Fue una experiencia extraordinaria. Íbamos a un lugar
desconocido a hablar con desconocidos. El conserje-portero- hombre
para todo del Consulado Español en Lieja (Aurelio Tejón), fue
nuestro anfitrión. Nos acogió en su vivienda que ocupaba la tercera
planta del consulado. Allí iniciamos nuestro periplo en aquel país.
Hacía un frío terrible. Diez o doce grados bajo cero. Mucho para
nosotros. Pero los llevamos con un mínimo de dignidad y mucha
buena voluntad. Hicimos nuestro trabajo con bastante éxito. En una
de las reuniones que tuvimos en la casa de España, nos invitaron a
visitar, entre otros lugares de encuentro, el bar “el Malagueño”.
En todas las ciudades de cierta entidad del centro de Europa que
he visitado, casi siempre he podido encontrar un establecimiento con
las mismas características. Un nombre que recuerda el terruño, unos
carteles de toros y el “Viva España” de Manolo Escobar a todo
trapo. En ellos se discute de futbol como si fuera Canaletas o La
Cibeles. Se bebe lo que hay y se consumen los embutidos traídos las
últimas vacaciones. Los domingos paella; tortilla de patatas siempre.
Viendo el partido Bélgica-España de esta semana pasada, me he
acordado de aquel malagueño propietario del bar establecido en la
ciudad de George Simenón, una de mis referencias literarias. Me
dijo que había hecho un poco de fortuna trabajando duramente en las
cercanas minas arriba del Mosa (muchas veces citadas en las novelas
de Maigret). Ahora su vida consistía en dejar pasar el tiempo
rodeado de españoles y añorando su barrio de la Trinidad.
Es uno de los emigrantes que han disfrutado de la victoria de “su
equipo”, enarbolando sin pudor la bandera de España. Viéndolos, he
rememorado a aquellos cientos de compatriotas que visitamos
durante años en Suiza y Bélgica. Ellos pertenecían a la primera
generación, hoy luchan entre sus deseos de volver a España y la
negativa al retorno de sus descendientes que ya viven otra vida.
Estos solo quieren asomarse por aquí… de turismo.
Son esos muchos, que solo vienen a la fiesta veraniega de la
Virgen del pueblo y que el resto del tiempo cantan con Manolo
Escobar “España es la mejor” en el bar de “el Malagueño”, en
una de las numerosas cuestas de Lieja. Ellos son de aquí, aunque
ahora estén allí. Presumen de españoles; mucho más que algunos de
nuestros representantes en el Congreso. Cuando juega España
enarbolan sus banderas y se sienten otra vez conquistadores. Ellos
son mi buena noticia de hoy.