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Apuestas trascendentes

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La física llega a nuestras mentes, nos habla de la materia oscura. ¿Qué será eso? Y van más allá, afirman que casi toda la materia es oscura, el 80 %. No es de extrañar tal como van las cosas. Entre el flujo de los fenómenos oscuros, cómo íbamos a comportarnos los humanos de alcances recortados. Bien cortitos, sí. Pronto nos acechan las OSCURIDADES, empiezan en las colinas circundantes, seguramente bloquean las ondas esclarecedoras. ¡Si al menos percibiéramos un porcentaje minúsculo de luces benefactoras! Por el contrario, todo apunta a una inquina maliciosa radicada en un fondo inabarcable. ¿Y quién merodea por allí? Los sobresaltos acucian. ¿Confiaremos a pesar de todo?

Recurrimos con frecuencia al manido empuje de la fuerza para la resolución de las disputas. Es curiosos, pero abandonamos otras posibles valoraciones. Una de las utilizadas con asiduidad es la de los números. Evitamos los razonamientos discursivos, a favor de los apoyos basados en el simple acúmulo de gente. Queda reflejado con nitidez en las preisones ejercidas por las MAYORÍAS; cuyas influencias logran la penetración hasta en decisiones inverosímiles. La duda entre lo divino y lo humano, queda sometida a los posicionamientos mayoritarios; las diferentes percepciones abdicaron a favor de la fuerza, que resuelve cualquier indecisión conceptual, como potente regidor de la convivencia.

¡Acabáramos! La dependencia de la fuerza como reducto decisorio finaliza la discusión. Aunque no resuelve otros asuntos cruciales, como el respeto a las personas, la diversidad de los enfoques, los conocimientos científicos discrepantes, los errores, ni los abusos; entre las abundantes deficiencias originadas por el uso de la fuerza en bruto. En la INCERTIDUMBRE cotidiana confluyen múltiples factores sometidos a valoraciones complejas, misterios, dudas y dificultades; provocadores de retos importantes, cuya solución requiere algo más que fuerza. La simple experiencia personal testifica del extenso panorama y del engaño manifiesto de quienes pretenden su control.

Vivimos sumidos en la vorágine dictada por los potentados, bien surtidos por el cortejo de sus cómplices aprovechados. Son evidentes los manejos, ya no disimulan. Son despreciadas dos AUTONOMÍAS radicales. La de las personas particulares, aprisionadas. Y la de una orientación abierta de los conocimientos, transparente, generadora del progreso ilusionante; porque no serviría a intereses sectarios o banderías. Incluso es muy utilizado un tercer desprecio, el aplicado a los enigmas sin resolver; la prepotencia ocupa alevosamente esos campos, adueñandose de las interpretaciones, desde la creación al futuro, ante la estupidez general. ¡Es tan cómoda la pasividad!

Son muchos los desatinos, innumerables las ignorancias; y debiluchas las predisposiciones para desfacer los entuertos. Luce la lujuria de los despropósitos. Ante tamaña realidad, desengañados, la simple continuidad se convierte en necedad. Frente a esa avalancha, disponemos de una opción arriesgada, por la APUESTA estimada como preferida debido a sus contenidos de posibilidades. Pascal ya la señalizó, como si fueran posibles las condiciones gratificantes. Hoy le pongo una estructura poética a dicha apuesta, podemos actuar:

Apuesta
Como si…
…fuera de veras.
Como si…
…tuviera sentido.
Como si…
…viviéramos.
Como si…
…participáramos.
Como si…
…supiéramos.
Como si…
…reinara la esperanza.

Trascendencias, ¿Para qué? En estas apuestas dirigidas a la superación de los desencantos sociales, quedan fuera de lugar las milongas egoístas, las excusas delatoras, el libertinaje de los criterios. Una medida eficaz para dicha valoración radica en el respeto a la SINGULARIDAD. En los ámbitos democráticos, sería la contemplación del respeto a las minorías, algo poco visto de manera habitual; reflejo del deterioro evidente de esos funcionamientos. Desde las hermanas plantas a las montañas, los hermanos emigrantes, enfermos, niños, ancianos, barriadas u ocupantes de las poltronas; la tarea es inmensa para el ejercicio del mencionado respeto, como condición radical de la convivencia satisfactoria e indicador fehaciente.

En estos asuntos, la polisemia de las palabras confunde si no desgranamos lo fundamental. Adónde irá la colectividad sin ciudadanos cabales, privados estos de sus características propias. Un conglomerado no es propiamente la ciudadanía. La singularidad es básica, con tres núcleos inesquivables. Comienza por el APRENDIZAJE peculiar de las diferentes inteligencias, nada que ver con los adoctrinamientos al uso, propiciados hasta los extremos por las jerarquías de cada momento. De ahí la importancia de la distribución informativa, de los planes escolares, de la ambiciosa apertura cultural. Ese aprendizaje aperturista debiera ser una de las exigencias revolucionarias, aunque paradójicamente no se practique.

Es importante el bagaje de las aportaciones procedentes de la ciudadanía, constituyen el grueso de la suma final. Derivan de las singularidades CREATIVAS adaptadas a las parcelas particulares de la actividad social. Son los grupos desdeñados por los gestores prepotentes, con su lejanía añadida a su desinterés. Pues bien, aquella creatividad repartida es una apuesta principal. Si la dejamos en un progresivo naufragio, caerá en picado la entidad de esa sociedad en todos los ordenes, desde la teoría a la práctica, con la insatisfacción consiguiente y las penurias ocasionadas. Dicha crisis de conceptos y actitudes no propicia los afanes reformadores, resta enteros decisivos para la suma.

Como es lógico, el individuo está involucrado en el conjunto social, aunque reniegue de ello. Desde esa circunstancia, entre las apuestas trascendentes de hoy, recalco una tercera singularidad influyente, la PARTICIPATIVA, con dos vertientes significantes. La disposición del sujeto individual para una colaboración efectiva según sus posibilidades; pero es necesaria también la organización social receptiva para el acogimiento de tales aportaciones. En esa participación, como en tantas otras relaciones, no vale todo; es preciso el ensamblaje con el bien común. El cribado oportuno forma parte esencial para la comunidad de posibilidades benefactoras, y es tarea de todos.

Apuestas trascendentes

Rafael Pérez Ortolá
viernes, 19 de agosto de 2016, 09:56 h (CET)
La física llega a nuestras mentes, nos habla de la materia oscura. ¿Qué será eso? Y van más allá, afirman que casi toda la materia es oscura, el 80 %. No es de extrañar tal como van las cosas. Entre el flujo de los fenómenos oscuros, cómo íbamos a comportarnos los humanos de alcances recortados. Bien cortitos, sí. Pronto nos acechan las OSCURIDADES, empiezan en las colinas circundantes, seguramente bloquean las ondas esclarecedoras. ¡Si al menos percibiéramos un porcentaje minúsculo de luces benefactoras! Por el contrario, todo apunta a una inquina maliciosa radicada en un fondo inabarcable. ¿Y quién merodea por allí? Los sobresaltos acucian. ¿Confiaremos a pesar de todo?

Recurrimos con frecuencia al manido empuje de la fuerza para la resolución de las disputas. Es curiosos, pero abandonamos otras posibles valoraciones. Una de las utilizadas con asiduidad es la de los números. Evitamos los razonamientos discursivos, a favor de los apoyos basados en el simple acúmulo de gente. Queda reflejado con nitidez en las preisones ejercidas por las MAYORÍAS; cuyas influencias logran la penetración hasta en decisiones inverosímiles. La duda entre lo divino y lo humano, queda sometida a los posicionamientos mayoritarios; las diferentes percepciones abdicaron a favor de la fuerza, que resuelve cualquier indecisión conceptual, como potente regidor de la convivencia.

¡Acabáramos! La dependencia de la fuerza como reducto decisorio finaliza la discusión. Aunque no resuelve otros asuntos cruciales, como el respeto a las personas, la diversidad de los enfoques, los conocimientos científicos discrepantes, los errores, ni los abusos; entre las abundantes deficiencias originadas por el uso de la fuerza en bruto. En la INCERTIDUMBRE cotidiana confluyen múltiples factores sometidos a valoraciones complejas, misterios, dudas y dificultades; provocadores de retos importantes, cuya solución requiere algo más que fuerza. La simple experiencia personal testifica del extenso panorama y del engaño manifiesto de quienes pretenden su control.

Vivimos sumidos en la vorágine dictada por los potentados, bien surtidos por el cortejo de sus cómplices aprovechados. Son evidentes los manejos, ya no disimulan. Son despreciadas dos AUTONOMÍAS radicales. La de las personas particulares, aprisionadas. Y la de una orientación abierta de los conocimientos, transparente, generadora del progreso ilusionante; porque no serviría a intereses sectarios o banderías. Incluso es muy utilizado un tercer desprecio, el aplicado a los enigmas sin resolver; la prepotencia ocupa alevosamente esos campos, adueñandose de las interpretaciones, desde la creación al futuro, ante la estupidez general. ¡Es tan cómoda la pasividad!

Son muchos los desatinos, innumerables las ignorancias; y debiluchas las predisposiciones para desfacer los entuertos. Luce la lujuria de los despropósitos. Ante tamaña realidad, desengañados, la simple continuidad se convierte en necedad. Frente a esa avalancha, disponemos de una opción arriesgada, por la APUESTA estimada como preferida debido a sus contenidos de posibilidades. Pascal ya la señalizó, como si fueran posibles las condiciones gratificantes. Hoy le pongo una estructura poética a dicha apuesta, podemos actuar:

Apuesta
Como si…
…fuera de veras.
Como si…
…tuviera sentido.
Como si…
…viviéramos.
Como si…
…participáramos.
Como si…
…supiéramos.
Como si…
…reinara la esperanza.

Trascendencias, ¿Para qué? En estas apuestas dirigidas a la superación de los desencantos sociales, quedan fuera de lugar las milongas egoístas, las excusas delatoras, el libertinaje de los criterios. Una medida eficaz para dicha valoración radica en el respeto a la SINGULARIDAD. En los ámbitos democráticos, sería la contemplación del respeto a las minorías, algo poco visto de manera habitual; reflejo del deterioro evidente de esos funcionamientos. Desde las hermanas plantas a las montañas, los hermanos emigrantes, enfermos, niños, ancianos, barriadas u ocupantes de las poltronas; la tarea es inmensa para el ejercicio del mencionado respeto, como condición radical de la convivencia satisfactoria e indicador fehaciente.

En estos asuntos, la polisemia de las palabras confunde si no desgranamos lo fundamental. Adónde irá la colectividad sin ciudadanos cabales, privados estos de sus características propias. Un conglomerado no es propiamente la ciudadanía. La singularidad es básica, con tres núcleos inesquivables. Comienza por el APRENDIZAJE peculiar de las diferentes inteligencias, nada que ver con los adoctrinamientos al uso, propiciados hasta los extremos por las jerarquías de cada momento. De ahí la importancia de la distribución informativa, de los planes escolares, de la ambiciosa apertura cultural. Ese aprendizaje aperturista debiera ser una de las exigencias revolucionarias, aunque paradójicamente no se practique.

Es importante el bagaje de las aportaciones procedentes de la ciudadanía, constituyen el grueso de la suma final. Derivan de las singularidades CREATIVAS adaptadas a las parcelas particulares de la actividad social. Son los grupos desdeñados por los gestores prepotentes, con su lejanía añadida a su desinterés. Pues bien, aquella creatividad repartida es una apuesta principal. Si la dejamos en un progresivo naufragio, caerá en picado la entidad de esa sociedad en todos los ordenes, desde la teoría a la práctica, con la insatisfacción consiguiente y las penurias ocasionadas. Dicha crisis de conceptos y actitudes no propicia los afanes reformadores, resta enteros decisivos para la suma.

Como es lógico, el individuo está involucrado en el conjunto social, aunque reniegue de ello. Desde esa circunstancia, entre las apuestas trascendentes de hoy, recalco una tercera singularidad influyente, la PARTICIPATIVA, con dos vertientes significantes. La disposición del sujeto individual para una colaboración efectiva según sus posibilidades; pero es necesaria también la organización social receptiva para el acogimiento de tales aportaciones. En esa participación, como en tantas otras relaciones, no vale todo; es preciso el ensamblaje con el bien común. El cribado oportuno forma parte esencial para la comunidad de posibilidades benefactoras, y es tarea de todos.

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