asentamientos aunque sólo serviría para mantener en el cargo a su debilitado contrincante.

La larga ocupación de territorio palestino por parte de Israel ha ayudado a fomentar el cinismo y el débil liderazgo por ambas partes que desconcierta a los presuntos arquitectos internacionales de la paz y la rectitud moral. Los profanos no pueden resolver este conflicto: sólo una decisión israelí de poner fin a esa ocupación cuanto antes puede conducir a la seguridad que los israelíes necesitan y merecen, y la dignidad a la que los palestinos aspiran a través de un estado propio. Esa es la decisión más genérica y vital que Netanyahu debe tomar.

Anegados por las consecuencias imprevistas

Jim Hoagland
Jim Hoagland
sábado, 21 de noviembre de 2009, 09:50 h (CET)
WASHINGTON -- Hay pocas cosas igual de peligrosas en Oriente Medio que los profanos con buenas intenciones. Inevitablemente sus actos provocan consecuencias imprevistas a aquellos a los que pretenden llevar a una vida mejor. Pregunte a Job. O considere el caso de Mahmoud Abbás, cuyo amor propio herido a causa de la injerencia extranjera ha provocado su amenaza de dimitir como líder palestino.

Nadie podría acusar al Presidente Barack Obama ni al juez sudafricano Richard Goldstone de albergar segundas intenciones hacia el presidente de la Autoridad Palestina. Pero sus dignas iniciativas independientes han terminado empujando a Abbás a un infierno sin salida al tiempo que reducen las posibilidades de paz palestino israelí.

La política de Afganistán no es la única en necesitar de una revisión. El endeble enfoque de la administración Obama sobre el proceso de paz en Oriente Medio también precisa de un examen de manera urgente. El Plan A -- obtener concesiones de los estados árabes con las que equilibrar una congelación israelí de la construcción de asentamientos -- fue abandonado de la noche a la mañana después de que Obama saliera escaldado por ambas partes en la cumbre a tres bandas de septiembre. La administración ahora espera dejar atrás el callejón sin salida de los asentamientos pasando directamente a las negociaciones “de estatus final” alcanzando un acuerdo en torno a fronteras condicionales de un estado palestino independiente.

Pero los árabes están molestos otra vez y están desplazando la línea de meta: ellos dicen que la esperanzadora retórica del discurso de Obama en El Cairo el pasado junio ha sido contrarrestada por su fracaso a la hora de obtener la congelación de asentamientos -- que ahora se ha convertido en una precondición árabe para reanudar las negociaciones con Israel.

Los israelíes, por su parte, vuelven a confiar en el apoyo estadounidense, que sacude a los árabes aún más. El Primer Ministro Binyamin Netanyahu tuvo un recibimiento frío por parte de Obama y los líderes del Congreso cuando visitó Washington el pasado mayo. Fue informado de que debía aceptar el principio de un estado palestino, cosa que hizo a regañadientes el pasado verano.

Pero Netanyahu salió de la reunión del 9 de noviembre con Obama en la Casa Blanca con motivos para afirmar con solvencia que los dos caballeros habían hablado como aliados de paz en Oriente Medio y del programa nuclear de Irán -- fijando Obama una nueva fecha de caducidad de sus esfuerzos de diálogo con Teherán en diciembre. (Ese plazo venía venciendo en septiembre, y es casi seguro que volverá a agotarse otra vez.)

¿Qué sucedió en el ínterin? Parte de la respuesta es Goldstone y su informe encargado por las Naciones Unidas, en el que acusa a Israel de cometer crímenes de guerra durante su asalto en enero a la Franja de Gaza. Herido por las acusaciones y empujado por Washington, el gobierno israelí - que se negó a cooperar con la investigación de Goldstone - está debatiendo la posibilidad de llevar a cabo su propia investigación de la operación de Gaza.

Al margen de cuales puedan ser los méritos del informe de Goldstone -- y su importancia se ve perjudicada por la demonización deliberada de los motivos de Israel y las exculpaciones traídas muy al pelo de las acciones de Hamás -- parece haber sido redactado sin ninguna sensibilidad hacia las consecuencias políticas que traería de cara al proceso de paz. El informe también ignoró la preocupación que generaría en el Pentágono y las demás instancias militares occidentales que tienen fuerzas que combaten a guerrillas que utilizan a poblaciones e infraestructuras civiles como escudos en el marco del conflicto bélico asimétrico moderno.

En el Capitolio, las dudas acerca de Netanyahu fueron enterradas en un encuentro reflexivo en torno a Israel en el marco del ataque inspirado por las Naciones Unidas. El altercado Goldstone también ayudó a empujar a la políticamente sensible Casa Blanca Obama a una posición estadounidense más tradicional de apoyo a Israel. Abbás – que no vio venir la que se le venía encima -- toleró la petición de Washington de pedir a la ONU que retrasara la adopción del informe de Goldstone, sólo para dar marcha atrás cuando Jordania y Egipto se unieron a Hamás desatando feroces críticas a Abbás en sus medios de comunicación.

"Está herido, y enfadado," dice un funcionario árabe que ha hablado con Abbás hace poco. "Ha sido traicionado por todo el mundo, Egipto en especial," que se ha decantado por cooperar con Hamás en detrimento del movimiento Fatah de Abbás durante los últimos meses. El cambio radical egipcio (más provocado por los problemas internos de la sucesión que por factores regionales) también ha contrariado a Arabia Saudí, que está enfrascada en una guerra verbal cada vez más abierta y hostil con Irán, el patrono más importante de Hamás.

Se trata de una mezcla volátil de traiciones, fracasos e intenciones contrariadas por la realidad. Así que Netanyahu aún podría arrojar a Abbás un cable con los asentamientos aunque sólo serviría para mantener en el cargo a su debilitado contrincante.

La larga ocupación de territorio palestino por parte de Israel ha ayudado a fomentar el cinismo y el débil liderazgo por ambas partes que desconcierta a los presuntos arquitectos internacionales de la paz y la rectitud moral. Los profanos no pueden resolver este conflicto: sólo una decisión israelí de poner fin a esa ocupación cuanto antes puede conducir a la seguridad que los israelíes necesitan y merecen, y la dignidad a la que los palestinos aspiran a través de un estado propio. Esa es la decisión más genérica y vital que Netanyahu debe tomar.

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Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
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