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Desperté de madrugada para ver y escuchar la segunda parte del debate de
Investidura, o sea, no tengo arreglo; pero bueno, me acepto como soy y
pido perdón por ello.
Del resultado final qué decir, absolutamente nada porque no existe
capacidad de asombro y la palabra parlamentaria no tiene valor alguno pues
sobre ella planea la cruel disciplina partido.
Para un servidor, todo un mundo de contradicciones, el mejor de los
que han intervenido a bastante distancia del resto ha sido el gallego
Mariano que, con su retranca parlamentaria, ha ido difuminando las
intervenciones del resto de oradores.
El que ha sabido defender su postura, muy difícil por cierto, Albert
Rivera; creo que ha salido reforzado a pesar de sus pactos a dos cartas, o
sea, a derecha con el PP y a izquierda con el PSOE.
Pablo Iglesias va camino de la repetición total con ese ya muy visto
lenguaje o discurso de las “gentes” y su defensa, sin venir a cuento, de
exJEMAD Julio Rodríguez.
Y Pedro Sánchez, el hombre del NO, al que por fin ha entendido el
Presidente en funciones, va apagándose lánguidamente poco a poco y ya
queda muy poco de aquel hombre rocoso que ha salido malparado en su
enfrentamiento dialéctico con Rajoy.
Y poco más, el viejo parlamentarismo, el de la réplica sin papeles de
por medio, o sea, el usado por el “apestado” gallego se ha impuesto, de
todas todas, al nuevo pero ajado lenguaje de la nueva política; y es que el
pequeño detalle, la ironía, la cachaza y el desparpajo de Rajoy ha
prevalecido sobre las ya consabidas retahílas de Iglesias, el no por el no de
Sánchez, la desfachatez de Tardà y el aburrimiento pedagógico de Alberto
Garzón; al resto, ni lo nombro.
Todo este barullo parlamentario necesita de una pizca de sal y
pimienta para que el personal, ahí quedo incluido, no bostece más de la
cuenta especialmente cuando el final está anunciado de antemano.
Hasta más ver.
www.josegarciaperez.es
Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.
Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.
El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.
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