Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Hablemos sin tapujos | Política
“Los varones prudentes, por los casos pasados y por los presentes juzgan los que están por venir” M. de Cervantes

Albert Rivera y su no a Rajoy

|

Es obvio que, detrás de este penoso espectáculo al que los españoles estamos llamados a asistir, simplemente como meros espectadores , después de que las urnas, por segunda vez en menos de un año, volvieran a dictar su sentencia en parecidos términos a la que dieron el de 30D del 2015, lo suficientemente imprecisa, ininteligible y difícil de interpretar, en la que sólo ha aparecido el PP como claro vencedor, con amplia diferencia con el resto de participantes pero, como ya le sucedió en la anterior ocasión, sin poder constituir una mayoría suficiente para gobernar sin el apoyo de alguno o algunos de sus adversarios políticos. Un difícil enigma de muy complicada solución que hace que, España entera, esté sufriendo las consecuencias de no disponer de un gobierno sólido, estable, coordinado y en condiciones de afrentar los retos acumulados durante tanto tiempo, que no pueden retrasarse más sin que, con ello, nuestra nación salga duramente perjudicada.

Se acusa a Mariano Rajoy de inmovilismo y, en esta ocasión, nos parece que con una cierta injusticia. Se le pide que transija, que ceda, que acepte determinadas reivindicaciones de los partidos de la oposición; que negocie, que sea simpático y que se atraiga a aquellos que, precisamente, se han mostrado poco dispuestos a negociar con él, es más, que no han querido ni sentarse ante una mesa para poder contrastar coincidencias y discrepancias. No obstante, lo primero en lo que debiéramos fijar nuestra atención es en comportamiento de sus adversarios políticos, los que perdieron las elecciones con importantes recortes de escaños, teniendo en cuenta que, apenas hacía medio año de aquellas otras que fueron las culpables de que fuera necesario convocar esta segunda tanda. ¿Cuál ha sido el comportamiento de los partidos que, en teoría se debían de haber ofrecido para apoyar al vencedor, negociando las condiciones o, al menos, abstenerse, negociando otras condiciones, pero nunca negándose a hablar del tema con el partido vencedor, en ambas ocasiones aunque, en este caso, menos exigentes. Tomando, en todo caso, en cuenta que en esta segunda ocasión el PP logró mayores diferencias, sobre sus adversarios, que en las anteriores.

Y si, en el caso del señor Pedro Sánchez, del PSOE, aparece clara o, al menos, explicable, su negativa a negociar con Rajoy, porque ha sido el mismo congreso de su partido el que decidió no apoyar ni formar parte de un gobierno con el PP; aparte de que, el señor Sánchez, está pillado, por sus propios errores (cuando ha satanizado a Rajoy durante ambas campañas) que ahora se volverían en su contra si cediese algún tipo de apoyo a su rival de la derecha; lo que, con toda seguridad, le iba a costar su cargo en el partido. No obstante, en cuando nos referimos a Ciudadanos y a su líder, el señor Albert Rivera, la cuestión no parece tan evidente y es muy posible que, aunque siempre ha mantenido una postura, evidentemente incomprensible, intentando vetar a una persona, Mariano Rajoy, que ha sido la que precisamente ha sido el artífice (claro que con menos votos que en noviembre del 2001) de las dos últimas victorias de su partido y, en todo caso, en la última ocasión en la que ha salido más reforzado. No se le ha reconocido por los perdedores y ello lleva a que España, se vea, si no se soluciona en breve tiempo este enredo, ante la tesitura de que si no hay acuerdos, sean necesarias unas terceras legislativas, para diciembre de este año. ¿Estamos los españoles preparados para ello?

En realidad, el partido de Albert Rivera se fundó como una mera reacción, de parte del catalanismo conservador y una izquierda moderada catalana que veían, con preocupación, la deriva nacionalista y, especialmente, la más radical y separatista, como un peligro para Cataluña y los catalanes. Esto hace que Ciudadanos sea más bien un conglomerado, que empezó siendo de catalanes contrarios a la tendencia separatistas de los partidos catalanistas independentistas, pero no debemos olvidar que esto no quiere decir que, los catalanes fundadores de Ciudadanos ( Ciutatans) no sean también catalanistas y, evidentemente, tengan pocas simpatías por un partido tan centralista como es el PP. Un punto que el señor Rivera no puede dejar de considerar y que, con todo probabilidad, ha contribuido a mantener esta, por otra parte inexplicable, actitud tan dura e intervencionista de tan difícil explicación en una formación tan moderada.

Existen otras variables que pudieran explicar la inquietud de Albert Rivera ante la posibilidad de apoyar a Rajoy. No dejemos de considerar que, cuando el líder de Ciudadanos se decidió a dar el paso de intervenir en la política nacional, cuando comenzó a sopesar sus posibilidades de dar el salto para entrar en el Parlamento del país, fue después de las elecciones municipales en las que, como es sabido, muchos españoles disgustados con la pasividad del PP ante el desafío catalán y el incumplimiento de varias de sus promesas electorales ( ley del aborto, matrimonios homosexuales, etc.), cambiaron el sentido de su voto y votaron por el partido C’s que, en aquellos momentos, les pareció el que más garantías les daba de mantener una política moderada alejada de los extremismos y del resto de partidos de izquierdas.

Superados aquellos miedos y disgustados con la actitud de Ciudadanos después de los primeros comicios de 30D, en los que Rivera, en lugar de buscar al PP decidió aliarse con la izquierda representada por el PSOE del señor Sánchez; en estas últimas elecciones decidieron volver al PP lo que ocasionó que de 40 diputados conseguidos en diciembre se quedara reducido a 33, un hachazo muy notable para un partido que los cedía en sólo seis meses. Es obvio que, el señor Rivera, siente, detrás de su oreja, el soplo del aliento de los populares, amenazando con, que a la primera ocasión que se les presente, acabar de recuperar los escaños que perdieron a su costa y, de paso, arrebatarles los pocos que pudieran restarles al final. Seguramente es por ello que pretende establecer líneas rojas, insólitamente débiles, para intentar demostrar que existen diferencias importantes entre la filosofía de Ciudadanos y la del PP.

Se enroca el señor Ribera en la necesidad de regeneración del PP, pero se olvida que similares circunstancias se encontraba el PSOE, y en especial, en Andalucía y, no obstante no tuvo empacho en aliarse con la señora Díaz para mantenerla al frente de dicha comunidad. Tampoco tiene en cuenta que parece ser que, el tema de la corrupción, está ya perdiendo fuelle una vez que ya llevan diez años del caso Bárcenas y que, entre tanto, pese a todo, el partido del señor Rajoy va ganado las últimas consultas, cada vez con mayor número de apoyos. Mucho nos tememos que este papel de Amadís de Gaula, de caballero de refulgente armadura, empeñado en salvar al mundo de los indeseables, ya no sea suficiente para que, quienes desean que España recobre su situación de antes de la crisis, de aquellos que están hartos de tantas dilaciones y de los que empiezan a ver, a los que no saben más que obstaculizar la formación de un gobierno estable, como verdaderos peligros para España y para los intereses de los españoles.

No sabemos, como no lo sabe nadie, cual va a ser el resultado final de la investidura del señor Rajoy, aunque nos tememos que todo va a acabar de la peor forma posible. No podemos descartar, de este sujeto tozudo, descerebrado y ególatra que hoy lidera a los socialistas, que intente, hasta el último momento, que el Rey le encargue otra vez la investidura si es que, como es de prever, se muestra dispuesto a pactar, hasta con el mismo Lucifer, para conseguir su único objetivo: presidir el gobierno de España. Sólo que, ha de encontrar quienes lo apoyen ( los separatistas con su desafío al Constitucional se lo van a poner difícil), a quienes estén dispuestos a protagonizar el mayor fracaso de un gobierno en el menor tiempo posible y no les importe quedar con el culo al aire, ante las inevitables elecciones que se iban a producir acto seguido de la caída del gobierno frankenstein, como algunos ya lo califican, al referirse al gobierno multipartidista que sería preciso acordar para alcanzar la mayoría precisa.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con cierta preocupación y mucho asombro como este joven político, Albert Rivera, sin duda un político inteligente, se deja llevar por su inexperiencia, quizá mal aconsejado por algunos miembros de su partido declarados anti PP; hacia posturas poco sensatas que, si no despabila y provoca que lleguemos a otras nuevas elecciones, tiene grandes probabilidades que de las urnas de Diciembre, ya no queden ni los toldos de su tenderete político. Cuando el país necesita sensatez, cuando el retrasar los acuerdos puede costar miles de millones y, estando pendientes los PGE de los que se derivarán los autonómicos y los municipales, al tiempo que Europa se muestra impaciente, esperando el resultado de este complicado enigma laberíntico que, de modo totalmente descerebrado, nos hemos planteado en España; el que el señor Rivera insista en posturas irreductible y rabietas infantiles, puede resultar algo más que una locura, porque si lo analizamos bien se puede considerar una verdadera y sucia traición al pueblo español.

Albert Rivera y su no a Rajoy

“Los varones prudentes, por los casos pasados y por los presentes juzgan los que están por venir” M. de Cervantes
Miguel Massanet
martes, 2 de agosto de 2016, 09:51 h (CET)
Es obvio que, detrás de este penoso espectáculo al que los españoles estamos llamados a asistir, simplemente como meros espectadores , después de que las urnas, por segunda vez en menos de un año, volvieran a dictar su sentencia en parecidos términos a la que dieron el de 30D del 2015, lo suficientemente imprecisa, ininteligible y difícil de interpretar, en la que sólo ha aparecido el PP como claro vencedor, con amplia diferencia con el resto de participantes pero, como ya le sucedió en la anterior ocasión, sin poder constituir una mayoría suficiente para gobernar sin el apoyo de alguno o algunos de sus adversarios políticos. Un difícil enigma de muy complicada solución que hace que, España entera, esté sufriendo las consecuencias de no disponer de un gobierno sólido, estable, coordinado y en condiciones de afrentar los retos acumulados durante tanto tiempo, que no pueden retrasarse más sin que, con ello, nuestra nación salga duramente perjudicada.

Se acusa a Mariano Rajoy de inmovilismo y, en esta ocasión, nos parece que con una cierta injusticia. Se le pide que transija, que ceda, que acepte determinadas reivindicaciones de los partidos de la oposición; que negocie, que sea simpático y que se atraiga a aquellos que, precisamente, se han mostrado poco dispuestos a negociar con él, es más, que no han querido ni sentarse ante una mesa para poder contrastar coincidencias y discrepancias. No obstante, lo primero en lo que debiéramos fijar nuestra atención es en comportamiento de sus adversarios políticos, los que perdieron las elecciones con importantes recortes de escaños, teniendo en cuenta que, apenas hacía medio año de aquellas otras que fueron las culpables de que fuera necesario convocar esta segunda tanda. ¿Cuál ha sido el comportamiento de los partidos que, en teoría se debían de haber ofrecido para apoyar al vencedor, negociando las condiciones o, al menos, abstenerse, negociando otras condiciones, pero nunca negándose a hablar del tema con el partido vencedor, en ambas ocasiones aunque, en este caso, menos exigentes. Tomando, en todo caso, en cuenta que en esta segunda ocasión el PP logró mayores diferencias, sobre sus adversarios, que en las anteriores.

Y si, en el caso del señor Pedro Sánchez, del PSOE, aparece clara o, al menos, explicable, su negativa a negociar con Rajoy, porque ha sido el mismo congreso de su partido el que decidió no apoyar ni formar parte de un gobierno con el PP; aparte de que, el señor Sánchez, está pillado, por sus propios errores (cuando ha satanizado a Rajoy durante ambas campañas) que ahora se volverían en su contra si cediese algún tipo de apoyo a su rival de la derecha; lo que, con toda seguridad, le iba a costar su cargo en el partido. No obstante, en cuando nos referimos a Ciudadanos y a su líder, el señor Albert Rivera, la cuestión no parece tan evidente y es muy posible que, aunque siempre ha mantenido una postura, evidentemente incomprensible, intentando vetar a una persona, Mariano Rajoy, que ha sido la que precisamente ha sido el artífice (claro que con menos votos que en noviembre del 2001) de las dos últimas victorias de su partido y, en todo caso, en la última ocasión en la que ha salido más reforzado. No se le ha reconocido por los perdedores y ello lleva a que España, se vea, si no se soluciona en breve tiempo este enredo, ante la tesitura de que si no hay acuerdos, sean necesarias unas terceras legislativas, para diciembre de este año. ¿Estamos los españoles preparados para ello?

En realidad, el partido de Albert Rivera se fundó como una mera reacción, de parte del catalanismo conservador y una izquierda moderada catalana que veían, con preocupación, la deriva nacionalista y, especialmente, la más radical y separatista, como un peligro para Cataluña y los catalanes. Esto hace que Ciudadanos sea más bien un conglomerado, que empezó siendo de catalanes contrarios a la tendencia separatistas de los partidos catalanistas independentistas, pero no debemos olvidar que esto no quiere decir que, los catalanes fundadores de Ciudadanos ( Ciutatans) no sean también catalanistas y, evidentemente, tengan pocas simpatías por un partido tan centralista como es el PP. Un punto que el señor Rivera no puede dejar de considerar y que, con todo probabilidad, ha contribuido a mantener esta, por otra parte inexplicable, actitud tan dura e intervencionista de tan difícil explicación en una formación tan moderada.

Existen otras variables que pudieran explicar la inquietud de Albert Rivera ante la posibilidad de apoyar a Rajoy. No dejemos de considerar que, cuando el líder de Ciudadanos se decidió a dar el paso de intervenir en la política nacional, cuando comenzó a sopesar sus posibilidades de dar el salto para entrar en el Parlamento del país, fue después de las elecciones municipales en las que, como es sabido, muchos españoles disgustados con la pasividad del PP ante el desafío catalán y el incumplimiento de varias de sus promesas electorales ( ley del aborto, matrimonios homosexuales, etc.), cambiaron el sentido de su voto y votaron por el partido C’s que, en aquellos momentos, les pareció el que más garantías les daba de mantener una política moderada alejada de los extremismos y del resto de partidos de izquierdas.

Superados aquellos miedos y disgustados con la actitud de Ciudadanos después de los primeros comicios de 30D, en los que Rivera, en lugar de buscar al PP decidió aliarse con la izquierda representada por el PSOE del señor Sánchez; en estas últimas elecciones decidieron volver al PP lo que ocasionó que de 40 diputados conseguidos en diciembre se quedara reducido a 33, un hachazo muy notable para un partido que los cedía en sólo seis meses. Es obvio que, el señor Rivera, siente, detrás de su oreja, el soplo del aliento de los populares, amenazando con, que a la primera ocasión que se les presente, acabar de recuperar los escaños que perdieron a su costa y, de paso, arrebatarles los pocos que pudieran restarles al final. Seguramente es por ello que pretende establecer líneas rojas, insólitamente débiles, para intentar demostrar que existen diferencias importantes entre la filosofía de Ciudadanos y la del PP.

Se enroca el señor Ribera en la necesidad de regeneración del PP, pero se olvida que similares circunstancias se encontraba el PSOE, y en especial, en Andalucía y, no obstante no tuvo empacho en aliarse con la señora Díaz para mantenerla al frente de dicha comunidad. Tampoco tiene en cuenta que parece ser que, el tema de la corrupción, está ya perdiendo fuelle una vez que ya llevan diez años del caso Bárcenas y que, entre tanto, pese a todo, el partido del señor Rajoy va ganado las últimas consultas, cada vez con mayor número de apoyos. Mucho nos tememos que este papel de Amadís de Gaula, de caballero de refulgente armadura, empeñado en salvar al mundo de los indeseables, ya no sea suficiente para que, quienes desean que España recobre su situación de antes de la crisis, de aquellos que están hartos de tantas dilaciones y de los que empiezan a ver, a los que no saben más que obstaculizar la formación de un gobierno estable, como verdaderos peligros para España y para los intereses de los españoles.

No sabemos, como no lo sabe nadie, cual va a ser el resultado final de la investidura del señor Rajoy, aunque nos tememos que todo va a acabar de la peor forma posible. No podemos descartar, de este sujeto tozudo, descerebrado y ególatra que hoy lidera a los socialistas, que intente, hasta el último momento, que el Rey le encargue otra vez la investidura si es que, como es de prever, se muestra dispuesto a pactar, hasta con el mismo Lucifer, para conseguir su único objetivo: presidir el gobierno de España. Sólo que, ha de encontrar quienes lo apoyen ( los separatistas con su desafío al Constitucional se lo van a poner difícil), a quienes estén dispuestos a protagonizar el mayor fracaso de un gobierno en el menor tiempo posible y no les importe quedar con el culo al aire, ante las inevitables elecciones que se iban a producir acto seguido de la caída del gobierno frankenstein, como algunos ya lo califican, al referirse al gobierno multipartidista que sería preciso acordar para alcanzar la mayoría precisa.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con cierta preocupación y mucho asombro como este joven político, Albert Rivera, sin duda un político inteligente, se deja llevar por su inexperiencia, quizá mal aconsejado por algunos miembros de su partido declarados anti PP; hacia posturas poco sensatas que, si no despabila y provoca que lleguemos a otras nuevas elecciones, tiene grandes probabilidades que de las urnas de Diciembre, ya no queden ni los toldos de su tenderete político. Cuando el país necesita sensatez, cuando el retrasar los acuerdos puede costar miles de millones y, estando pendientes los PGE de los que se derivarán los autonómicos y los municipales, al tiempo que Europa se muestra impaciente, esperando el resultado de este complicado enigma laberíntico que, de modo totalmente descerebrado, nos hemos planteado en España; el que el señor Rivera insista en posturas irreductible y rabietas infantiles, puede resultar algo más que una locura, porque si lo analizamos bien se puede considerar una verdadera y sucia traición al pueblo español.

Noticias relacionadas

La libertad de expresión es un derecho fundamental que abarca las libertades de opinión, información y prensa, es esencial para ejercer otros derechos humanos y participar activamente en una sociedad libre y democrática, pero lo mismo en España que toda Europa, este derecho se enfrenta a desafíos y tensiones debido a la censura y a las restricciones.

Tras conocer por la prensa que un juzgado ha abierto diligencias de investigación por una denuncia contra su esposa, el presidente del Gobierno ha publicado una carta abierta dirigida a la ciudadanía en el antiguo Twitter, en la que afirma que: "Vive con impotencia el fango que se esparce sobre su mujer", y se pregunta si debe continuar o renunciar, motivo por el cual cancela su agenda, y se da de plazo hasta el próximo lunes, para meditar su futuro.

Pedro Sánchez habría dado por amortizada la actual legislatura y, con un golpe de efecto, anunciará presumiblemente el 29 de abril el adelanto de las Elecciones Generales para el próximo otoño, con la esperanza de renacer cual Ave Fénix y obtener unos resultados que le permitan conformar un Gobierno en solitario tras fagocitar los restos del naufragio de la efímera candidatura unitaria de izquierdas Sumar y con apoyos externos de los grupos nacionalistas periféricos.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto