Norbert Bilbeny catedrático de Ética en la Facultad de Filosofía de la
Universidad de Barcelona ha escrito el libro titulado La vida avanza en
espiral que lleva el subtítulo: Conversaciones sobre ética con mi nieto. Es
una obra interesante e instructiva, porque a lo largo de sus páginas
aparecen, de forma coloquial, algunos de los grandes temas metafísicos y
éticos sobre los que cualquier persona reflexiona en su existencia. Escribe
en esta obra con un estilo que no es muy técnico, sin jerga filosófica.
Parece que la esperanza y la memoria son las dos bases esenciales que
sirven de base para la proyección vital de los individuos.
Además, también es cierto que Flaubert escribió que la vida debe ser una
incesante educación. Porque la fugacidad de la existencia y sus
limitaciones y finitud no impiden el aprendizaje continuo. Bilbeny insiste
en que la vida no es un círculo cerrado, aunque a veces pueda parecerlo, ya
que se avanza temporalmente hacia adelante, con las aportaciones de las
experiencias y los avatares.
Y somos seres sociales influidos por las convenciones y prejuicios de la
sociedad, pero libres para tomar decisiones coherentes con nuestra
reflexión y sentir. Y la imperfección inevitable de todo ser humano es lo
que posibilita nuestro perfeccionamiento sin límite en el curso de la
existencia individual. Norbert Bilbeny escribe: “Es cierto que tenemos
responsabilidades con las generaciones del futuro, para hacerles un sitio.
Pero también con las del pasado, para salvar la identidad que tuvieron”.
Pero, a mi juicio, el futuro es algo muy volátil e imprevisible en sus rasgos
más específicos, por tanto, considero que lo esencial es preservar la
identidad y el pasado en sus justos términos y sin malinterpretaciones y
tergiversaciones.
Vivimos en una sociedad líquida, consumista, materialista y relativista.
Únicamente importa vivir el momento, el presente de cada día, ya que es lo
que podemos más o menos controlar. Y no es que esté mal este
planteamiento, todo lo contrario. Pero los seres humanos no pueden
conformarse con eso, ya que es poco. Deben aspirar a más, a una existencia
más llena de emociones, de creatividad, de arte, de invenciones, etc.
Porque, si no es así, el ser humano se convierte en una especie de autómata
sin reflexiones profundas y sin retos a superar y la existencia pierde una
parte de su valor y significación. Como decía Pascal somos una caña
pensante, casi cualquier cosa nos puede matar, pero el pensamiento nos
hace grandes.
Conformarse con una existencia superficial estoy convencido de que es un
error, pero parece que es una actitud que existe en la sociedad actual.
Aunque es cierto que cada sujeto es muy libre de vivir sin pretensiones de
ningún tipo en el más simple hedonismo. El dulce no hacer nada puede ser
también un objetivo vital, pero no me parece acertado.
La vida considero que debe ser lucha, fundamentalmente, para dejar la
huella de nuestras creaciones y cambiar las cosas a mejor. Lo que también
convierte en casi imposible el aburrimiento o el tedio vital.
Las reflexiones que elabora Norbert Bilbeny tratan muchas cuestiones en
un diálogo ágil y ameno que no dejan indiferente a nadie, ya que aborda las
eternas cuestiones del bien y del mal, de las emociones, la brevedad de la
vida, la libertad, el suicidio, la muerte, etc. Y expresa sus planteamientos de
un modo muy claro.