Hace apenas unos días, Gorka Maneiro, líder de UPyD anunciaba que después de 8 años
presentes en el Parlamento Vasco no van a concurrir a las próximas elecciones autonómicas.
Según los datos que manejaban, los resultados no serían buenos y han decidido que no
estaban preparados para presentarse con garantías y han dado un paso atrás para
reorganizarse y fortalecerse.
Tengo que reconocer que tengo una pequeña debilidad por UPyD desde que les conocí a nivel
local en el brevísimo período en el que fui concejal por Ciudadanos en Las Rozas.
Ya en ese momento me parecían unos “locos” maravillosos que luchaban a su aire por
defender sus principios sin casarse con nadie, y eso, a pesar de los momentos difíciles por los
que pasaba su partido.
Esa pequeña debilidad mía por los magenta se ha ido haciendo más grande a medida que veo
los pasos que van dando.
No debería ser una novedad ni un motivo para la alegría ver sensatez en las acciones de un
partido, pero en España nos tienen tan acostumbrados a vivir en un vodevil político
permanente que una gota de sentido común en el océano del absurdo nos calma
temporalmente la sed.
Valoro enormemente la humildad del gesto de Maneiro y su partido. Me genera confianza
saber que sólo hacen las cosas cuando de verdad se sienten preparados para hacerlas bien.
Por supuesto para muchas mentes, fundamentalmente para las mediocres, un paso atrás
equivale a una disolución del partido.
En la universidad leí una frase de Henry Ford que me inspiró y que desde entonces siempre
tengo escrita en algún lugar visible en los lugares donde trabajo: “El fracaso es la oportunidad
de empezar otra vez con más inteligencia”.
En España, a diferencia de otros países más prósperos y más avanzados, no tenemos cultura
del fracaso.
La connotaciones que los españoles hemos dado a la palabra “fracaso” son terribles. El fracaso
no debería ser un punto final, que es como lo entendemos ahora mismo.
Los grandes triunfos vienen siempre precedidos de pequeños o enormes fracasos. Fracasar es
un punto seguido si somos capaces de aprender de él, crecer y reinventarnos.
No existe una fórmula mágica o una receta para hacer las cosas de forma correcta. Es más, lo
que para unos está bien hecho para otro en un desastre.
Lo que es seguro es que si mezclamos una buena dosis de principios con un poco de humildad
y otro poco de sensatez estaremos en la senda para conseguir aquello que nos proponemos.
Este es el segundo artículo que escribo ensalzando a UPyD en poco tiempo. Cuando no me
gusta lo que hagan por supuesto, lo escribiré, pero por ahora…….
¡Enhorabuena por vuestra sensatez!