Coincidirás conmigo en la importancia que adquiere en nuestra vida todo
aquello que aporta positividad, es decir, que incide sobre la visión que tengo
del mundo y como al mismo tiempo lo percibo e interpreto.
En muchas ocasiones me han pedido que explique la importancia de la actitud,
el optimismo y la percepción de nuestra realidad y cómo influyen en la manera
que afrontamos la vida. Si tenemos una tendencia a vivir centrados en lo
negativo es como si toda nuestra vida la observaremos a través de unas gafas
de sol muy oscuras, mirarías a través de ella, al principio te molestaría mucho
pero sin darte cuenta te vas acostumbrando a ver esa realidad reducida y vives
con menos claridad, tanto es así que llegaría a molestarte la luz.
Ese mismo efecto nos sucede cuando prestamos atención únicamente a los
problemas, sobre todo a aquello que sientes que te superan y con los que no
vas a poder. Es como si al buscar algo en una mesa situaras tu cabeza a un
palmo de distancia de la misma e intentases descubrir todo lo que está encima
de ella. Te darías cuenta que a duras penas podrías observar unas cuantas
cosas. Sin embargo, cuando te separas de la misma un metro o dos amplias tu
visión, solo entonces eres capaz de percibir toda la mesa y verás que eres
capaz de localizar ese objeto que buscabas. Esto mismo sucede cuando
centras toda tu atención en las complicaciones y pensamientos negativos que
te puede traer un problema, es como si te pegases tanto al mismo que es
imposible que puedas descubrir alternativas o aquello que seguramente andas
buscando.
Existen diferentes formas de cambiar tu percepción, es decir, de quitarte las
gafas oscuras o separarte de las ideas negativas que intentan hacer que
observes el problema de manera sesgada o que te impidan ver toda la
realidad. Por una parte tienes las emociones positivas que generan cambios
físicos que repercuten en la manera en la que percibimos e interpretamos
nuestra realidad, que influyen sobre nuestra actitud y que modulan la manera
en la que interpreto lo que me sucede.
Como ves, es fundamental la actitud con la que afrontas la vida, esa actitud
que no solo se queda en un pensamiento o un sentimiento sino que conjuga
pensamiento, ideas y creencias. Pero que que debe de verse reflejada en tu
comportamiento y tus emociones.
Pero sin duda alguna debemos de potenciar en los más pequeños esta
capacidad de percibir la realidad desde la gestión emocional, así como el
mostrarles estrategias que les ayuden a cambiar la mirada, como verás es una
forma de vivir que implica transformar nuestras vidas desde el sentido. Eso solo
es posible priorizando sistemas educativos que valoren a la persona como
gestora de su propio cambio, entendiendo que la vida en la que se embarcan
nuestros hijos e hijas es un continuo proceso de crecimiento personal dirigidos
a priorizar por encima de todo su bienestar y el de sus comunidades.