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En algo que ya se va volviendo costumbre, el Tiranosaurio de la calle Yegros vuelve a ser derrotado, en este caso por un modesto político del interior

Zucolillo vuelve a morder el polvo de la derrota

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Quien infligió su última derrota al Tiranosaurio de la calle Yegros, Aldo Zucolillo, no es ya un senador del partido de gobierno con apoyo del presidente Horacio Cartes, como Víctor Bogado. Se trata de un modesto político del interior, cuyo triunfo intentó ser arrebatado por el partido inorgánico que es la prensa capitaneada por Zucolillo.

La semana pasada el juez del caso levantó una orden de arresto domiciliario que pesaba sobre Denilso Sanchez, quien había ganado la silla de intendente de la localidad de Capitan Bado, por mandato de las urnas. El ganador fue encausado por el solo hecho de no ser del agrado del único fiscal y juez de la república, Aldo Zucolillo, quien apeló a su aparato parafiscal y parapolicial para tratar de sacarlo del medio.

Sin embargo, una vez más, Zucolillo mordió el polvo de la derrota y Sánchez finalmente volvió a su pueblo natal en medio del júbilo popular, para asumir el puesto que se ganó legítimamente, a través de la voluntad popular, tras hacer morder una vez más el polvo al tiranosaurio de la calle Yegros.

Este caso es un paradigma más que echa luz sobre la hipocresía, ignorancia y racismo que aquejan a los amos de la prensa paraguaya.

Si existe un sello característico que permite diferenciar a la prensa paraguaya en general, es su aversión por la movilidad social. A lo largo de largas décadas, uno de los argumentos más recurrentes para disparar contra sus adversarios ha sido revelar el origen humilde de quienes a través de su talento político lograron superarse y escalar posiciones de lo más bajo a lo más alto de las clases sociales.

El mejor argumento para demostrar la deshonestidad de algún encumbrado dirigente político es, en esa lógica, publicar pruebas sobre su origen humilde y las necesidades que padeció antes de acceder a la función pública. Es común leer en los medios que el personaje viajaba en transporte público, tenía siempre la billetera vacía, vivía en una tapera.

La última víctima de este esquema clasista fue el intendente de Capitán Bado, Denilso Sánchez, acusado de ser un lavador de dinero porque su hermano fue procesado por ese delito contable en Brasil. Argumento incontestable, según los analistas de la prensa paraguaya, que olvidaron que el banco del presidente Horacio Cartes también fue investigado sobre lo mismo por la justicia brasilera.

El fiscal Marcelo Pecci, que litiga a través de los medios en lugar de hacerlo en los tribunales, mantuvo por seis meses en prisión al hermano de Denilso, sin poder demostrar su culpabilidad. Mucho más improbable es que demuestre la culpabilidad de alguien imputado sólo por ser “hermano de”…Toda la acusación se basaba en una causa fenecida en tribunales foráneos, rumores interesados, el origen humilde y sobre todo, el tono bronceado de la piel del involucrado.

Denilso se quejó de los adjetivos peyorativos con los cuales lo alude la prensa, las ofensas que recibe en ese contexto su familia y denunció la falta de pruebas, testimonios o argumentos valederos para acusarlo más allá de las publicaciones en las que se basa un fiscal favorecido por los medios.

Esta realidad llevó a Sánchez a acusar de hipócrita, ignorante y racista a la prensa que pretende condenarlo como si las oficinas de los empresarios que lucran con el trabajo de los periodistas fuera una sala penal.

Finalmente, la semana pasada la prensa hipócrita y el hombre que convirtió al periodismo en servilismo, Aldo Zucolillo, debieron tragarse sus palabras. Es de esperar que sirva de escarmiento para no volver exponerse a este tipo de papelones.

Zucolillo vuelve a morder el polvo de la derrota

En algo que ya se va volviendo costumbre, el Tiranosaurio de la calle Yegros vuelve a ser derrotado, en este caso por un modesto político del interior
Luis Agüero Wagner
lunes, 1 de agosto de 2016, 08:16 h (CET)
Quien infligió su última derrota al Tiranosaurio de la calle Yegros, Aldo Zucolillo, no es ya un senador del partido de gobierno con apoyo del presidente Horacio Cartes, como Víctor Bogado. Se trata de un modesto político del interior, cuyo triunfo intentó ser arrebatado por el partido inorgánico que es la prensa capitaneada por Zucolillo.

La semana pasada el juez del caso levantó una orden de arresto domiciliario que pesaba sobre Denilso Sanchez, quien había ganado la silla de intendente de la localidad de Capitan Bado, por mandato de las urnas. El ganador fue encausado por el solo hecho de no ser del agrado del único fiscal y juez de la república, Aldo Zucolillo, quien apeló a su aparato parafiscal y parapolicial para tratar de sacarlo del medio.

Sin embargo, una vez más, Zucolillo mordió el polvo de la derrota y Sánchez finalmente volvió a su pueblo natal en medio del júbilo popular, para asumir el puesto que se ganó legítimamente, a través de la voluntad popular, tras hacer morder una vez más el polvo al tiranosaurio de la calle Yegros.

Este caso es un paradigma más que echa luz sobre la hipocresía, ignorancia y racismo que aquejan a los amos de la prensa paraguaya.

Si existe un sello característico que permite diferenciar a la prensa paraguaya en general, es su aversión por la movilidad social. A lo largo de largas décadas, uno de los argumentos más recurrentes para disparar contra sus adversarios ha sido revelar el origen humilde de quienes a través de su talento político lograron superarse y escalar posiciones de lo más bajo a lo más alto de las clases sociales.

El mejor argumento para demostrar la deshonestidad de algún encumbrado dirigente político es, en esa lógica, publicar pruebas sobre su origen humilde y las necesidades que padeció antes de acceder a la función pública. Es común leer en los medios que el personaje viajaba en transporte público, tenía siempre la billetera vacía, vivía en una tapera.

La última víctima de este esquema clasista fue el intendente de Capitán Bado, Denilso Sánchez, acusado de ser un lavador de dinero porque su hermano fue procesado por ese delito contable en Brasil. Argumento incontestable, según los analistas de la prensa paraguaya, que olvidaron que el banco del presidente Horacio Cartes también fue investigado sobre lo mismo por la justicia brasilera.

El fiscal Marcelo Pecci, que litiga a través de los medios en lugar de hacerlo en los tribunales, mantuvo por seis meses en prisión al hermano de Denilso, sin poder demostrar su culpabilidad. Mucho más improbable es que demuestre la culpabilidad de alguien imputado sólo por ser “hermano de”…Toda la acusación se basaba en una causa fenecida en tribunales foráneos, rumores interesados, el origen humilde y sobre todo, el tono bronceado de la piel del involucrado.

Denilso se quejó de los adjetivos peyorativos con los cuales lo alude la prensa, las ofensas que recibe en ese contexto su familia y denunció la falta de pruebas, testimonios o argumentos valederos para acusarlo más allá de las publicaciones en las que se basa un fiscal favorecido por los medios.

Esta realidad llevó a Sánchez a acusar de hipócrita, ignorante y racista a la prensa que pretende condenarlo como si las oficinas de los empresarios que lucran con el trabajo de los periodistas fuera una sala penal.

Finalmente, la semana pasada la prensa hipócrita y el hombre que convirtió al periodismo en servilismo, Aldo Zucolillo, debieron tragarse sus palabras. Es de esperar que sirva de escarmiento para no volver exponerse a este tipo de papelones.

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