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Sergio Brosa

Perfeccionando la ausencia de criterio

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El Gobierno acaba de acordar una subida de impuestos. Dejaremos aparte la inconveniencia de la medida en una situación de crisis como la actual. Olvidaremos también que la medida se centra en la mayoría de contribuyentes: obreros, profesionales, comerciantes, etc. Suben fundamentalmente los impuestos indirectos, aquellos que afectan a la aplicación de la renta y no a su origen. Que pagarán todos por igual, sea cual sea su nivel de ingresos. En fin, que se trata de una medida antieconómica en este momento por lo que va a suponer de retracción de la demanda, subida de precios y mayores dificultades aún para la creación de empleo, el auténtico problema de este país.

Si Zapatero quería dar una lección de antisocialismo, ha acertado plenamente, rompiendo además su promesa electoral de los 400 euros.

Sin embargo, peor que todo ello es su ausencia de criterio. No se trata ya tanto de si miente o no. Ciertamente no mentía cuando decía que no subiría los impuestos pues no dudo que realmente lo pensara, pues para mentir lo primero es conocer la verdad y luego decir lo contrario. Pero cuando no se sabe lo que hay que hacer, afirmar que no subirán los impuestos es tan sólo una improvisación; una frase vacía de contenido en la creencia de que va a tranquilizar a los alarmados administrados.

Pero lo que es incuestionable es que carece en absoluto de discernimiento y juicio. Y es una temeridad mantener al frente de un gobierno tan personalista como Zapatero ha forjado para mayor gloria suya, a quien carece de los conocimientos y el sentido común que recomiende dejarse aconsejar por quien entienda.

Dice Jaime Balmes en “El criterio”: «El perfecto conocimiento de las cosas en el orden científico forma los verdaderos sabios; en el orden práctico, para el arreglo de la conducta de los asuntos de la vida, forma los prudentes; en el manejo de los negocios del Estado, forma los grandes políticos; y en todas las profesiones sea cada cual más o menos aventajado, a proporción del mayor o menor conocimiento de los objetos que trata o maneja. Pero este conocimiento ha de ser práctico, ha de abrazar también los pormenores de la ejecución, que son pequeñas verdades, por decirlo así, de las cuales no se puede prescindir si se quiere lograr el objeto. Estas pequeñas verdades son muchas en todas las profesiones; bastando para convencerse de ello el oír a los que se ocupan aun en los oficios más sencillos.»

Pero Zapatero no escuchó a Jordi Sevilla cuando le dijo que en dos o tres tardes lo ponía al corriente de los asuntos económicos. Tampoco escuchó a Pedro Solbes y ambos están fuera de la órbita de Zapatero, del Congreso y hasta del PSOE.

Zapatero es además de incompetente para sacar al país de la crisis, un arrogante que cree a todos sus aduladores. Y ya que estábamos con Balmes, en los primeros compases del mismo título, indica: « ¿De qué sirve discurrir con sutileza, o con profundidad aparente, si el pensamiento no está conforme con la realidad? Un sencillo labrador o un modesto artesano que conocen bien los objetos de su profesión, piensan y hablan mejor sobre ellos que un presuntuoso filósofo, que en encumbrados conceptos y altisonantes palabras quiere darles lecciones sobre lo que no entiende.»

En modo alguno podrá convencer Zapatero a los contribuyentes de que la medida aprobada de incrementar la presión fiscal es buena para salir de la crisis. Es un insulto a la inteligencia de los españoles que les intente persuadir de la bondad de la disposición. Todo el país sabe ya de su ausencia de criterio perfeccionada con la subida de impuestos que perfecciona también la percepción de improvisación permanente de su errática política económica.

No es conveniente andar jugando con los supuestos clamores populares que impelen a un gobierno a subir los impuestos porque nadie cree en tal base como fundamento de una medida antieconómica y contra el socialismo que Zapatero predica y que piensa consiste en dar dinero a la gente en lugar de propiciar la reactivación económica que ha de favorecer la generación de empleo.

Perfeccionando la ausencia de criterio

Sergio Brosa
Sergio Brosa
lunes, 28 de septiembre de 2009, 06:37 h (CET)
El Gobierno acaba de acordar una subida de impuestos. Dejaremos aparte la inconveniencia de la medida en una situación de crisis como la actual. Olvidaremos también que la medida se centra en la mayoría de contribuyentes: obreros, profesionales, comerciantes, etc. Suben fundamentalmente los impuestos indirectos, aquellos que afectan a la aplicación de la renta y no a su origen. Que pagarán todos por igual, sea cual sea su nivel de ingresos. En fin, que se trata de una medida antieconómica en este momento por lo que va a suponer de retracción de la demanda, subida de precios y mayores dificultades aún para la creación de empleo, el auténtico problema de este país.

Si Zapatero quería dar una lección de antisocialismo, ha acertado plenamente, rompiendo además su promesa electoral de los 400 euros.

Sin embargo, peor que todo ello es su ausencia de criterio. No se trata ya tanto de si miente o no. Ciertamente no mentía cuando decía que no subiría los impuestos pues no dudo que realmente lo pensara, pues para mentir lo primero es conocer la verdad y luego decir lo contrario. Pero cuando no se sabe lo que hay que hacer, afirmar que no subirán los impuestos es tan sólo una improvisación; una frase vacía de contenido en la creencia de que va a tranquilizar a los alarmados administrados.

Pero lo que es incuestionable es que carece en absoluto de discernimiento y juicio. Y es una temeridad mantener al frente de un gobierno tan personalista como Zapatero ha forjado para mayor gloria suya, a quien carece de los conocimientos y el sentido común que recomiende dejarse aconsejar por quien entienda.

Dice Jaime Balmes en “El criterio”: «El perfecto conocimiento de las cosas en el orden científico forma los verdaderos sabios; en el orden práctico, para el arreglo de la conducta de los asuntos de la vida, forma los prudentes; en el manejo de los negocios del Estado, forma los grandes políticos; y en todas las profesiones sea cada cual más o menos aventajado, a proporción del mayor o menor conocimiento de los objetos que trata o maneja. Pero este conocimiento ha de ser práctico, ha de abrazar también los pormenores de la ejecución, que son pequeñas verdades, por decirlo así, de las cuales no se puede prescindir si se quiere lograr el objeto. Estas pequeñas verdades son muchas en todas las profesiones; bastando para convencerse de ello el oír a los que se ocupan aun en los oficios más sencillos.»

Pero Zapatero no escuchó a Jordi Sevilla cuando le dijo que en dos o tres tardes lo ponía al corriente de los asuntos económicos. Tampoco escuchó a Pedro Solbes y ambos están fuera de la órbita de Zapatero, del Congreso y hasta del PSOE.

Zapatero es además de incompetente para sacar al país de la crisis, un arrogante que cree a todos sus aduladores. Y ya que estábamos con Balmes, en los primeros compases del mismo título, indica: « ¿De qué sirve discurrir con sutileza, o con profundidad aparente, si el pensamiento no está conforme con la realidad? Un sencillo labrador o un modesto artesano que conocen bien los objetos de su profesión, piensan y hablan mejor sobre ellos que un presuntuoso filósofo, que en encumbrados conceptos y altisonantes palabras quiere darles lecciones sobre lo que no entiende.»

En modo alguno podrá convencer Zapatero a los contribuyentes de que la medida aprobada de incrementar la presión fiscal es buena para salir de la crisis. Es un insulto a la inteligencia de los españoles que les intente persuadir de la bondad de la disposición. Todo el país sabe ya de su ausencia de criterio perfeccionada con la subida de impuestos que perfecciona también la percepción de improvisación permanente de su errática política económica.

No es conveniente andar jugando con los supuestos clamores populares que impelen a un gobierno a subir los impuestos porque nadie cree en tal base como fundamento de una medida antieconómica y contra el socialismo que Zapatero predica y que piensa consiste en dar dinero a la gente en lugar de propiciar la reactivación económica que ha de favorecer la generación de empleo.

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