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Álvaro Calleja / Siglo XXI

Recuerda a... Eduardo Chozas

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Con sólo nombrar a Eduardo Chozas ya aparece por la memoria de cada aficionado al ciclismo esa imagen de aquel madrileño con pedalear elegante que escalaba los colosos más altos de Europa con una facilidad que cruzaba la línea de lo espectacular. Chozas formó parte de una de las generaciones más recordadas, con Pedro Delgado como máximo exponente, con el que, casualmente, comparte número de victorias en el Tour de Francia, cuatro, y labor en la actualidad, comentarista. Una generación de corredores que engancharon al espectador y le robaron muchas horas de sueño. En España desapareció la palabra siesta y descubrió a un joven que debutó en el campo profesional cuando tan sólo sumaba 19 años de edad y que pisó con fuerza desde su primera temporada, en la que cosechó dos grandes actuaciones, segundo en la Vuelta a Valencia y una etapa en la Vuelta a Alemania ante el legendario Bernard Hinault, lo que le sirvió para acudir al Mundial de Sallanches (Francia) de la mano de Ramón Mendiburu.

Allí, en Sallanches, una localidad cercana a alguna de las cumbres más conocidas de los Alpes, Eduardo, un chico que había apostado por el ciclismo a pesar de que por su cabeza algo le decía que iba a vivir mejor con sus padres, dueños de una frutería, tomó parte en uno de los mundiales más duros que se recuerdan. Fue el primer paso de lo que sería un largo y brillante camino. Su siguiente hazaña se produjo tres años después en el Giro de Italia, una carrera hecha y diseñada para un corredor como Chozas. La sexta etapa de aquella edición de la “corsa rosa”, con final en Vasto, coronó al por entonces componente del Zor de Javier Mínguez. Un 16 de mayo que fue testigo del triunfo que abriría el casillero en las grandes rondas de uno de los ciclistas españoles que más marca han dejado en el Giro. En esa misma edición, ocupó la octava posición de una clasificación general en la que su compañero Alberto Fernández, padre del ahora corredor del Xacobeo que lleva su mismo nombre, se coló en el tercer cajón del podio.

Pero antes de que eso ocurriera, unas semanas antes, en la Vuelta a España, la única grande que se le ha resistido, el madrileño firmó su mejor participación de las catorce en las que ha tomado la salida. Logró finalizar sexto en una carrera que tuvo a Hinault, el mismo al que había batido un año después de superar la mayoría de edad en Alemania, como vencedor. Una Vuelta que tenía a Chozas, junto a Perurena y Etxave, en lo más alto de la tabla de ediciones disputadas hasta que Iñigo Cuesta, actualmente en el Cervélo de Carlos Sastre, les superó.

Ese año fue el año que le impulsó y le hizo cambiar el chip, él también podía levantar los brazos en las pruebas más prestigiosas. Gran parte de culpa, como él mismo comenta en la entrevista que ha concedido a Siglo XXI, la tuvo su victoria en la Vuelta a Andalucía, en la que también sumó una etapa. Botín que se amplió con la Vuelta a La Rioja, que en 2009 ha pasado a ser de un sólo día, y con la Clásica de Sabiñáñigo, desaparecida desde 2001.

Dos años más tarde, en el 85, Eduardo vivió una de las tardes más bonitas de su carrera. Llegó su primer triunfo en el Tour de Francia. Aurillac fue testigo del vigesimoséptimo español que cruzaba en primera posición una etapa de la ronda gala. Aquel 14 de julio, en plena fiesta nacional, Chozas, ya en las filas del Reynolds y con el dorsal 42 a la espalda, completó otra de sus gestas en una edición que finalizó en el puesto noveno. Y, al año siguiente, volvió a protagonitar una nueva. El escenario, como no podía ser de otra manera, el más alto de la historia del Tour, el Col du Granon, de 2.413 metros. Allí batió a todos, a Zimmermann y a LeMond, a Cabrera y a “Perico”, a Bernard Hinault… nadie pudo con el bravo corredor español. Fue invencible. Como invencible volvió a ser el 23 de julio de 1987 enfundado en la equipación de su nuevo conjunto, el Teka, cuando repitió hazaña en un recorrido que llevaba al límite los corazones de aquellos héroes que mantenían cada día junto a la pantalla a medio mundo. Esa tarde, los aficionados vibraron con la exhibición de Eduardo Chozas en la Morzine tras ascender el Cormet de Roselend, el Col du Saisies, el Col du Aravis, La Colombière y el Joux-Plane. Puertos que guardan en cada curva gran parte de la historia de la Grande Boucle.

Un triunfo que le llevó hasta el Kelme, en el que estuvo un año y desde el que pasó a la ONCE, en la que permanecería desde el 89 al 91. Periodo en el que cosechó su cuarta etapa y la combatividad en el Tour de Francia de 1990. Cuarta etapa que llegó como en la del 85, un 14 de julio, con el 42 a la espalda y con Saint-Étienne cambiándola de situación, si en aquella ocasión fue salida, esta vez era la localidad de llegada. Meta en la que Chozas se impuso a sus compañeros de escapada por centímetros. Fue el mejor de un grupo formado por Breukink, Hampsten, Conti y LeMond. Y periodo en el que también venció en el Giro, en dos ocasiones. La primera, en el 90, con el Monte Vesubio como protagonista, el mismo donde este año Sastre se exhibió. La segunda, en el 91, con la cima de Sestriere como punto y final de una etapa en la que derrotó a corredores de la talla de Chiapucci, Lejarreta y Chioccioli, vencedor de aquella edición en la que Chozas terminó décimo.

Guión de uno de los últimos capítulos de su libro como ciclista. Libro que se cerró dos años más tarde cuando tenía 33 años. Momento en el que comenzó a escribir otro libro, del cual ya ha rellenado numerosas páginas. Tras dejar la competición, el madrileño ha ido creando y participando en distintos proyectos. Formó el Enypesa, un equipo que desapareció en 2008, y comenzó su carrera como comentarista con José María García en la Cadena Cope, en la que permaneció desde 1994 hasta 2001. Onda Cero, Radio Marca, Radio Inter y RNE también han tenido a Eduardo Chozas delante de sus micrófonos. Así mismo, este experto en drogodependencias ha colaborado como articulista en El Mundo, AS, Pedalier y Sport Life. En la actualidad, es comentarista de Eurosport y director técnico de la revista Ciclismo a Fondo. Labores que compenetra con la de organizador de campus y del circuito de excursiones de MTB Actívate en la Comunidad de Madrid.

Recuerda a... Eduardo Chozas

Álvaro Calleja / Siglo XXI
Redacción
viernes, 2 de octubre de 2009, 22:03 h (CET)


Con sólo nombrar a Eduardo Chozas ya aparece por la memoria de cada aficionado al ciclismo esa imagen de aquel madrileño con pedalear elegante que escalaba los colosos más altos de Europa con una facilidad que cruzaba la línea de lo espectacular. Chozas formó parte de una de las generaciones más recordadas, con Pedro Delgado como máximo exponente, con el que, casualmente, comparte número de victorias en el Tour de Francia, cuatro, y labor en la actualidad, comentarista. Una generación de corredores que engancharon al espectador y le robaron muchas horas de sueño. En España desapareció la palabra siesta y descubrió a un joven que debutó en el campo profesional cuando tan sólo sumaba 19 años de edad y que pisó con fuerza desde su primera temporada, en la que cosechó dos grandes actuaciones, segundo en la Vuelta a Valencia y una etapa en la Vuelta a Alemania ante el legendario Bernard Hinault, lo que le sirvió para acudir al Mundial de Sallanches (Francia) de la mano de Ramón Mendiburu.

Allí, en Sallanches, una localidad cercana a alguna de las cumbres más conocidas de los Alpes, Eduardo, un chico que había apostado por el ciclismo a pesar de que por su cabeza algo le decía que iba a vivir mejor con sus padres, dueños de una frutería, tomó parte en uno de los mundiales más duros que se recuerdan. Fue el primer paso de lo que sería un largo y brillante camino. Su siguiente hazaña se produjo tres años después en el Giro de Italia, una carrera hecha y diseñada para un corredor como Chozas. La sexta etapa de aquella edición de la “corsa rosa”, con final en Vasto, coronó al por entonces componente del Zor de Javier Mínguez. Un 16 de mayo que fue testigo del triunfo que abriría el casillero en las grandes rondas de uno de los ciclistas españoles que más marca han dejado en el Giro. En esa misma edición, ocupó la octava posición de una clasificación general en la que su compañero Alberto Fernández, padre del ahora corredor del Xacobeo que lleva su mismo nombre, se coló en el tercer cajón del podio.

Pero antes de que eso ocurriera, unas semanas antes, en la Vuelta a España, la única grande que se le ha resistido, el madrileño firmó su mejor participación de las catorce en las que ha tomado la salida. Logró finalizar sexto en una carrera que tuvo a Hinault, el mismo al que había batido un año después de superar la mayoría de edad en Alemania, como vencedor. Una Vuelta que tenía a Chozas, junto a Perurena y Etxave, en lo más alto de la tabla de ediciones disputadas hasta que Iñigo Cuesta, actualmente en el Cervélo de Carlos Sastre, les superó.

Ese año fue el año que le impulsó y le hizo cambiar el chip, él también podía levantar los brazos en las pruebas más prestigiosas. Gran parte de culpa, como él mismo comenta en la entrevista que ha concedido a Siglo XXI, la tuvo su victoria en la Vuelta a Andalucía, en la que también sumó una etapa. Botín que se amplió con la Vuelta a La Rioja, que en 2009 ha pasado a ser de un sólo día, y con la Clásica de Sabiñáñigo, desaparecida desde 2001.

Dos años más tarde, en el 85, Eduardo vivió una de las tardes más bonitas de su carrera. Llegó su primer triunfo en el Tour de Francia. Aurillac fue testigo del vigesimoséptimo español que cruzaba en primera posición una etapa de la ronda gala. Aquel 14 de julio, en plena fiesta nacional, Chozas, ya en las filas del Reynolds y con el dorsal 42 a la espalda, completó otra de sus gestas en una edición que finalizó en el puesto noveno. Y, al año siguiente, volvió a protagonitar una nueva. El escenario, como no podía ser de otra manera, el más alto de la historia del Tour, el Col du Granon, de 2.413 metros. Allí batió a todos, a Zimmermann y a LeMond, a Cabrera y a “Perico”, a Bernard Hinault… nadie pudo con el bravo corredor español. Fue invencible. Como invencible volvió a ser el 23 de julio de 1987 enfundado en la equipación de su nuevo conjunto, el Teka, cuando repitió hazaña en un recorrido que llevaba al límite los corazones de aquellos héroes que mantenían cada día junto a la pantalla a medio mundo. Esa tarde, los aficionados vibraron con la exhibición de Eduardo Chozas en la Morzine tras ascender el Cormet de Roselend, el Col du Saisies, el Col du Aravis, La Colombière y el Joux-Plane. Puertos que guardan en cada curva gran parte de la historia de la Grande Boucle.

Un triunfo que le llevó hasta el Kelme, en el que estuvo un año y desde el que pasó a la ONCE, en la que permanecería desde el 89 al 91. Periodo en el que cosechó su cuarta etapa y la combatividad en el Tour de Francia de 1990. Cuarta etapa que llegó como en la del 85, un 14 de julio, con el 42 a la espalda y con Saint-Étienne cambiándola de situación, si en aquella ocasión fue salida, esta vez era la localidad de llegada. Meta en la que Chozas se impuso a sus compañeros de escapada por centímetros. Fue el mejor de un grupo formado por Breukink, Hampsten, Conti y LeMond. Y periodo en el que también venció en el Giro, en dos ocasiones. La primera, en el 90, con el Monte Vesubio como protagonista, el mismo donde este año Sastre se exhibió. La segunda, en el 91, con la cima de Sestriere como punto y final de una etapa en la que derrotó a corredores de la talla de Chiapucci, Lejarreta y Chioccioli, vencedor de aquella edición en la que Chozas terminó décimo.

Guión de uno de los últimos capítulos de su libro como ciclista. Libro que se cerró dos años más tarde cuando tenía 33 años. Momento en el que comenzó a escribir otro libro, del cual ya ha rellenado numerosas páginas. Tras dejar la competición, el madrileño ha ido creando y participando en distintos proyectos. Formó el Enypesa, un equipo que desapareció en 2008, y comenzó su carrera como comentarista con José María García en la Cadena Cope, en la que permaneció desde 1994 hasta 2001. Onda Cero, Radio Marca, Radio Inter y RNE también han tenido a Eduardo Chozas delante de sus micrófonos. Así mismo, este experto en drogodependencias ha colaborado como articulista en El Mundo, AS, Pedalier y Sport Life. En la actualidad, es comentarista de Eurosport y director técnico de la revista Ciclismo a Fondo. Labores que compenetra con la de organizador de campus y del circuito de excursiones de MTB Actívate en la Comunidad de Madrid.

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