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Marie Cocco

Nostalgia de una clase media

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WASHINGTON - El desafío de nuestro tiempo reside en refundar América como nación de clase media.

La idea no encuentra resonancia en la cacofonía de información incesante. No tiene cabida en la crónica diaria de cotilleos, falsas polémicas o giros ideológicos. Apenas se menciona en los pasillos del poder, donde los mismos funcionarios que sacan provecho de la angustia de los obreros para ganar las elecciones olvidan que esta angustia, y no los sofisticados argumentos de los grupos de presión y los donantes de sus campañas -- tendría que motivarles todos los días.

Es fácil culpar a la crisis financiera, las sobrecogedoras primas de Wall Street o la cultura del exceso que imperó hasta que nos encontramos al borde de una segunda Gran Depresión. En realidad, venimos desmantelando los cimientos de la economía de la clase media desde hace más de tres décadas.

¿Cuántos, tras haber tenido un trabajo presuntamente seguro con una empresa sólida, ahora están trabajando como "contratistas" o "asesores"? La tendencia hacia el alejamiento de la plantilla con respecto a las nóminas solo para volverla a contratar en calidad de contratista - sin seguridad social, sin pensiones, sin bajas ni vacaciones - se inició en la década de los 70 con conserjes, trabajadores de la construcción y camioneros. Los empleados del sector tecnológico con elevada cualificación que ayudaron a transformar la economía mundial se encuentran hoy entre los deslocalizados del expediente de regulación.

Cuando IBM era un icono de la empresa estadounidense, yo no podía imaginarme que un día seguiría a los veteranos empleados de la IBM a través de los pasillos del Congreso mientras pescan legisladores. Habían sido despojados de sus pensiones prometidas y les dijeron que tenían que apañárselas con un plan "de efectivo" menos generoso que en la práctica reduce las prestaciones a los trabajadores con más experiencia y más fieles. Tampoco podía anticipar que, tras un fatal accidente de avión aprenderíamos - como aprendimos tras el accidente de un vuelo de Continental Connection cerca de Buffalo el pasado febrero - que los pilotos con exceso de trabajo en compañías regionales ganan 20.000 dólares al año o menos.

Nadie podría haber predicho que ocho años después del 11S, cientos de miles de trabajadores de rescate y residentes del Bajo Manhattan sufrirían enfermedades graves, crónicas – y a menudo mortales - fruto de su exposición a los riesgos de la Zona Cero. Muchos no pueden trabajar y han perdido su seguro de salud. Otros han luchado por la indemnización en un sistema que no ofrece nada a los contratistas independientes - o aquellos cuyo trabajo fue subcontratado a tantas empresas que ninguna es responsable. Algunos son ya pobres.

"Mientras Esperas la compensación y esperas la pensión por incapacidad, no tienes dinero", dice John Feal de Long Island, un peón de la construcción herido el 11S que inició una fundación para ayudar a otros. "Ni siquiera tienen para ir al médico."

Eran héroes, nos dijeron. Pero ahora son sólo engranajes de una nueva economía en que las empresas parecen haber cambiado las reglas del empleo de manera unilateral.

Ejemplo: Cientos de empresas dejaron de hacer aportaciones a los planes de jubilación de las plantillas a raíz de la crisis financiera. No hay ninguna manera de forzar la reanudación de la financiación cuando la economía se recupere.

El gobierno ha alentado todo esto con décadas de reglamentos neutrales. Ejemplo: A los niveles de plantilla y presupuestos actuales, la Administración de Salud y Seguridad en el Trabajo tardaría 133 años en inspeccionar cada lugar de trabajo bajo su jurisdicción una vez, según un reciente estudio del National Employment Law Project.

Pronto el debate político se desplazará de la necesidad de seguir apuntalando la economía a la necesidad de reducir el déficit y la deuda. Luego tenemos la certeza de saber que la Seguridad Social y otros "derechos" son el problema y deben ser restringidos. De hecho, la seguridad social tiene fondos suficientes para pagar las prestaciones hasta el año 2037 - un colchón del que no puede presumir ningún programa público. A Medicare, aunque con problemas financieros, le ha ido mejor conteniendo los costes por beneficiario que a las aseguradoras, según estudios del gobierno.

Los mitos que nos llevaron a esta situación no se materializaron por casualidad. Fueron conjurados por conservadores con intención de desmantelar la sociedad del New Deal que reinaba en la década de los 60 - una sociedad que dio lugar a la clase media más robusta del mundo. Son alimentados por legisladores de ambos partidos que dependen de las donaciones de intereses poderosos.

Luchar contra los mitos. Romper los corruptos sistemas de financiación de las campañas y presión política. Estas tareas políticas son difíciles. Pero seguir aguantando es aún más duro. Porque nadie sabe dónde está el nuevo fondo que tocar.

Nostalgia de una clase media

Marie Cocco
Marie Cocco
domingo, 18 de octubre de 2009, 08:09 h (CET)
WASHINGTON - El desafío de nuestro tiempo reside en refundar América como nación de clase media.

La idea no encuentra resonancia en la cacofonía de información incesante. No tiene cabida en la crónica diaria de cotilleos, falsas polémicas o giros ideológicos. Apenas se menciona en los pasillos del poder, donde los mismos funcionarios que sacan provecho de la angustia de los obreros para ganar las elecciones olvidan que esta angustia, y no los sofisticados argumentos de los grupos de presión y los donantes de sus campañas -- tendría que motivarles todos los días.

Es fácil culpar a la crisis financiera, las sobrecogedoras primas de Wall Street o la cultura del exceso que imperó hasta que nos encontramos al borde de una segunda Gran Depresión. En realidad, venimos desmantelando los cimientos de la economía de la clase media desde hace más de tres décadas.

¿Cuántos, tras haber tenido un trabajo presuntamente seguro con una empresa sólida, ahora están trabajando como "contratistas" o "asesores"? La tendencia hacia el alejamiento de la plantilla con respecto a las nóminas solo para volverla a contratar en calidad de contratista - sin seguridad social, sin pensiones, sin bajas ni vacaciones - se inició en la década de los 70 con conserjes, trabajadores de la construcción y camioneros. Los empleados del sector tecnológico con elevada cualificación que ayudaron a transformar la economía mundial se encuentran hoy entre los deslocalizados del expediente de regulación.

Cuando IBM era un icono de la empresa estadounidense, yo no podía imaginarme que un día seguiría a los veteranos empleados de la IBM a través de los pasillos del Congreso mientras pescan legisladores. Habían sido despojados de sus pensiones prometidas y les dijeron que tenían que apañárselas con un plan "de efectivo" menos generoso que en la práctica reduce las prestaciones a los trabajadores con más experiencia y más fieles. Tampoco podía anticipar que, tras un fatal accidente de avión aprenderíamos - como aprendimos tras el accidente de un vuelo de Continental Connection cerca de Buffalo el pasado febrero - que los pilotos con exceso de trabajo en compañías regionales ganan 20.000 dólares al año o menos.

Nadie podría haber predicho que ocho años después del 11S, cientos de miles de trabajadores de rescate y residentes del Bajo Manhattan sufrirían enfermedades graves, crónicas – y a menudo mortales - fruto de su exposición a los riesgos de la Zona Cero. Muchos no pueden trabajar y han perdido su seguro de salud. Otros han luchado por la indemnización en un sistema que no ofrece nada a los contratistas independientes - o aquellos cuyo trabajo fue subcontratado a tantas empresas que ninguna es responsable. Algunos son ya pobres.

"Mientras Esperas la compensación y esperas la pensión por incapacidad, no tienes dinero", dice John Feal de Long Island, un peón de la construcción herido el 11S que inició una fundación para ayudar a otros. "Ni siquiera tienen para ir al médico."

Eran héroes, nos dijeron. Pero ahora son sólo engranajes de una nueva economía en que las empresas parecen haber cambiado las reglas del empleo de manera unilateral.

Ejemplo: Cientos de empresas dejaron de hacer aportaciones a los planes de jubilación de las plantillas a raíz de la crisis financiera. No hay ninguna manera de forzar la reanudación de la financiación cuando la economía se recupere.

El gobierno ha alentado todo esto con décadas de reglamentos neutrales. Ejemplo: A los niveles de plantilla y presupuestos actuales, la Administración de Salud y Seguridad en el Trabajo tardaría 133 años en inspeccionar cada lugar de trabajo bajo su jurisdicción una vez, según un reciente estudio del National Employment Law Project.

Pronto el debate político se desplazará de la necesidad de seguir apuntalando la economía a la necesidad de reducir el déficit y la deuda. Luego tenemos la certeza de saber que la Seguridad Social y otros "derechos" son el problema y deben ser restringidos. De hecho, la seguridad social tiene fondos suficientes para pagar las prestaciones hasta el año 2037 - un colchón del que no puede presumir ningún programa público. A Medicare, aunque con problemas financieros, le ha ido mejor conteniendo los costes por beneficiario que a las aseguradoras, según estudios del gobierno.

Los mitos que nos llevaron a esta situación no se materializaron por casualidad. Fueron conjurados por conservadores con intención de desmantelar la sociedad del New Deal que reinaba en la década de los 60 - una sociedad que dio lugar a la clase media más robusta del mundo. Son alimentados por legisladores de ambos partidos que dependen de las donaciones de intereses poderosos.

Luchar contra los mitos. Romper los corruptos sistemas de financiación de las campañas y presión política. Estas tareas políticas son difíciles. Pero seguir aguantando es aún más duro. Porque nadie sabe dónde está el nuevo fondo que tocar.

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