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Cuesta mucho creer que esta España quiere disfrutar de sus vacaciones veraniegas

¿Cómo comprender la avalancha de vacaciones, si el pueblo está en la miseria?

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Seguramente estaremos padeciendo alucinaciones o, acaso, tengamos las percepciones sensoriales alteradas y nuestros sentidos nos engañen o es posible que, sin darnos cuenta, nos hayamos traslado a otro universo donde existen planetas como el nuestro, sólo que más florecientes, menos maleados o más felices, donde la gente se puede ir masivamente de vacaciones por mar tierra y aire, cargados de maletas, con coches abarrotados de personas que se dirigen a miles de destinos de dentro y fuera del territorio nacional. Gentes sonriente, niños entusiasmados, chicos y chicas alegres, playas invadidas de gentes que se bañan, que toman el sol, que se sientan en los chiringuitos para tomarse sus cervezas o que dan largos paseos por las orillas, chapoteando con el agua que les cubren los pies. ¿Es esto España o, acaso, unos duendes misteriosos nos crean visiones virtuales de lo que se podría considerar como un país maravilloso, libre de políticos, gafes, embusteros y creadores de falsas truculencias para asustar a la ciudadanía?

Yo no sé y, si les he de ser sincero, tampoco me importa un bledo, si estos que se pasan el día despotricando sobre la situación de nuestra nación, de aquellos que ven miseria por todos lados o de los otros que, venidos de fuera, donde empollaron los huevos de la maldad, bilis, rencor, demagogia, falsedad y afán desestabilizador para, una vez incubados dentro de sus malsanas mentes, venirse a España para parirlos, con la intención de llevarse a los ciudadanos españoles a los dorados paraísos imaginarios, frutos de las mentes calenturientas de Lenin, Trostki, Beria, Bakunin o el mismísimo “padrecito” Stalín; donde, seguramente, tendrían ocasión de comprobar las delicias de aquellos regímenes, (como el que consiguieron instaurar en la Venezuela del señor Maduro);saben, en realidad, hacia dónde nos quieren llevar y si están bien de la mollera o tienen alguna alteración psíquica o, más bien, sólo se trata más de un ataque de cabronería contagiosa con la que pretenden sembrar, en la nación española, el virus letal del desconcierto, el desaliento, la abulia, la rendición y la entrega, a esta peligrosa y malsana epidemia del pesimismo insuperable, como medio de instalar su dictadura..

Cuesta mucho creer que esta España, sana, alegre, que quiere disfrutar, con una cierta tranquilidad, de sus vacaciones veraniegas, pueda ser la misma que nos pintan ciertos partidos políticos, dónde la miseria les sale por los poros a las personas; donde existen grupos desarraigados dispuestos a emprender la revolución; donde los hay que niegan la evidencia y siguen emperrados en que hay que cambiarlo todo, ¿todo, señores?, ¿qué es lo que, de verdad, pretenden cambiar y qué clase de cambios nos proponen que puedan mejorar lo que se ha conseguido en los últimos años, en los que se ha luchado, se ha padecido, se han hecho esfuerzos para salir de la situación de quiebra en la que nos dejaron los socialistas de Zapatero; para conseguir congraciarnos con el resto de Europa; para lograr que los que no nos compraban deuda pública lo hagan masivamente; para que los intereses que pagábamos del 6% y el 7%, ahora, en determinadas partidas, sean los inversores los que paguen deuda negativa; para que las empresas vuelvan a abrir y los autónomos, que quebraron a cientos de miles, hoy en día se recuperen y contribuyan a enriquecer la nación; a que, cada día, en nuestro país se contraten a tres o cuatro mil personas y el paro vaya bajando en cientos de miles de nuevos empleados mientras, la Seguridad Social, va incrementando las personas inscritas en ella.

Una cosa sí es cierta y es que, la familia de políticos que hoy en día se han apoderado de los distintos partidos políticos, no se merecen otra cosa de que se los expulsara a todos de España y nos dejaran en paz ya que, con toda seguridad, sin ellos, todos seríamos capaces de reconciliarnos, recuperar el aprecio de los catalanes, tan deteriorado por culpa, precisamente, de este atajo de personajes de escasa entidad intelectual, que se han dedicado a sembrar la discordia entre españoles y catalanes, simplemente para sacar provecho de esta enemistad artificial que, desgraciadamente, han conseguido crear entre unos y otros.

Esta España alegre, viajera, animosa, en fase de recuperación, con mucha gente que ha vuelto al trabajo y la perspectiva optimista de que, poco a poco, todo se puede ir arreglando; sin que sea preciso ningún cambio de sistema, ninguna revolución leninista, ningún coup de force de consecuencias imprevisibles, en cuanto a nuestro entendimiento como españoles y de fatales resultados en cuanto a nuestras futuras relaciones con el resto de la UE que, evidentemente no lo iba a consentir, haciéndonos pagar el precio de forma harto dura y tajante para nuestros intereses como país.

No hay nadie, en su sano juicio, que pueda establecer una equivalencia entre los que han venido siendo las sesiones parlamentarias que precedieron a las dos elecciones fracasadas de los últimos meses; nadie medianamente ilustrado puede casarlo con toda esta afluencia turística hacia los distintos centros de ocio, estos millones de desplazamientos ( algo que no ocurría hace pocos años) con la clase de Estado que nos pintaban desde Podemos o desde el PSOE, presuntamente a pocos pasos del desastre y la miseria; con esta explosión de optimismo, esta evidente confianza en el porvenir de nuestro país y esta despreocupación mostrada por nuestros conciudadanos que, aunque la situación política pueda causarles un cierta preocupación o que el hecho de no tener gobierno los pudiera alarmar; sin embargo, tienen la convicción de que el sentido común se impondrá en los partidos políticos, que no van a arriesgarse a un castigo brutal como, con toda seguridad, se produciría si obligasen al pueblo español a una tercera visita a las urnas e, incluso, por mero conservadurismo de los partidos más de izquierdas, si se tiene en cuenta que todos los indicios señalan a que, en una tercera consulta, muy posiblemente, quienes sacarían mayor ventaja serían los partidos más conservadores.

En cualquier caso, sólo los que no están interesados en enterarse, los que ahora no hablan de lo que “quieren los españoles”, como hacían cuando aireaban los resultados de las elecciones del 30D, alegando que: sumando los escaños de la izquierda superaban a los de la derecha; debido a que, en esta ocasión, el claro vencedor ha sido el PP y el resto de los posibles candidatos a la presidencia han sufrido notables retrocesos que les impiden gallear como hicieron entonces y sólo, haciendo cabalísticas combinaciones, muchas contra natura, y olvidándose de las famosas líneas rojas que las directivas del PSOE o las de Ciudadanos, se auto impusieron, podrían conseguir formar un multipartito que, por supuesto, sería incapaz de gobernar a la nación española.

Es obvio que la situación de la investidura se ha convertido en una especie de laberinto cuya salida mucho nos tememos todavía no ha sido diseñada pero que, si los cuatro partidos políticos que parten el bacalao, no son capaces de encontrarle una solución razonable y siguen empeñados en mantenerse cada uno en su postura intransigente, puede que, este pueblo tan relajado, este mismo pueblo alegre y desenfadado que ahora sólo piensa en divertirse y en conocer lugares nuevos; decida ponerse serio, borre la sonrisa de la cara, frunza el ceño y, exija, no pida, que los políticos se dejen de “chorradas” y se decidan, de una vez, poner a España por encima de sus rencillas de parvulario. En caso contrario no sabemos lo que podría llegar a suceder.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos el convencimiento de que los políticos nos han estado engañando, pero también empezamos a tener la idea de que, el pueblo español, está hasta las narices de tanto comadreo y tantos personalismos y que es muy posible que, al regreso de vacaciones, se les pongan difíciles las cosas a esta camada de politicastros.

¿Cómo comprender la avalancha de vacaciones, si el pueblo está en la miseria?

Cuesta mucho creer que esta España quiere disfrutar de sus vacaciones veraniegas
Miguel Massanet
lunes, 1 de agosto de 2016, 08:14 h (CET)
Seguramente estaremos padeciendo alucinaciones o, acaso, tengamos las percepciones sensoriales alteradas y nuestros sentidos nos engañen o es posible que, sin darnos cuenta, nos hayamos traslado a otro universo donde existen planetas como el nuestro, sólo que más florecientes, menos maleados o más felices, donde la gente se puede ir masivamente de vacaciones por mar tierra y aire, cargados de maletas, con coches abarrotados de personas que se dirigen a miles de destinos de dentro y fuera del territorio nacional. Gentes sonriente, niños entusiasmados, chicos y chicas alegres, playas invadidas de gentes que se bañan, que toman el sol, que se sientan en los chiringuitos para tomarse sus cervezas o que dan largos paseos por las orillas, chapoteando con el agua que les cubren los pies. ¿Es esto España o, acaso, unos duendes misteriosos nos crean visiones virtuales de lo que se podría considerar como un país maravilloso, libre de políticos, gafes, embusteros y creadores de falsas truculencias para asustar a la ciudadanía?

Yo no sé y, si les he de ser sincero, tampoco me importa un bledo, si estos que se pasan el día despotricando sobre la situación de nuestra nación, de aquellos que ven miseria por todos lados o de los otros que, venidos de fuera, donde empollaron los huevos de la maldad, bilis, rencor, demagogia, falsedad y afán desestabilizador para, una vez incubados dentro de sus malsanas mentes, venirse a España para parirlos, con la intención de llevarse a los ciudadanos españoles a los dorados paraísos imaginarios, frutos de las mentes calenturientas de Lenin, Trostki, Beria, Bakunin o el mismísimo “padrecito” Stalín; donde, seguramente, tendrían ocasión de comprobar las delicias de aquellos regímenes, (como el que consiguieron instaurar en la Venezuela del señor Maduro);saben, en realidad, hacia dónde nos quieren llevar y si están bien de la mollera o tienen alguna alteración psíquica o, más bien, sólo se trata más de un ataque de cabronería contagiosa con la que pretenden sembrar, en la nación española, el virus letal del desconcierto, el desaliento, la abulia, la rendición y la entrega, a esta peligrosa y malsana epidemia del pesimismo insuperable, como medio de instalar su dictadura..

Cuesta mucho creer que esta España, sana, alegre, que quiere disfrutar, con una cierta tranquilidad, de sus vacaciones veraniegas, pueda ser la misma que nos pintan ciertos partidos políticos, dónde la miseria les sale por los poros a las personas; donde existen grupos desarraigados dispuestos a emprender la revolución; donde los hay que niegan la evidencia y siguen emperrados en que hay que cambiarlo todo, ¿todo, señores?, ¿qué es lo que, de verdad, pretenden cambiar y qué clase de cambios nos proponen que puedan mejorar lo que se ha conseguido en los últimos años, en los que se ha luchado, se ha padecido, se han hecho esfuerzos para salir de la situación de quiebra en la que nos dejaron los socialistas de Zapatero; para conseguir congraciarnos con el resto de Europa; para lograr que los que no nos compraban deuda pública lo hagan masivamente; para que los intereses que pagábamos del 6% y el 7%, ahora, en determinadas partidas, sean los inversores los que paguen deuda negativa; para que las empresas vuelvan a abrir y los autónomos, que quebraron a cientos de miles, hoy en día se recuperen y contribuyan a enriquecer la nación; a que, cada día, en nuestro país se contraten a tres o cuatro mil personas y el paro vaya bajando en cientos de miles de nuevos empleados mientras, la Seguridad Social, va incrementando las personas inscritas en ella.

Una cosa sí es cierta y es que, la familia de políticos que hoy en día se han apoderado de los distintos partidos políticos, no se merecen otra cosa de que se los expulsara a todos de España y nos dejaran en paz ya que, con toda seguridad, sin ellos, todos seríamos capaces de reconciliarnos, recuperar el aprecio de los catalanes, tan deteriorado por culpa, precisamente, de este atajo de personajes de escasa entidad intelectual, que se han dedicado a sembrar la discordia entre españoles y catalanes, simplemente para sacar provecho de esta enemistad artificial que, desgraciadamente, han conseguido crear entre unos y otros.

Esta España alegre, viajera, animosa, en fase de recuperación, con mucha gente que ha vuelto al trabajo y la perspectiva optimista de que, poco a poco, todo se puede ir arreglando; sin que sea preciso ningún cambio de sistema, ninguna revolución leninista, ningún coup de force de consecuencias imprevisibles, en cuanto a nuestro entendimiento como españoles y de fatales resultados en cuanto a nuestras futuras relaciones con el resto de la UE que, evidentemente no lo iba a consentir, haciéndonos pagar el precio de forma harto dura y tajante para nuestros intereses como país.

No hay nadie, en su sano juicio, que pueda establecer una equivalencia entre los que han venido siendo las sesiones parlamentarias que precedieron a las dos elecciones fracasadas de los últimos meses; nadie medianamente ilustrado puede casarlo con toda esta afluencia turística hacia los distintos centros de ocio, estos millones de desplazamientos ( algo que no ocurría hace pocos años) con la clase de Estado que nos pintaban desde Podemos o desde el PSOE, presuntamente a pocos pasos del desastre y la miseria; con esta explosión de optimismo, esta evidente confianza en el porvenir de nuestro país y esta despreocupación mostrada por nuestros conciudadanos que, aunque la situación política pueda causarles un cierta preocupación o que el hecho de no tener gobierno los pudiera alarmar; sin embargo, tienen la convicción de que el sentido común se impondrá en los partidos políticos, que no van a arriesgarse a un castigo brutal como, con toda seguridad, se produciría si obligasen al pueblo español a una tercera visita a las urnas e, incluso, por mero conservadurismo de los partidos más de izquierdas, si se tiene en cuenta que todos los indicios señalan a que, en una tercera consulta, muy posiblemente, quienes sacarían mayor ventaja serían los partidos más conservadores.

En cualquier caso, sólo los que no están interesados en enterarse, los que ahora no hablan de lo que “quieren los españoles”, como hacían cuando aireaban los resultados de las elecciones del 30D, alegando que: sumando los escaños de la izquierda superaban a los de la derecha; debido a que, en esta ocasión, el claro vencedor ha sido el PP y el resto de los posibles candidatos a la presidencia han sufrido notables retrocesos que les impiden gallear como hicieron entonces y sólo, haciendo cabalísticas combinaciones, muchas contra natura, y olvidándose de las famosas líneas rojas que las directivas del PSOE o las de Ciudadanos, se auto impusieron, podrían conseguir formar un multipartito que, por supuesto, sería incapaz de gobernar a la nación española.

Es obvio que la situación de la investidura se ha convertido en una especie de laberinto cuya salida mucho nos tememos todavía no ha sido diseñada pero que, si los cuatro partidos políticos que parten el bacalao, no son capaces de encontrarle una solución razonable y siguen empeñados en mantenerse cada uno en su postura intransigente, puede que, este pueblo tan relajado, este mismo pueblo alegre y desenfadado que ahora sólo piensa en divertirse y en conocer lugares nuevos; decida ponerse serio, borre la sonrisa de la cara, frunza el ceño y, exija, no pida, que los políticos se dejen de “chorradas” y se decidan, de una vez, poner a España por encima de sus rencillas de parvulario. En caso contrario no sabemos lo que podría llegar a suceder.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos el convencimiento de que los políticos nos han estado engañando, pero también empezamos a tener la idea de que, el pueblo español, está hasta las narices de tanto comadreo y tantos personalismos y que es muy posible que, al regreso de vacaciones, se les pongan difíciles las cosas a esta camada de politicastros.

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