Como era de esperar no hubo sorpresas en la primera sesión de investidura del aspirante, señor Rajoy, y
no esperamos que las haya, porque los milagros no se producen en estas materias, en la de mañana,
viernes 2, que será la consumación de lo que se ha convertido en la venganza de toda la izquierda y, hasta
de sus socios los de Ciudadanos, por haber sido el vencedor, por dos veces, de las legislativas y por haber
adelantado, en esta segunda ocasión en número de votos y en escaños a sus dos inmediatos adversarios el
PSOE y C’s, aumentando su distancia respecto a Podemos. Ciudadanos, por el momento socios del PP, ya
vienen anunciando, que formarán parte de la oposición junto al resto de partidos, salvo, ¡faltaría más! en
aquellas cuestiones que ellos mismos impusieron como condición para su sí en la sesión de investidura.
Yo me atrevería a decir que, más que un debate de investidura, donde el candidato expone su programa de
gobierno, como fue el caso de la presentación de Rajoy, en la que comentó sus logros pasados y dejó
constancia de sus proyectos de futuro, en el primer día de la sesión de investidura; pero que, por las
especiales circunstancias en las que nos encontramos de lo que, en realidad, se trató es de un meditado
ajuste de cuentas desencadenado a causa de la evidente personalización de la mutua antipatía entre
Sánchez y Rajoy y por el interés de los partidos de izquierdas en crear un clima de tensión, de repudio y
de descalificación del líder del PP, señor Rajoy, su principal enemigo para la consecución de sus designios
desestabilizadores, al que se dedicaron a criticar, desautorizar y a acusarlo de todo lo malo que ha ocurrido
en España, convirtiéndolo en el chivo expiatorio de la política de los últimos cuatro años y, a su partido, el
PP, de nido de corruptos, de delincuentes y de sinvergüenzas aunque, algunos de los que más se
esmeraron en esta tarea de embadurnar de fango al actual presidente en funciones, como fue el caso del
señor Sánchez, que tuvo el rostro de recriminar a Rajoy de tener un partido corrupto cuando él, en su
partido, ha tenido en la comunidad andaluza el mayor caso de corrupción que se ha dado en España, tanto
por la cuantía de los caudales supuestamente derrochados y desviados de sus verdaderos destino ( los
afectados por expedientes de reducción de empleo), como por el número de personas encausadas por
supuestos delitos de corrupción, malversación de caudales colectivos, dilapidación etc.
El resultado no se puede considerar, por el pueblo español, más negativo de lo que lo ha sido. España ha
entrado en una fase en la que, como decía en una entrevista el señor De Guindos, ministro de Economía, la
fuerza del empuje económico e industrial que vinimos consiguiendo en los últimos meses anteriores a las
elecciones de Diciembre, va disminuyendo poco a poco, porque era mucha y muy bien encarrilada, pero
cuando, como sucede a menudo, la fuente de energía se extingue, la inercia agota su recorrido y acaba por
detenerse y, si se trata del caso de un carruaje que se encontrara subiendo una cuesta empinada, las leyes
de la física y la gravedad, propician que se produzca el retroceso y con él, el propio peso del vehículo,
provoca una aceleración en sentido inverso cada vez mayor, cuyo resultado puede llegar a ser catastrófico
si no hay alguien que consiga detenerlo. El ejemplo no puede ser más válido para describir lo que está
sucediendo en estos momentos en nuestra nación.
La venganza de Sánchez se habrá consumado; Rajoy ha sufrido en sus carnes el amargo sabor de la
derrota pero, no nos engañemos los que, en verdad, hemos salido perdiendo como consecuencia del
resultado de esta investidura fallida, hemos sido el conjunto de ciudadanos españoles que nos vemos, de
nuevo, enfrentados al desgobierno de un país en el que no se pueden promulgar leyes o tomar decisiones
que exijan la existencia de un gobierno que pueda ejercer la totalidad de las funciones que le están
encomendadas. Mientras, los verdaderos problemas que acechan al país, amenazan con convertirse en
graves e insolubles, propicios a colapsar en cualquier momento, llevándose por delante todo el arduo
trabajo y los sacrificios que han comportado estos penosos años de crisis para todo el pueblo español. En
una palabra, volver a aquella etapa, al final de la legislatura del señor Rodríguez Zapatero en la que
España estuvo a punto de quiebra soberana y, como mal menor, pedir a Europa aquel mismo rescate que, a
la postre tuvieron que pedir los predecesores de Podemos en aquella nación, a pesar de haberse mostrado
dispuestos a enfrentarse de tú a tú con la misma CE.
Sin embargo, España está si presupuestos para el próximo 2017 y, según el señor Guindos, no parece que
de tiempo de discutir unos nuevos presupuestos y los correspondientes estudios sobre el tope de gastos
para las comunidades autónomas, cuando seguimos sin gobierno y, lo probable, será que, antes de afrontar
una multa comunitaria, por no cumplir con el plazo de entrega, 15 de Octubre, de dicha información al
correspondiente organismo europeo, va a ser necesario la prórroga de los del 2016 que, por supuesto, no
contendrán las modificaciones precisas para cuadrar las partidas de gastos e ingresos.
Todo apunta a que, el inmovilismo, que tanto reprochó a Rajoy el señor Sánchez, se le haya contagiado a
él y siga anclado, como un don Tancredo, en la postura intransigente que ha mantenido hasta la fecha.
Algunos piensan que el mes de Octubre puede traer cambios pero, a la vista del encono existente entre los
distintos partidos que forman el arco parlamentario, mucho tememos que, las posturas de cada uno de
ellos, puedan variar de forma que fuera suficiente para salvarnos de tener que recurrir, como parece que la
mayoría ya da por descontado, a las temidas terceras elecciones legislativas, para recochineo de las
naciones que siguen atentas este rocambolesco proceso y desesperación de los ciudadanos españoles que,
cada día que pasa, se sienten más divorciados de los políticos, a la vez que temen que, tanta interinidad,
acabe por pasarnos factura a la hora en la que pretendamos recobrar la normalidad.
Algunos, los más pesimistas, seguimos pensando que, el señor líder del PSOE, sigue ilusionado en que, el
Rey, pasado este tiempo en el que Rajoy intente reconstruir sus posibilidades de gobernar, lo vuelva a
designar como aspirante a ser investido presidente del gobierno. Datos, en este sentido, no faltan y
facilidades por los partidos de izquierdas y separatistas no parece que le vayan a faltar y, la aritmética
parlamentaria, con apuros y, a base de una mezcolanza absurda de distintas modalidades de pensamientos
y propuestas izquierdistas, lo permite. Las sonrisas de satisfacción, apenas disimuladas, del señor Sánchez,
durante la sesión de investidura, cada vez que los separatistas, con el inefable Tardá, o el propio Pablo
Iglesias, convertido en un vasallo dispuesto a seguir a su “señor” en su camino hacia la presidencia del
gobierno, eran harto significativas del placer que le causaba contemplar, por segunda vez, la posibilidad
de intentar ser nombrado presidente del gobierno.
Un escollo que no sabemos si puede ser suficiente para ponerle el freno a este fanático aspirante al poder.
Para conseguir el número preciso de apoyos tendría que recurrir a los nacionalistas catalanes y vascos. El
último congreso del PSOE puso dos condiciones a Sánchez: la primera que no permitiese a Rajoy
gobernar y la segunda que no pactase nunca con los separatistas. ¿Seguiría en pie esta línea roja en el caso
de que Sánchez consiguiera, pactando con ERC y PDC, alcanzar su sueño de gobernar España? No se
sabe. Se dice que el malestar dentro del partido socialista es palpable, que muchas de las figuras señeras
de la formación están en contra de la postura extremista de su líder y que serían partidarios de abstenerse
en la segunda votación para permitir que Rajoy formara un gobierno en minoría; sin embargo, no parece
que, a ala hora de la verdad, tenga ninguno de ellos los arrestos precisos para enfrentarse directamente con
Sánchez, aunque motivos no les falten si tenemos en cuenta que, con él al frente del partido, los socialistas
no han hecho otra cosa que ir retrocediendo en todos los comicios a los que han concurrido. Pero, si nos
fiamos de las leyes de Murphy, podríamos pensar que la posibilidad de que esta catástrofe se produzca, no
puede descartarse de ninguna manera.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, a la vista de cómo transcurren los
acontecimientos, precisaríamos de alguien, algún gitano, que supiera, como se dice, en lenguaje romaní,
Dukkering ( decir la buenaventura), para que nos anticipase lo que nos espera en los próximos meses que,
si Dios no lo remedia, es muy posible que tengamos que ver y pasar por circunstancias que nunca, los que
ya peinamos canas, pensábamos que volveríamos a tener que vivir.