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El contubernio PSOE- Podemos, sigue amenazando el futuro de España

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En realidad, en estos días estamos viviendo, en España, la máxima expresión de lo que se podría considerar como el desideratum de aquello que sin duda se podría calificar como el papanatismo de la clase política, en el que todos los partidos que, de una forma u otra, tienen algo que decir en el panorama público de esta nación, da la sensación de que han decidido cambiar sus roles, como si los que han ido perdiendo votos y escaños durante las dos pasadas elecciones legislativas, pretendieran fijar la senda o el camino que el vencedor tiene que poner en práctica, obligándole o intentándolo al menos, a modificar su programa de gobierno, por el que fue el que más votos y escaños recibió del electorado; para, infringiendo todas las normas de la más elemental lógica, intentar introducir los suyos que, curiosamente, no recibieron el refrendo de los votantes y, si lo hicieron, sólo en un porcentaje muy bajo en comparación con el PP, el partido presidido por Mariano Rajoy, que fue el único que consiguió aumentar, sensiblemente, el apoyo ciudadano, consiguiendo elevar sus resultados de 123 a 137 escaños.

Las sinrazones se han erigido en argumentos que, frívolamente, vienen exhibiendo machaconamente partidos como el PSOE del señor P.Sánchez que, habiendo cosechado descalabro tras descalabro en las últimas confrontaciones electorales, pretende presentarse como el mejor, el más preparado, el que tiene la piedra filosofal en su mano para sacar a España de una imaginaria situación de desastre total que, curiosamente, nada tiene que ver con la realidad que, tercamente, se empeña, datos en mano, en refutar estos augurios calamitosos que intenta hacernos creer el obcecado e iluso secretario general de un partido socialista en el que ya empiezan a aparecer goteras, de momento en fase inicial, pero que mucho nos tememos que, de persistir en su actitud de “no comer ni dejar comer” de su líder, es posible que pronto surja un valiente que le pida cuentas respecto a su obsesión de llevar a su partido hacia la catástrofe total.

La reunión que, esta mañana, han sostenido, por cuarta vez, el señor Rajoy con el señor Rivera parece ser que, contrariamente a lo que venían anunciando algunos de los enterados de siempre, no ha sido de discusión o enfrentamiento respecto a las exigencias de Ciudadanos, para poder iniciar el diálogo para un posible apoyo de esta última formación política a una hipotética investidura de Rajoy; tanto de lo dicho por Rivera después del encuentro, como por lo que se ha deducido de la comparecencia de Rajoy ante la prensa, más bien parece que el uno ha aceptado sin oposición las condiciones del otro que, con la natural satisfacción de quien ha conseguido su objetivo, se ha limitado a ratificar que el PP ha aceptado someterse a sus condiciones en los mismos términos en los que le fueron planteados. No lo han logrado a cara de perro pero tampoco se puede decir que ambas partes negociadoras hayan mostrado demasiada alegría con el compromiso. En primer lugar porque es ahora cuando la comisión que se nombrará deberá acordar los extremos en los que tengan divergencia y los medios para intentar solucionarlas.

El señor Ribera, sigue siendo un claro perdedor en los pasados comicios que, sin embargo acaba de conseguir una victoria moral que le permite alzarse como un verdadero intermediario para favorecer la posible investidura de Rajoy. Para mí, como simple observador, no me parece que, para iniciar unas negociaciones sea bueno imponer condiciones previas a la otra parte. En todo caso, estas condiciones se deberían haber negociado dentro de las posteriores discusiones que tendrían lugar entre ambos partidos para concretar si tenían acuerdos suficientes que le permitieran a Ciudadanos apoyar la investidura del señor Rajoy. Esto de declararse “primus inter pares” como ha hecho el señor Rivera, pretendiendo situarse en una posición superior, al menos dentro del ámbito moral, respecto a la otra parte negociadora, aparte de constituir una humillación para el PP que, por añadidura, ha sido el partido más apoyado por los ciudadanos, hubiera podido inducir al señor Rajoy a rechazarlas, con lo cual hubiera empezado un periodo de vacío que hubiera podido dar al traste con toda posibilidad de que el PP consiguiera la investidura de su líder.

Sin embargo, algo hay que es cierto, se pongan como se pongan Rajoy y Rivera, sus escaños no llegan para alcanzar la mayoría que permita, a un futuro gobierno, poder gobernar con un mínimo de garantías de conseguir hacerlo con solvencia, independencia, agilidad y prontitud; sin cuyas condiciones es obvio que, cualquier gobierno que saliera de la investidura, se encontraría, al poco tiempo de intentar ejercer sus funciones, ante la necesidad de convocar nuevos comicios, debido a la dificultad de gobernar un país cuando la oposición se empeña en sembrar de obstáculos la legislatura, convirtiéndolo en ingobernable. Una oposición de izquierdas resabiada, como sería la del PSOE, Podemos, los independentistas catalanes y vascos aunque, en ocasiones, y de un modo puntual, como afirma Ciudadanos que harían con un gobierno del PP ( han manifestado que no desean ser parte de él y tampoco parecen dispuestos a hacer, con los populares, un pacto de legislatura), no cejaría de ponerle trabas al gobierno en el Parlamento de la nación, coartando su función de propuestas legislativas y la firma de convenios con otros países que necesitasen el refrendo de la Cámara baja ya que, en el Senado, el PP tiene mayoría absoluta lo que, mirado de otra manera, también les impediría a la oposición hacer cualquier modificación que fuera contraria a la actual Constitución sin que el PP estuviera de acuerdo.

Me temo que, en todo caso, aparte de que Ciudadanos haya repetido hasta la saciedad que no quiere formar parte de un gobierno junto con el PP del señor Rajoy; cualquier sensación de falso optimismo, la creencia de que, con este acuerdo de investidura, si se llegara a confirmar, o la formación de un gobierno minoritario presidido por Rajoy, tendría la fuerza necesaria para poder subsistir, acometer las reformas imprescindibles o presentar las leyes que serían precisas para impulsar el crecimiento de nuestra nación o entrar a fondo en la reforma fiscal que, al parecer, cada día se hace más necesaria, teniendo en cuenta la situación de nuestro Déficit Público y la evidencia de que, nuestra Deuda Pública, ha sobrepasado los límites que se podían aceptar, alcanzando a superar nuestro PIB, pasando de 1’1 billones de euros; no es más que soñar con una utopía.

Cada día me reafirmo más en que, toda esta posición de cargarle el peso a Rajoy de conseguir los apoyos de las “derechas”, que avalen su investidura; la insistencia en que se adelante la fecha del día de la investidura, y las conversaciones off de record que han tenido lugar entre Sánchez e Iglesias de Podemos, tanteándose mutuamente sobre la posibilidad de presentar una alternativa progresista a la candidatura del PP, en el caso de que Rajoy fracase ( algo que nadie duda si, como parece, el PSOE, sigue insistiendo en votar no a la investidura y su no en abstenerse). Contrariamente a lo que, recién celebradas las elecciones del 26J, P.Sánchez manifestó en el sentido de que no se volvería a presentar como candidato a presidente del gobierno; da la sensación de que lo que tiene en mente este Guadiana de la política, como es el señor Sánchez, (que ha permanecido ausente mientras el resto de partidos trabajaban sus candidaturas), es precisamente hacer todo lo contrario a lo que anunció y sólo espera a que Rajoy pierda su investidura en el Parlamento para ofrecerse, de nuevo, al Rey para intentarlo, solo que, en esta ocasión sin el apoyo de Ciudadanos, y con el soporte de toda la izquierda, seguramente con la abstención o incluso el sí de los separatistas vascos y catalanes sí, como no sería raro que hiciera, el señor Sánchez decidiera enfrentarse a su propio partido, confiando en sus incondicionales y en las bases del partido a las que ha estado trabajando prometiéndoles todo aquello que él es consciente que, en ningún caso, por mucho que variaran las circunstancias dentro de España, estaría en condiciones de poder cumplir, teniendo en cuenta que, para conseguir la mayoría, aunque sólo fuera circunstancial, debería ceder ante Podemos que, como ya ocurrió en ocasiones anteriores, vendería cara su participación en el gobierno de la nación y llegar a acuerdos con los nacionalistas.

Tenemos el presentimiento de que, de lo que pueda ocurrir en la, no lejana, fecha del pleno de la Investidura y de lo que se diga en las intervenciones de los distintos líderes de la oposición, tendremos un anticipo de por donde irán los tiros si, como es previsible, la suma de populares y ciudadanos, si no consiguen apoyos adicionales, una circunstancia que no parece estar a su alcance, no baste para aprobar, en una primera votación, la investidura de don Mariano. Como hemos dicho al principio, estamos pasando por momentos complicados en los que, si no nos conducen a unas tercera elecciones, una posibilidad que no provoca ningún entusiasmo entre la ciudadanía y tampoco, me temo, entre los políticos; será debido a que las izquierdas y los separatistas han hecho causa común para evitar que, el PP, vuelva a gobernar, aunque, para ello, deban de juntarse en una mezcolanza de partidos y programas que, al menos durante un tiempo, puedan conseguir la destrucción total de nuestra economía y el desplome total del nivel de vida que habíamos conseguido los españoles, hasta que llegaron aquellos cuya misión ha sido, la de acabar con nuestra unidad y con el modus vivendi et operandi del pueblo español.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos resulta imposible llegar a vaticinar lo que va a ser de esta nación, si el pueblo no es capaz de darse cuenta de adonde pretenden llevarnos los que no piensan en otra cosa que instaurar el comunismo bolivariano en España. Para luego ya será tarde.

El contubernio PSOE- Podemos, sigue amenazando el futuro de España

Miguel Massanet
viernes, 19 de agosto de 2016, 09:58 h (CET)
En realidad, en estos días estamos viviendo, en España, la máxima expresión de lo que se podría considerar como el desideratum de aquello que sin duda se podría calificar como el papanatismo de la clase política, en el que todos los partidos que, de una forma u otra, tienen algo que decir en el panorama público de esta nación, da la sensación de que han decidido cambiar sus roles, como si los que han ido perdiendo votos y escaños durante las dos pasadas elecciones legislativas, pretendieran fijar la senda o el camino que el vencedor tiene que poner en práctica, obligándole o intentándolo al menos, a modificar su programa de gobierno, por el que fue el que más votos y escaños recibió del electorado; para, infringiendo todas las normas de la más elemental lógica, intentar introducir los suyos que, curiosamente, no recibieron el refrendo de los votantes y, si lo hicieron, sólo en un porcentaje muy bajo en comparación con el PP, el partido presidido por Mariano Rajoy, que fue el único que consiguió aumentar, sensiblemente, el apoyo ciudadano, consiguiendo elevar sus resultados de 123 a 137 escaños.

Las sinrazones se han erigido en argumentos que, frívolamente, vienen exhibiendo machaconamente partidos como el PSOE del señor P.Sánchez que, habiendo cosechado descalabro tras descalabro en las últimas confrontaciones electorales, pretende presentarse como el mejor, el más preparado, el que tiene la piedra filosofal en su mano para sacar a España de una imaginaria situación de desastre total que, curiosamente, nada tiene que ver con la realidad que, tercamente, se empeña, datos en mano, en refutar estos augurios calamitosos que intenta hacernos creer el obcecado e iluso secretario general de un partido socialista en el que ya empiezan a aparecer goteras, de momento en fase inicial, pero que mucho nos tememos que, de persistir en su actitud de “no comer ni dejar comer” de su líder, es posible que pronto surja un valiente que le pida cuentas respecto a su obsesión de llevar a su partido hacia la catástrofe total.

La reunión que, esta mañana, han sostenido, por cuarta vez, el señor Rajoy con el señor Rivera parece ser que, contrariamente a lo que venían anunciando algunos de los enterados de siempre, no ha sido de discusión o enfrentamiento respecto a las exigencias de Ciudadanos, para poder iniciar el diálogo para un posible apoyo de esta última formación política a una hipotética investidura de Rajoy; tanto de lo dicho por Rivera después del encuentro, como por lo que se ha deducido de la comparecencia de Rajoy ante la prensa, más bien parece que el uno ha aceptado sin oposición las condiciones del otro que, con la natural satisfacción de quien ha conseguido su objetivo, se ha limitado a ratificar que el PP ha aceptado someterse a sus condiciones en los mismos términos en los que le fueron planteados. No lo han logrado a cara de perro pero tampoco se puede decir que ambas partes negociadoras hayan mostrado demasiada alegría con el compromiso. En primer lugar porque es ahora cuando la comisión que se nombrará deberá acordar los extremos en los que tengan divergencia y los medios para intentar solucionarlas.

El señor Ribera, sigue siendo un claro perdedor en los pasados comicios que, sin embargo acaba de conseguir una victoria moral que le permite alzarse como un verdadero intermediario para favorecer la posible investidura de Rajoy. Para mí, como simple observador, no me parece que, para iniciar unas negociaciones sea bueno imponer condiciones previas a la otra parte. En todo caso, estas condiciones se deberían haber negociado dentro de las posteriores discusiones que tendrían lugar entre ambos partidos para concretar si tenían acuerdos suficientes que le permitieran a Ciudadanos apoyar la investidura del señor Rajoy. Esto de declararse “primus inter pares” como ha hecho el señor Rivera, pretendiendo situarse en una posición superior, al menos dentro del ámbito moral, respecto a la otra parte negociadora, aparte de constituir una humillación para el PP que, por añadidura, ha sido el partido más apoyado por los ciudadanos, hubiera podido inducir al señor Rajoy a rechazarlas, con lo cual hubiera empezado un periodo de vacío que hubiera podido dar al traste con toda posibilidad de que el PP consiguiera la investidura de su líder.

Sin embargo, algo hay que es cierto, se pongan como se pongan Rajoy y Rivera, sus escaños no llegan para alcanzar la mayoría que permita, a un futuro gobierno, poder gobernar con un mínimo de garantías de conseguir hacerlo con solvencia, independencia, agilidad y prontitud; sin cuyas condiciones es obvio que, cualquier gobierno que saliera de la investidura, se encontraría, al poco tiempo de intentar ejercer sus funciones, ante la necesidad de convocar nuevos comicios, debido a la dificultad de gobernar un país cuando la oposición se empeña en sembrar de obstáculos la legislatura, convirtiéndolo en ingobernable. Una oposición de izquierdas resabiada, como sería la del PSOE, Podemos, los independentistas catalanes y vascos aunque, en ocasiones, y de un modo puntual, como afirma Ciudadanos que harían con un gobierno del PP ( han manifestado que no desean ser parte de él y tampoco parecen dispuestos a hacer, con los populares, un pacto de legislatura), no cejaría de ponerle trabas al gobierno en el Parlamento de la nación, coartando su función de propuestas legislativas y la firma de convenios con otros países que necesitasen el refrendo de la Cámara baja ya que, en el Senado, el PP tiene mayoría absoluta lo que, mirado de otra manera, también les impediría a la oposición hacer cualquier modificación que fuera contraria a la actual Constitución sin que el PP estuviera de acuerdo.

Me temo que, en todo caso, aparte de que Ciudadanos haya repetido hasta la saciedad que no quiere formar parte de un gobierno junto con el PP del señor Rajoy; cualquier sensación de falso optimismo, la creencia de que, con este acuerdo de investidura, si se llegara a confirmar, o la formación de un gobierno minoritario presidido por Rajoy, tendría la fuerza necesaria para poder subsistir, acometer las reformas imprescindibles o presentar las leyes que serían precisas para impulsar el crecimiento de nuestra nación o entrar a fondo en la reforma fiscal que, al parecer, cada día se hace más necesaria, teniendo en cuenta la situación de nuestro Déficit Público y la evidencia de que, nuestra Deuda Pública, ha sobrepasado los límites que se podían aceptar, alcanzando a superar nuestro PIB, pasando de 1’1 billones de euros; no es más que soñar con una utopía.

Cada día me reafirmo más en que, toda esta posición de cargarle el peso a Rajoy de conseguir los apoyos de las “derechas”, que avalen su investidura; la insistencia en que se adelante la fecha del día de la investidura, y las conversaciones off de record que han tenido lugar entre Sánchez e Iglesias de Podemos, tanteándose mutuamente sobre la posibilidad de presentar una alternativa progresista a la candidatura del PP, en el caso de que Rajoy fracase ( algo que nadie duda si, como parece, el PSOE, sigue insistiendo en votar no a la investidura y su no en abstenerse). Contrariamente a lo que, recién celebradas las elecciones del 26J, P.Sánchez manifestó en el sentido de que no se volvería a presentar como candidato a presidente del gobierno; da la sensación de que lo que tiene en mente este Guadiana de la política, como es el señor Sánchez, (que ha permanecido ausente mientras el resto de partidos trabajaban sus candidaturas), es precisamente hacer todo lo contrario a lo que anunció y sólo espera a que Rajoy pierda su investidura en el Parlamento para ofrecerse, de nuevo, al Rey para intentarlo, solo que, en esta ocasión sin el apoyo de Ciudadanos, y con el soporte de toda la izquierda, seguramente con la abstención o incluso el sí de los separatistas vascos y catalanes sí, como no sería raro que hiciera, el señor Sánchez decidiera enfrentarse a su propio partido, confiando en sus incondicionales y en las bases del partido a las que ha estado trabajando prometiéndoles todo aquello que él es consciente que, en ningún caso, por mucho que variaran las circunstancias dentro de España, estaría en condiciones de poder cumplir, teniendo en cuenta que, para conseguir la mayoría, aunque sólo fuera circunstancial, debería ceder ante Podemos que, como ya ocurrió en ocasiones anteriores, vendería cara su participación en el gobierno de la nación y llegar a acuerdos con los nacionalistas.

Tenemos el presentimiento de que, de lo que pueda ocurrir en la, no lejana, fecha del pleno de la Investidura y de lo que se diga en las intervenciones de los distintos líderes de la oposición, tendremos un anticipo de por donde irán los tiros si, como es previsible, la suma de populares y ciudadanos, si no consiguen apoyos adicionales, una circunstancia que no parece estar a su alcance, no baste para aprobar, en una primera votación, la investidura de don Mariano. Como hemos dicho al principio, estamos pasando por momentos complicados en los que, si no nos conducen a unas tercera elecciones, una posibilidad que no provoca ningún entusiasmo entre la ciudadanía y tampoco, me temo, entre los políticos; será debido a que las izquierdas y los separatistas han hecho causa común para evitar que, el PP, vuelva a gobernar, aunque, para ello, deban de juntarse en una mezcolanza de partidos y programas que, al menos durante un tiempo, puedan conseguir la destrucción total de nuestra economía y el desplome total del nivel de vida que habíamos conseguido los españoles, hasta que llegaron aquellos cuya misión ha sido, la de acabar con nuestra unidad y con el modus vivendi et operandi del pueblo español.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos resulta imposible llegar a vaticinar lo que va a ser de esta nación, si el pueblo no es capaz de darse cuenta de adonde pretenden llevarnos los que no piensan en otra cosa que instaurar el comunismo bolivariano en España. Para luego ya será tarde.

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