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“Una pulga no puede picar a una locomotora, pero puede llenar de ronchas al maquinista” Quino

Homs esperaba entrar en las Cortes con la “Pompa y circunstancias” de Elgar

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El espectáculo que están dando los catalanes nacionalistas, la desvergüenza con la que pretenden vender como algo justificable, como un derecho inalienable, como un ataque de España y de los españoles a la comunidad catalana; la temeridad con la que pretenden justificar, en el extranjero, sus pretendidos derechos a decidir o la forma absurda con la que van cosechando sus sucesivas derrotas en el campo diplomático, en el reivindicativo, en sus pretensiones de conseguir apoyos a su causa y su desfachatez al atribuirse victorias, a vender como triunfos lo que no son más que sucesivos descalabros y deserciones, como las que han tenido lugar desde que decidieron enfrentarse al Estado español, de cientos de empresas ubicadas en esta autonomía que han decidido trasladarse al extranjero o a otras autonomías españolas, en las que no se les planteen problemas de idioma, de rotulación, de impuestos especiales o de imposiciones de tipo social de su propia cosecha.

Por si fuera poco han permitido que, la ciudad de Barcelona, haya caído en manos de una serie de sujetos de tendencia anticapitalista, de doctrinas comunistas, de formación revolucionaria y de prácticas antisistema, que han pretendido compaginar sus teorías marxistas, asamblearias, amorales, refractarias a la propiedad privada y protectoras de aquellos que propugnan la ausencia de normas, la libertad absoluta, el desmadre y el caos, como la expresión de la libertad del individuo y como un medio de imponer sus teorías anarquistas que, curiosamente, como siempre ha sucedido, acaban cayendo en manos de aquellos que son capaces de convertirse en los más severos dictadores del pueblo, como vienen experimentando los ciudadanos de los países bananeros de la América latina de donde, por cierto, hemos importado a estos activistas de Podemos, protectores de esta alcaldesa, Ada Colau, que pretende convertir la capital catalana en la capital del desorden, de las prohibiciones, de los grupos antisistemas y residencia habitual de todo el lumpen de Europa, que se decida a trasladarse a esta ciudad convencido de que es el lugar ideal para todos aquellos excesos que no les son permitidos en ninguna otra ciudad europea.

Seguramente el señor Mas, el señor Homs, el señor Puigdemont o la misma señora presidenta del Parlament catalá que, anteriormente, lo fue de la ANC, Carme Forcadell, lo mismo que toda la saga de fanáticos separatistas embarcados en esta trágica aventura de intentar separarse del España; debieron pensar que podían lanzarse a la yugular del Gobierno español, dar patadas en las espinillas del Estado de Derecho; insultar y desacreditar a todos los que no pensaran como ellos; desobedecer a los tribunales y al TC y, además, seguir exprimiendo las arcas del Tesoro público a su antojo, cada vez que agotaban o malgastaban sus recursos destinándolos a otros efectos, generalmente de cariz separatista o relacionado con el proceso que, según ellos, les va a conducir a que, en unos pocos meses, puedan dar el portazo, declarando la utópica “República Independiente Catalana”; todo ello ( quizá debido a que los gobierno de la nación no han tenido la valentía de pararles los pies) convencidos de que podían seguir tensando la maroma pensando que nunca se iba a romper y que, de esta actitud provocativa y desafiante conseguirían, como lo han hecho hasta hace poco tiempo, exprimiendo las ubres de la gran vaca estatal.

Por eso resulta cómico, completamente incomprensible, contradictorio e imposible de aceptar que, a estas alturas, el señor Homs, uno de los pesos pesados del independentismo catalán, uno de los que más ha defendido el enfrentamiento Cataluña- Estado español y uno de los que más ha galleado y más influyó en aquel disparate del simulacro de referendo del 9 de noviembre del 2014, por el llamado “derecho a decidir”; declarado ilegal por el TC, ahora simule quedarse asombrado, critique, clame al Cielo y se caiga de la higuera, cuando, en un arranque de sentido común y de clarividencia, la mesa de las Cortes, tanto en el Parlamento como en el Senado, hayan decidido negarles constituir grupo propio a los parlamentarios y senadores del PDC.

Pero, y esto demuestra dónde les duele a estos separatistas, cuyo fin primordial es irle sacando dinero al Estado hasta que, una vez esquilmado, decidan abandonarlo para lanzarse a su aventura en solitario (mal lo vemos). No se crean que es sólo por haberse visto obligados a entrar ( lo mismo que otros grupos de izquierdas minoritarios) en el grupo mixto o, por ser la primera vez que los catalanes quedan descolgados como grupo y, evidentemente, pierde posibilidades de influir en la política de la nación española; algo que, por otra parte no les tendría que preocupar, dado que se han manifestando en contra de seguir en España, de aceptar las leyes y las sentencias de los tribunales españoles con lo que, evidentemente, se han declarado a sí mismos, como objetores al nacionalismo español; hay una parte de esta contrariedad que, para los políticos catalanes, no es moco de pavo y que les duele en aquella parte que, para ellos, es la más sensible: en el bolsillo. Sí, señores, el no tener grupo propio ni en el Parlamento ni en el Senado les supone la friolera de dejar de cobrar mas de tres millones de euros que van a ser, tres millones menos para preparar su estado paralelo al Estado español, en el que tenían puestas todas sus esperanzas para construir su utópica independencia.

Por primera vez han tenido ocasión de experimentar, en sus propias carnes, algunas de las desventajas de intentar enfrentarse al Estado de Derecho. El señor Homs no ha tardado en decir que esto no era más que un “castigo” político por sus aspiraciones “democráticas” por supuesto. Como siempre, yerra el personajillo y lo hace sabiendo que no tiene razón alguna, porque el reglamento establece que para tener grupo propio se ha de tener un porcentaje de votos, creo de al menos un 15%, de los emitidos en cada región y ellos no lo han conseguido. Pero no me queda más remedio que darle la razón porque, con su comportamiento, con su actitud, con su descaro con sus desafíos a la Constitución no quedaba otro remedio que darles en los morros a estos separatistas, para que empezaran a darse cuenta de que, no todo el monte es orégano y que, el mostrarse como unos adversarios no como unos paisanos, como unos enemigos no como amigos o como unos bordes malintencionados en lugar de cómo colegas amigables, lo único que se merecen es que se les trate con la misma moneda con la que ellos tratan al resto de españoles.

El señor Homs debe callarse. Lo que les está pasando, y es preciso que se vayan acostumbrando a ello, es que ya están empezando a recoger el fruto de su animadversión hacia España y los españoles, las consecuencias de su desprecio hacia el resto de España y de su continuo victimismo como si, en vez de ser una de las regiones más ricas de España, se tratara de una tierra de mendigos a los que se les arrancara la comida de la boca para alimentar a los “potentados” del resto de la piel de toro. Tengo la impresión de que se han acabado las concesiones y que, la explícita declaración que han hecho desde el Parlamento catalán, su amenaza de aprobar una de las leyes en las que se pone en marcha lo que ellos denominan como “proceso constituyente” que debería finalizar con la declaración unilateral de independencia de España; una amenaza que no van a poder cumplir y que sólo les va a causar problemas y perjuicios. Con gobierno provisional o sin él, es obvio que en esta cuestión no hay fisuras o al menos no suficientemente grandes, entre los partidos políticos importantes, que permitieran que se les dejara seguir adelante con sus turbios planes separatistas.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, hemos visto con buenos ojos que, al menos en esta ocasión, los habituales compadreos que tienen lugar entre los políticos, no se han dado y que todos han sido claros y firmes en su condena a los pasos dados por el Parlamento de Cataluña, violando la advertencia del TC y pretendiendo, una vez más, contravenir los preceptos constitucionales. Ellos se lo han buscado y nos tememos que se lo van a encontrar.

Homs esperaba entrar en las Cortes con la “Pompa y circunstancias” de Elgar

“Una pulga no puede picar a una locomotora, pero puede llenar de ronchas al maquinista” Quino
Miguel Massanet
jueves, 4 de agosto de 2016, 10:59 h (CET)
El espectáculo que están dando los catalanes nacionalistas, la desvergüenza con la que pretenden vender como algo justificable, como un derecho inalienable, como un ataque de España y de los españoles a la comunidad catalana; la temeridad con la que pretenden justificar, en el extranjero, sus pretendidos derechos a decidir o la forma absurda con la que van cosechando sus sucesivas derrotas en el campo diplomático, en el reivindicativo, en sus pretensiones de conseguir apoyos a su causa y su desfachatez al atribuirse victorias, a vender como triunfos lo que no son más que sucesivos descalabros y deserciones, como las que han tenido lugar desde que decidieron enfrentarse al Estado español, de cientos de empresas ubicadas en esta autonomía que han decidido trasladarse al extranjero o a otras autonomías españolas, en las que no se les planteen problemas de idioma, de rotulación, de impuestos especiales o de imposiciones de tipo social de su propia cosecha.

Por si fuera poco han permitido que, la ciudad de Barcelona, haya caído en manos de una serie de sujetos de tendencia anticapitalista, de doctrinas comunistas, de formación revolucionaria y de prácticas antisistema, que han pretendido compaginar sus teorías marxistas, asamblearias, amorales, refractarias a la propiedad privada y protectoras de aquellos que propugnan la ausencia de normas, la libertad absoluta, el desmadre y el caos, como la expresión de la libertad del individuo y como un medio de imponer sus teorías anarquistas que, curiosamente, como siempre ha sucedido, acaban cayendo en manos de aquellos que son capaces de convertirse en los más severos dictadores del pueblo, como vienen experimentando los ciudadanos de los países bananeros de la América latina de donde, por cierto, hemos importado a estos activistas de Podemos, protectores de esta alcaldesa, Ada Colau, que pretende convertir la capital catalana en la capital del desorden, de las prohibiciones, de los grupos antisistemas y residencia habitual de todo el lumpen de Europa, que se decida a trasladarse a esta ciudad convencido de que es el lugar ideal para todos aquellos excesos que no les son permitidos en ninguna otra ciudad europea.

Seguramente el señor Mas, el señor Homs, el señor Puigdemont o la misma señora presidenta del Parlament catalá que, anteriormente, lo fue de la ANC, Carme Forcadell, lo mismo que toda la saga de fanáticos separatistas embarcados en esta trágica aventura de intentar separarse del España; debieron pensar que podían lanzarse a la yugular del Gobierno español, dar patadas en las espinillas del Estado de Derecho; insultar y desacreditar a todos los que no pensaran como ellos; desobedecer a los tribunales y al TC y, además, seguir exprimiendo las arcas del Tesoro público a su antojo, cada vez que agotaban o malgastaban sus recursos destinándolos a otros efectos, generalmente de cariz separatista o relacionado con el proceso que, según ellos, les va a conducir a que, en unos pocos meses, puedan dar el portazo, declarando la utópica “República Independiente Catalana”; todo ello ( quizá debido a que los gobierno de la nación no han tenido la valentía de pararles los pies) convencidos de que podían seguir tensando la maroma pensando que nunca se iba a romper y que, de esta actitud provocativa y desafiante conseguirían, como lo han hecho hasta hace poco tiempo, exprimiendo las ubres de la gran vaca estatal.

Por eso resulta cómico, completamente incomprensible, contradictorio e imposible de aceptar que, a estas alturas, el señor Homs, uno de los pesos pesados del independentismo catalán, uno de los que más ha defendido el enfrentamiento Cataluña- Estado español y uno de los que más ha galleado y más influyó en aquel disparate del simulacro de referendo del 9 de noviembre del 2014, por el llamado “derecho a decidir”; declarado ilegal por el TC, ahora simule quedarse asombrado, critique, clame al Cielo y se caiga de la higuera, cuando, en un arranque de sentido común y de clarividencia, la mesa de las Cortes, tanto en el Parlamento como en el Senado, hayan decidido negarles constituir grupo propio a los parlamentarios y senadores del PDC.

Pero, y esto demuestra dónde les duele a estos separatistas, cuyo fin primordial es irle sacando dinero al Estado hasta que, una vez esquilmado, decidan abandonarlo para lanzarse a su aventura en solitario (mal lo vemos). No se crean que es sólo por haberse visto obligados a entrar ( lo mismo que otros grupos de izquierdas minoritarios) en el grupo mixto o, por ser la primera vez que los catalanes quedan descolgados como grupo y, evidentemente, pierde posibilidades de influir en la política de la nación española; algo que, por otra parte no les tendría que preocupar, dado que se han manifestando en contra de seguir en España, de aceptar las leyes y las sentencias de los tribunales españoles con lo que, evidentemente, se han declarado a sí mismos, como objetores al nacionalismo español; hay una parte de esta contrariedad que, para los políticos catalanes, no es moco de pavo y que les duele en aquella parte que, para ellos, es la más sensible: en el bolsillo. Sí, señores, el no tener grupo propio ni en el Parlamento ni en el Senado les supone la friolera de dejar de cobrar mas de tres millones de euros que van a ser, tres millones menos para preparar su estado paralelo al Estado español, en el que tenían puestas todas sus esperanzas para construir su utópica independencia.

Por primera vez han tenido ocasión de experimentar, en sus propias carnes, algunas de las desventajas de intentar enfrentarse al Estado de Derecho. El señor Homs no ha tardado en decir que esto no era más que un “castigo” político por sus aspiraciones “democráticas” por supuesto. Como siempre, yerra el personajillo y lo hace sabiendo que no tiene razón alguna, porque el reglamento establece que para tener grupo propio se ha de tener un porcentaje de votos, creo de al menos un 15%, de los emitidos en cada región y ellos no lo han conseguido. Pero no me queda más remedio que darle la razón porque, con su comportamiento, con su actitud, con su descaro con sus desafíos a la Constitución no quedaba otro remedio que darles en los morros a estos separatistas, para que empezaran a darse cuenta de que, no todo el monte es orégano y que, el mostrarse como unos adversarios no como unos paisanos, como unos enemigos no como amigos o como unos bordes malintencionados en lugar de cómo colegas amigables, lo único que se merecen es que se les trate con la misma moneda con la que ellos tratan al resto de españoles.

El señor Homs debe callarse. Lo que les está pasando, y es preciso que se vayan acostumbrando a ello, es que ya están empezando a recoger el fruto de su animadversión hacia España y los españoles, las consecuencias de su desprecio hacia el resto de España y de su continuo victimismo como si, en vez de ser una de las regiones más ricas de España, se tratara de una tierra de mendigos a los que se les arrancara la comida de la boca para alimentar a los “potentados” del resto de la piel de toro. Tengo la impresión de que se han acabado las concesiones y que, la explícita declaración que han hecho desde el Parlamento catalán, su amenaza de aprobar una de las leyes en las que se pone en marcha lo que ellos denominan como “proceso constituyente” que debería finalizar con la declaración unilateral de independencia de España; una amenaza que no van a poder cumplir y que sólo les va a causar problemas y perjuicios. Con gobierno provisional o sin él, es obvio que en esta cuestión no hay fisuras o al menos no suficientemente grandes, entre los partidos políticos importantes, que permitieran que se les dejara seguir adelante con sus turbios planes separatistas.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, hemos visto con buenos ojos que, al menos en esta ocasión, los habituales compadreos que tienen lugar entre los políticos, no se han dado y que todos han sido claros y firmes en su condena a los pasos dados por el Parlamento de Cataluña, violando la advertencia del TC y pretendiendo, una vez más, contravenir los preceptos constitucionales. Ellos se lo han buscado y nos tememos que se lo van a encontrar.

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