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La libertad de prensa y la prensa de libertad

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Son conceptos que se pueden parecer pero que definen realidades profundamente distintas. El stablishment, los gestores de la economía canalla (última derivada, hasta ahora, de la economía de mercado), enarbolan como primera y fundamental bandera de la democracia la libertad de prensa. La pregunta del millón es: ¿tiene algo que ver la libertad de prensa con la prensa de la libertad?

La libertad de prensa, entendida desde la visión de la libertad de mercado, es lo que es: la libertad para crear tantos y cuantos medios de comunicación como a cada cual le parezca oportuno y conveniente (que diría Mariano Rajoy, registrador de la propiedad cesante).

Yo me he pasado media vida dedicado a la formación de trabajadores en activo y demandantes de empleo. Siempre tuve claro que la formación la constituyen únicamente el profesor y el alumnado; sin embargo, lo que he podido contrastar en el curso de mi vida profesional es que la mayor parte de los recursos destinados a la formación no se destinan al profesor y el alumnado, sino a una serie de intermediarios que, aparte de acopiarse de la mayor parte de los recursos, hacen y deshacen a sus anchas, sin importarles una higa la calidad o la idoneidad de la formación que supuestamente gestionan.

Tengo para mí que la libertad de prensa, en innumerables ocasiones, contradice y quebranta la prensa de la libertad ¿Y qué cosa es cada una de ellas? En parte, ya lo he explicado, pero no me importa extenderme en ello.

La libertad de prensa es la posibilidad cierta de crear y dirigir un medio de comunicación, sin ningún tipo de cortapisas. Entender que un periódico, o una cadena de televisión, es una sociedad mercantil que, como cualquiera otra, está destinada a obtener el máximo posible de beneficios económicos. Lo mismo da, que da lo mismo, hablar de motos, fútbol, personajes famosos, que de política; el caso es ganar dinero y, por consiguiente, hacer lo posible para informar –sin ceñirse necesariamente a la realidad de los hechos- de lo que acontece en la medida que ello beneficie a la buena fama y propósitos del inversor.

La prensa de la libertad, en cambio, es aquella que permite a los periodistas contar lo que acontece tal y como los periodistas lo han conocido, sin cortapisa alguna, sin que el periodista se vea tentado a falsear la información por miedo a ser despedido de la empresa que le contrata.

Yo no tengo nada en contra de la libertad de prensa siempre y cuando esté subordinada a la prensa de la libertad. Y eso, en el mundo en que vivimos por estos pagos, en la dictadura de los mercados, lo veo imposible. Ser demócrata, hoy en día, es defender la prensa de la libertad por encima de la libertad de prensa.

La libertad de prensa y la prensa de libertad

Mario López
domingo, 4 de septiembre de 2016, 08:23 h (CET)
Son conceptos que se pueden parecer pero que definen realidades profundamente distintas. El stablishment, los gestores de la economía canalla (última derivada, hasta ahora, de la economía de mercado), enarbolan como primera y fundamental bandera de la democracia la libertad de prensa. La pregunta del millón es: ¿tiene algo que ver la libertad de prensa con la prensa de la libertad?

La libertad de prensa, entendida desde la visión de la libertad de mercado, es lo que es: la libertad para crear tantos y cuantos medios de comunicación como a cada cual le parezca oportuno y conveniente (que diría Mariano Rajoy, registrador de la propiedad cesante).

Yo me he pasado media vida dedicado a la formación de trabajadores en activo y demandantes de empleo. Siempre tuve claro que la formación la constituyen únicamente el profesor y el alumnado; sin embargo, lo que he podido contrastar en el curso de mi vida profesional es que la mayor parte de los recursos destinados a la formación no se destinan al profesor y el alumnado, sino a una serie de intermediarios que, aparte de acopiarse de la mayor parte de los recursos, hacen y deshacen a sus anchas, sin importarles una higa la calidad o la idoneidad de la formación que supuestamente gestionan.

Tengo para mí que la libertad de prensa, en innumerables ocasiones, contradice y quebranta la prensa de la libertad ¿Y qué cosa es cada una de ellas? En parte, ya lo he explicado, pero no me importa extenderme en ello.

La libertad de prensa es la posibilidad cierta de crear y dirigir un medio de comunicación, sin ningún tipo de cortapisas. Entender que un periódico, o una cadena de televisión, es una sociedad mercantil que, como cualquiera otra, está destinada a obtener el máximo posible de beneficios económicos. Lo mismo da, que da lo mismo, hablar de motos, fútbol, personajes famosos, que de política; el caso es ganar dinero y, por consiguiente, hacer lo posible para informar –sin ceñirse necesariamente a la realidad de los hechos- de lo que acontece en la medida que ello beneficie a la buena fama y propósitos del inversor.

La prensa de la libertad, en cambio, es aquella que permite a los periodistas contar lo que acontece tal y como los periodistas lo han conocido, sin cortapisa alguna, sin que el periodista se vea tentado a falsear la información por miedo a ser despedido de la empresa que le contrata.

Yo no tengo nada en contra de la libertad de prensa siempre y cuando esté subordinada a la prensa de la libertad. Y eso, en el mundo en que vivimos por estos pagos, en la dictadura de los mercados, lo veo imposible. Ser demócrata, hoy en día, es defender la prensa de la libertad por encima de la libertad de prensa.

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