A pesar de las declaraciones de Pedro Sánchez en el partido Popular parece
que no quieren aceptar la situación. Saben que sin la abstención del partido
socialista no podrán formar gobierno, pero en una especie de huida hacia
adelante, no se dan por vencidos. Como, aparentemente, todo es posible, no
desisten en su propósito sabiendo que los números no dan, aunque sea por
poco.
Además el PP sabe que tendrá un otoño cargado de procesos sobre
corrupción, lo que dificulta aún más las cosas. Las 11 abstenciones que le
faltarían, en la segunda votación para lograr la investidura por mayoría
simple no son logrables en los días que quedan.
Porque parece que los partidos nacionalistas vacos y catalanes no están por
la labor de dar su apoyo parlamentario a Rajoy. Y aunque el PP pide apoyo
a PNV y al Partit Demócrata Catalá no es esperable que lo consiga. De
todos modos, Rivera, por si acaso, ya advierte de que no son compatibles
con lo que defiende Ciudadanos y con su acuerdo. Ya que las
contrapartidas que pueden exigir los nacionalistas a cambio del apoyo en la
investidura puede que no sean aceptables.
Las líneas rojas que no deben ser sobrepasadas por cualquier negociación
entre partidos son, a mi juicio, la creación de empleo estable y de calidad y
también el aumento de la protección social para todos los ciudadanos que
de verdad la necesiten. Lo demás, ya no es tan esencial, aunque sea
importante. En este sentido, que el PP discrepe y no esté de acuerdo con el
contrato único o con medidas para incentivar a los autónomos, por miedo
al posible fraude parece más bien una excusa de poca entidad. Porque los
engaños a la Administración se pueden descubrir con controles muy
minuciosos y estrictos, que son los que generalmente se realizan por norma.
Otra cuestión es el coste económico de estas medidas, pero si se aplican
bien y están coherentemente estructuradas darán buenos resultados y
compensarán sobradamente.
Existe en España demasiado empleo basura de poca calidad y una
desprotección de las pequeñas empresas, que son el tejido productivo
fundamental de nuestro país, algo dicho reiteradamente por los expertos. Y
la precariedad en el trabajo y la excesiva temporalidad del mismo está
perjudicando el nivel de vida de muchos ciudadanos.
Va siendo hora de que haya una mayor igualdad salarial o de ingresos. Y
que se incentiven mucho más los contratos indefinidos, por parte del
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ejecutivo que llegue a gobernar después de las terceras elecciones del 25
de diciembre.
Está claro que las próximas semanas pueden ser apasionantes por la
cantidad de interrogantes y por la incertidumbre ante el panorama político
que se aproxima. La crisis de la democracia española parece que está en su
pleno apogeo.