“Aunque ya nada
Pueda devolver la hora del esplendor en la hierba,
De la gloria en las flores;
No hay que afligirse,
Porque,
Siempre la belleza subsiste en el recuerdo”.
Wordsworth, en Signos de la inmortalidad.
La poesía es inmejorable para la evocación de sensaciones espléndidas que por otros
cauces solemos dejar desfiguradas. De hecho, los razonamientos ejercen con
frecuencia labores enturbiadoras. Los argumentos pierden consistencia. Los que aún
estamos vivos experimentamos sentimientos importantes, a pesar de las distorsiones
originadas por las diferentes modos de pensar. Las EXPLICACIONES resultan
complejas, si no son realmente inexistentes; lo cual no obsta para la existencia
simultánea de sensaciones e ideaciones bien razonadas. Ambas resultan valiosas,
obligadas a la mencionada convivencia, si bien las desaveniencias entre ellas
provocan altercados y diversas actuaciones culturales.
¿En qué consiste la necedad? ¿Ignorancia? ¿Tontera? ¿Enajenación? Don Antonio
Machado dijo aquello de: “Todo necio confunde valor y precio.” Quedó como sentencia
de cara a la posteridad. Sin embargo, su ambigüedad es notable por la imprecisión de
los términos empleados. El valor y el precio son conceptos diferentes. A la hora de su
captación, cada persona acude con sus PERSPECTIVAS, los observa con matices
peculiares. Los listos o los tontos, aprecian los fenómenos desde ángulos
controvertidos, coincidentes o no. Valoramos tonterías en multitud de
pronunciamientos, como no hacemos caso de aspectos relevantes de la vida. El sino
de los humanos es reacio a las posiciones codificadas.
En las manifestaciones cotidianas en el ámbito privado o en los puestos de cara al
público, suele proliferar una DISTORSIÓN muy propicia para el incremento de la
confusión con respecto al precio pagado por un determinado valor. Proclamar una
postura y actuar con otra determinación es casi habitual. Entramos en el terreno de las
intenciones, probabildades, porcentajes, suma de actuaciones; circunstancias que nos
retrotraen a la cuestión de las perspectivas. Con ese carácter polifacético del individuo
hemos de contar; sobre todo en los momentos de conexiones cambiantes a una
velocidad de vértigo. La tasación de las ideas valorativas corre el riesgo de las
imposiciones por parte de quién las pretende y puede ejercerlas.
El rasgo entrañable del LUGAR de NACIMIENTO no ofrece alternativas, circula por los
adentros individuales provisto de los afectos más sentidos. Hasta en las peores
condiciones rigen desde la intimidad, desde las condiciones nativas; como el bagaje
constitutivo, siempre presente, aunque pueda permanecer en el subconsciente. Junto
a los acompañantes de ese comienzo vital, configura uno de los sellos definitorios,
sobre el cual repercutirán las influencias posteriores. No se va a librar de los
contrastes con la realidad posterior, ni de las paradojas o contradicciones indeseadas.
Para las bondades o para las crueldades, el punto de partida sitúa los brotes de la
aventura existencial; en una mezcla de libertad y limitaciones.
Al son de los versos de Wordsworth, si alguna vez florecieron las mejores cualidades,
las mentes limpias de mensajes sucios, la bondad y la belleza; alegrarán nuestro
ánimo porque permanecerán dibujadas en el RECUERDO. La suma de dichas
cualidades magníficas mantendrá viva la llama gratificante de la ilusión. De hecho,
tendemos a quedarnos con la memoria de los buenos antecedentes propios, velando
los menos presentables. Las aportaciones en favor de la belleza, en un sentido amplio,
serán el primer escalón para hacer posible aquellos recuerdos tonificantes. La mera
actitud indolente, aparte de inútil, nos conduce a una apreciación despreciativa de los
aspectos espléndidos de la Naturaleza o de las aportaciones ajenas.
Cuando los improperios invaden los diálogos, las desmesuras maliciosas son
habituales y ya no parece factible la creencia en algo fiable; en esa desmejorada
posición, hasta los anhelos estupendos los contemplamos como turbios. La
generalización desfavorable impone sus reales, alimentada por unas corrientes
practiconas, olvidadas de los componentes imprescindibles para la obtención de la
felicidad humana en la práctica. Ahora es necesario ESCARBAR entre la marabunta
con verdadero desparpajo, para los hallazgos sublimes de la belleza, la confianza, la
empatía, la camaradería y el trato solidario. Sin esa labor de búsqueda ferviente,
permanecerán disueltos en la maraña los brillantes recursos.
En cuanto a las existencias de cara al futuro..., no pasan de ser una quimera
sobrenadante, de características imprecisas. Entre la fugacidad trágica de los
humanos, algunos resquicios permanecen abiertos para la decisión personal libre, con
la tarea pendiente del ensamblaje con las libertades de los demás. El equívoco suele
ser manifiesto, con el entusiasmos dirigido a los logros colectivos y algunas ventajas
también para el progreso del ciudadano común; pero con abandonos trágicos y crueles
de ingentes números de personas. La exigencia de ser INTEGRADORES no es
compatible con el talante excluyente; si bien las labores de colaboración son
incesantes ante la renovación continua de las perspectivas.
La complejidad de los seres humanos, factores constitutivos, psiquismo, condiciones
ambientales o relaciones con el resto de la sociedad; tendemos a tratarlos como
impulsos divergentes, nos detenemos en los efectos separadores. Silenciamos y
combatimos con extrema facilidad al conjunto de aportaciones discordantes;
enfrentados a la realidad CONVERGENTE de la gran variedad humana. Generamos
un contrasentido importante, vamos en dirección opuesta a las características
fundacionales de nuestra existencia, que exigirían el punto de partida de las
incontables conexiones. Alejados de esa conjunción, tropezamos a diario con la
disparidad intolerante de nefastas consecuencias.
Por desgracia, el apocamiento de mucha gente resulta insolvente; quienes adoptan
posiciones activas impondrán sus criterios, quedando demostrado por la práctica su
poca afinidad con los abstencionistas, a los cuales utilizarán. El gran hermano
benefactor todavía está por venir; los fuertes van a lo suyo. En el otro extremo están
los agresivos, apabullantes para el resto. El requisito equilibrante pide una mayor
participación de todo el conjunto en número y calidad. Aunque la INERCIA mantiene
lanzados a los agresivos y retarda el arranque de los apocados.
De donde cabe una deducción importante, el ESPLENDOR y la belleza surgen de dos
versiones complementarias. La procedente de la Naturaleza, espontánea y generosa,
siempre que no la combatamos con impedimentos. Y la derivada de las atenciones
cuidadosas dedicadas a las raíces alimentadas desde las innumerables perspectivas
humanas. Esas maravillas embellecerán los recuerdos.