La organización no gubernamental Amnistía Internacional (AI) ha afirmado este
jueves que si Francia no da marcha atrás en su decisión de prohibir el 'burkini' se
perderá una oportunidad para acabar contra el abuso de los derechos de
expresión y religión de las mujeres.
"El caso considerado ofrece una
oportunidad para que el sistema de
justicia francés retire una prohibición
discriminatoria azuzada y que azuza el
prejuicio y la intolerancia", ha dicho el
director de AI para Europa, John
Dalhuisen.
Así, ha recalcado que "las autoridades francesas deben dejar de lado los
argumentos de que estas medidas hacen algo a la hora de proteger los derechos
de las mujeres", insistiendo en que "las medidas invasivas e incriminatorias como
esta restringen su posibilidad de elegir".
"Estas prohibiciones no tienen nada que ver con mejorar la seguridad pública y
promueven la humillación pública", ha dicho, agregando que "la aplicación de las
mismas ha llevado a abusos y al tratamiento degradante de mujeres y niñas
musulmanas".
"Si las autoridades francesas estuvieran realmente comprometidas con la
protección de la libertad de expresión y los derechos de las mujeres, estas
prohibiciones abusivas serían retiradas de forma inmediata e incondicional", ha
remachado Dalhuisen.
Este mismo jueves, el primer ministro
francés, Manuel Valls, ha defendido la
prohibición del 'burkini' que se ha
impuesto en 15 localidades costeras
en Francia, y ha alegado que el país se
encuentra inmerso en "una batalla de
culturas" y que la prenda, diseñada
para que las mujeres musulmanas
puedan bañarse en público sin
mostrar su cuerpo, es un "símbolo de
la esclavitud de las mujeres".
Esta semana, una serie de imágenes
que muestran cómo varios agentes de
Policía obligan a una mujer
musulmana a quitarse el 'burkini', ante
la mirada de decenas de personas en una playa de Niza, se han vuelto virales en
miles de miembros de la comunidad musulmana en Francia, que temen ser aún
más estigmatizados.
Al contrario que Valls, la ministra de Educación francesa, Najat Vallaud-Belkacem,
que es de origen marroquí, ha pedido cautela a los miembros de su Gobierno, ya
que ha defendido que la retórica utilizada por algunos defensores de la medida
roza el racismo y la islamofobia.