Buscamos continuamente la erradicación de la violencia de género mostrando ante la misma la más grande de las repulsas. Campañas televisivas, manifestaciones, actividades de concienciación en centros educativos... Siempre enfocadas a la protección de las mujeres, esas que cada año se convierten en víctimas físicas, psicológicas e incluso mortales por centenares en nuestro país. Y esos son sólo los casos denunciados.
¿Pero qué pasa con los hombres? ¿Cuántos casos se denuncian? ¿Significa pues que no existe violencia del género femenino al masculino, o que la sociedad no los ha preparado para denunciar su realidad?
Lo más probable es que el hombre apuñalado en las Islas Canarias hubiera sufrido ya alguna situación alarmante con su pareja. Cuando los celos son los causantes de extrema violencia, éstos suelen contar ya con una trayectoria anterior y, en estos casos, la agresividad deja de ser cosa de hombres. El ser humano es racional por definición, pero en ciertas ocasiones nuestros instintos más primarios afloran y nos convierten en bestias.
El día en que toda persona sea consciente de la importancia del respeto por la vida ajena y que comprenda que nadie tiene el derecho de arrebatársela, la humanidad avanzará un nuevo eslabón en la escala evolutiva. Y sin embargo, siendo una premisa tan sencilla, queda tanto por hacer que parece una utopía que jamás se cumplirá.
No hay que preparar a las mujeres para que eviten ser víctimas ni a los hombres para que eviten ser maltratadores una vez entran en la pubertad. Hay que educar a cada individuo desde que nace en el respeto por la libertad y por la vida.