DE JESÚS ARTEAGA ROMERO
Es verdad que la belleza
forma parte de este cuerpo
que camina por la vida
de ilusiones todo lleno;
y, hasta a veces, con orgullo
de sus dones presumiendo,
sin pensar que si algo tiene,
todo es gracia de los cielos;
pero a mí más me impresiona
la belleza que está dentro…
Es verdad que la belleza
de unos ojos altaneros,
encamina las miradas
hacia el fondo de un otero
y encarrila direcciones
recreando mundos nuevos..
Yo me quedo pensativo
por saber si en ellas creo;
creo más en las miradas
cuando miran desde dentro…
Es verdad que la belleza
de unos ojos color negro
ennoblece al personaje
dando un tinte más de serio
a quien tiene la fortuna
y el placer de ser su dueño…
Pero el ojo color verde,
o azulado, es lo de menos,
también tiene sus miradas
que también salen de dentro…
Ojos vivos, juguetones,
saltarines como ciervos;
ojos pícaros que esquivan
los caminos del desierto…
Ojos tristes, intrigantes
que mirar saben al suelo;
ojos bien despabilados
que algo buscan en el cielo;
las miradas de estos ojos
también salen de muy dentro.
La belleza de unos labios
regorditos y rellenos,
son panal de rica miel
esparcido en los senderos
para el pobre caminante
que caído está en el suelo,
y que espera que unas manos
le recojan con un beso
y le curen las heridas
que grabaron en su cuerpo…
La belleza de la frente
es así como el reflejo
de una luna que riela
alumbrando al marinero
que percibe la sonrisa
que le llega desde el cielo…
Son miradas que la noche
Lanza al propio firmamento;
y miradas de este tipo
no sé yo si estaban dentro.
Jesús Arteaga Romero