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Encuadrada en la ficción filosófica, reflexiona sobre el derecho a mantener la vida a toda costa

“Cero K”, la última novela de Don DeLillo

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Hablar de Don DeLillo es hacerlo de un escritor que es un referente obligado de la literatura americana desde hace décadas. Autor de obras tan emblemáticas como Ruido de fondo (1985) y Submundo (1997) considerada una obra maestra, ha llevado a su narrativa a las cotas más altas por el simple hecho de que enfrenta al hombre con sus dos enemigos potenciales: el propio yo y la sociedad.

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Analiza los entresijos de la identidad humana como individuo integrado en la colectividad social y, más aún, situándolo en ese territorio íntimo y personal que es la esfera de la privacidad, donde el hombre se encuentra ante sí mismo, sin disfraces, sin excusas, sin asideros que le salve de ese inmenso océano interior en que el individuo suele ahogarse cuando intenta bucear en su subconsciente, en la verdad de sí mismo.

De Lillo mantiene la única reminiscencia de su adscripción a la ficción posmoderna -además de ser etiquetado como tal-, como es la certeza de la paranoia que existe en la sociedad actual, a la que asume como una de las bellas artes, más por su plasticidad en la expresión individual que, también, se manifiesta, de forma más evidente, en la colectividad, en ese totum revolotum que configura la sociedad humana.

Todas su obra tiene como fondo la realidad de un consumismo atroz, asidero inútil que no le sirve al individuo para perder el miedo a la muerte, sólo le distrae de pensar en ella a través del aberrante consumismo, mientras se siente, a su vez, devorado por el tiempo que transcurre cada vez más velozmente, en esa carrera imparable que le acerca más a la muerte, destino final de toda vida humana.

Cero K, es una novela que sigue mostrando la maestría de DeLillo, desde de la inolvidable Submundo, ya que es la plasmación de la utopía del hombre moderno que crea un lugar, un refugio, en el que poder salir victorioso de la muerte. En esta novela se trata de cuestiones tan importantes como la inmortalidad y se observa una cierta filosofía de la vida, haciendo serias reflexiones sobre el derecho a mantener la vida a toda costa.

Esta novela se podría encuadrar dentro de la ficción filosófica, aunque pueda haber quien la considere ciencia-ficción. El tema se presta a ello, pero va mucho más allá de la mera historia que narra, en la que Jeffrey Lockhart, va narrando cómo su padre, el millonario Ross, utiliza la tecnología en una afanosa búsqueda que realiza en un lugar remoto, iluminado por un viejo sueño de la Humanidad como es la inmortalidad, para rescatarla de la muerte.

DeLillo permite que el lector pueda ir entrando en la conciencia del narrador, por lo que todo lo desconocido tiene un sentido trascendente que le va creando una sensación de desubicación espacio-temporal al narrador, lo que va acompañado de una gran ansiedad. En esas disquisiciones, el lector va notando una extraña sensación de estar situado cómodamente en un punto equidistante entre lo vulgar, lo cotidiano, por una parte; y lo misterioso, lo ignoto, por la otra. Hay que recordar que la novela se inicia con una frase lapidaria del padre de Jeffrey Lockhart Jeffrey Lockhart "Todo el mundo quiere apropiarse del fin del mundo". Lo que lleva a esa dualidad entre la certeza que el fin del mundo es inevitable, y la imprescindible búsqueda de algún medio para impedir que ocurra. Eso es igual que decir que el ser humano es sabedor de la muerte que le ronda desde que nace y la ilusión, cada vez más creciente, de que la ciencia podrá, algún día, vencerla.

Todo ello, convierte a esta novela en una reflexión constante sobre la inmortalidad y cuestiona el derecho a mantener la vida de forma permanente, venciendo a la muerte. Ross que es el principal inversor de un centro en el que se congelan los cuerpos de los enfermos incurables, hasta que la tecnología del futuro pueda despertarlos, curándolos de las enfermedades que les causaría la muerte. Su mente enloquecida le induce a querer acompañar a su esposa, enferma incurable, en ese experimento para reencontrase con ella en el futuro, a pesar de que él se encuentra en perfecto estado de salud. Ross, está obsesionado por hallar ese mundo feliz, no el que anunciaba Aldous Huxley, sino el que se pueda hallar detrás de la muerte, en la otra orilla de esta realidad a la que llamamos vida.

Su hijo, que le ha acompañado a visitar a la esposa de su padre, se niega a lo que considera una locura, haciendo unas profundas reflexiones sobre lo que es la muerte, y el significado del hecho de estar vivo. El narrador, Jeffrey Lockhart, disiente de esa búsqueda frenética de su padre para encontrar la forma de pasar a ese mundo feliz y visionario, Él cree que la vida es a lo único que tenemos que dar valor y debemos vivirla con intensidad, en un permanente carpe diem, encontrando en ella toda la magia, el hechizo que posee y que nos ofrece cada día en un mundo, ese bello planeta azul, al que podríamos convertir en el mundo feliz de 'aquí y ahora', en el que puede ser posible desde lo más corriente y cotidiano hasta lo más insólito o maravilloso, si no fuera por el instinto destructor del ser humano que intenta doblegar, devorar y destruir a la propia Naturaleza de la que formamos parte.

Todo esto está escrito con una prosa fría, aséptica, inmutable en su expresión. Todo en su lenguaje parece contingente, pero es necesario, desde las imágenes escuetas que saltan a la retina del lector a través de las palabras que parecen saetas disparadas con una certera puntería, hasta las dudas metafísicas, las interrogaciones, en esa duda constante que acompaña al discurso del narrador que se hace preguntas y las lanza al lector. Este asiste atónito a la exposición del retrato que hace DeLillo de lo que el ser humano es y hace para escapar de su mortalidad, su verdadera esencia, a la que intenta seducir, engañar, a través de los fuegos de artificio de una ciencia y tecnología que intentan ganarle la batalla al tiempo, a la muerte; olvidando, quizás, que el ser humano es, por mortal, prescindible, mientras que la muerte es necesaria a la propia vida a la que da término, sentido y, quizás, grandeza.

Cero K, Don DeLillo, Traducción de Javier Calvo, Seix Barral, Barcelona, 2016, 318 pág.

“Cero K”, la última novela de Don DeLillo

Encuadrada en la ficción filosófica, reflexiona sobre el derecho a mantener la vida a toda costa
Ana Alejandre
martes, 9 de agosto de 2016, 12:13 h (CET)
Hablar de Don DeLillo es hacerlo de un escritor que es un referente obligado de la literatura americana desde hace décadas. Autor de obras tan emblemáticas como Ruido de fondo (1985) y Submundo (1997) considerada una obra maestra, ha llevado a su narrativa a las cotas más altas por el simple hecho de que enfrenta al hombre con sus dos enemigos potenciales: el propio yo y la sociedad.

0908168

Analiza los entresijos de la identidad humana como individuo integrado en la colectividad social y, más aún, situándolo en ese territorio íntimo y personal que es la esfera de la privacidad, donde el hombre se encuentra ante sí mismo, sin disfraces, sin excusas, sin asideros que le salve de ese inmenso océano interior en que el individuo suele ahogarse cuando intenta bucear en su subconsciente, en la verdad de sí mismo.

De Lillo mantiene la única reminiscencia de su adscripción a la ficción posmoderna -además de ser etiquetado como tal-, como es la certeza de la paranoia que existe en la sociedad actual, a la que asume como una de las bellas artes, más por su plasticidad en la expresión individual que, también, se manifiesta, de forma más evidente, en la colectividad, en ese totum revolotum que configura la sociedad humana.

Todas su obra tiene como fondo la realidad de un consumismo atroz, asidero inútil que no le sirve al individuo para perder el miedo a la muerte, sólo le distrae de pensar en ella a través del aberrante consumismo, mientras se siente, a su vez, devorado por el tiempo que transcurre cada vez más velozmente, en esa carrera imparable que le acerca más a la muerte, destino final de toda vida humana.

Cero K, es una novela que sigue mostrando la maestría de DeLillo, desde de la inolvidable Submundo, ya que es la plasmación de la utopía del hombre moderno que crea un lugar, un refugio, en el que poder salir victorioso de la muerte. En esta novela se trata de cuestiones tan importantes como la inmortalidad y se observa una cierta filosofía de la vida, haciendo serias reflexiones sobre el derecho a mantener la vida a toda costa.

Esta novela se podría encuadrar dentro de la ficción filosófica, aunque pueda haber quien la considere ciencia-ficción. El tema se presta a ello, pero va mucho más allá de la mera historia que narra, en la que Jeffrey Lockhart, va narrando cómo su padre, el millonario Ross, utiliza la tecnología en una afanosa búsqueda que realiza en un lugar remoto, iluminado por un viejo sueño de la Humanidad como es la inmortalidad, para rescatarla de la muerte.

DeLillo permite que el lector pueda ir entrando en la conciencia del narrador, por lo que todo lo desconocido tiene un sentido trascendente que le va creando una sensación de desubicación espacio-temporal al narrador, lo que va acompañado de una gran ansiedad. En esas disquisiciones, el lector va notando una extraña sensación de estar situado cómodamente en un punto equidistante entre lo vulgar, lo cotidiano, por una parte; y lo misterioso, lo ignoto, por la otra. Hay que recordar que la novela se inicia con una frase lapidaria del padre de Jeffrey Lockhart Jeffrey Lockhart "Todo el mundo quiere apropiarse del fin del mundo". Lo que lleva a esa dualidad entre la certeza que el fin del mundo es inevitable, y la imprescindible búsqueda de algún medio para impedir que ocurra. Eso es igual que decir que el ser humano es sabedor de la muerte que le ronda desde que nace y la ilusión, cada vez más creciente, de que la ciencia podrá, algún día, vencerla.

Todo ello, convierte a esta novela en una reflexión constante sobre la inmortalidad y cuestiona el derecho a mantener la vida de forma permanente, venciendo a la muerte. Ross que es el principal inversor de un centro en el que se congelan los cuerpos de los enfermos incurables, hasta que la tecnología del futuro pueda despertarlos, curándolos de las enfermedades que les causaría la muerte. Su mente enloquecida le induce a querer acompañar a su esposa, enferma incurable, en ese experimento para reencontrase con ella en el futuro, a pesar de que él se encuentra en perfecto estado de salud. Ross, está obsesionado por hallar ese mundo feliz, no el que anunciaba Aldous Huxley, sino el que se pueda hallar detrás de la muerte, en la otra orilla de esta realidad a la que llamamos vida.

Su hijo, que le ha acompañado a visitar a la esposa de su padre, se niega a lo que considera una locura, haciendo unas profundas reflexiones sobre lo que es la muerte, y el significado del hecho de estar vivo. El narrador, Jeffrey Lockhart, disiente de esa búsqueda frenética de su padre para encontrar la forma de pasar a ese mundo feliz y visionario, Él cree que la vida es a lo único que tenemos que dar valor y debemos vivirla con intensidad, en un permanente carpe diem, encontrando en ella toda la magia, el hechizo que posee y que nos ofrece cada día en un mundo, ese bello planeta azul, al que podríamos convertir en el mundo feliz de 'aquí y ahora', en el que puede ser posible desde lo más corriente y cotidiano hasta lo más insólito o maravilloso, si no fuera por el instinto destructor del ser humano que intenta doblegar, devorar y destruir a la propia Naturaleza de la que formamos parte.

Todo esto está escrito con una prosa fría, aséptica, inmutable en su expresión. Todo en su lenguaje parece contingente, pero es necesario, desde las imágenes escuetas que saltan a la retina del lector a través de las palabras que parecen saetas disparadas con una certera puntería, hasta las dudas metafísicas, las interrogaciones, en esa duda constante que acompaña al discurso del narrador que se hace preguntas y las lanza al lector. Este asiste atónito a la exposición del retrato que hace DeLillo de lo que el ser humano es y hace para escapar de su mortalidad, su verdadera esencia, a la que intenta seducir, engañar, a través de los fuegos de artificio de una ciencia y tecnología que intentan ganarle la batalla al tiempo, a la muerte; olvidando, quizás, que el ser humano es, por mortal, prescindible, mientras que la muerte es necesaria a la propia vida a la que da término, sentido y, quizás, grandeza.

Cero K, Don DeLillo, Traducción de Javier Calvo, Seix Barral, Barcelona, 2016, 318 pág.

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