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Opinión
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¿Pueden los tories liderar el brexit renunciando a sus principios básicos?

Theresa May ¿una antitesis al thatcherismo de los 70?

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En el UK, desde que se produjo la victoria del brexit se están produciendo hechos poco menos que inexplicables. Uno de ellos ha sido la retirada de la primera fila de la política de aquellos impulsores de la separación de la UE como Nigel Farage y el ex alcalde de Londres, el señor Boris Jonson, el más directo aspirante a suceder al señor Cámeron, después de que éste cometiera uno de los mayores errores que se pueden atribuir a un líder de un partido: convocar un referéndum sin tener la seguridad de que lo iba a ganar. Como es natural acabó perdiendo y, con ello, ha sido el culpable de todo lo que, en estos momentos, está ocurriendo con las relaciones de la Gran Bretaña con sus socios europeos, del bajón de la libra y de la inestable relaciones con los países de la UE, con los que se ha venido relacionando comercialmente, financieramente y socialmente, desde que firmó su Acta Única Europea, en tiempos del thatcherismo, aunque la señora Thatcher fue una de las que más se opuso a la integración del UK en la UE. Sus relaciones con Europa están pasando por un periodo de interinidad y ya no son pocos los países europeos que están exigiendo que el brexit se lleve a cabo a la mayor urgencia posible, algo que parece que no está en la mente de los dirigentes británicos. ( el RU no ha anunciado, formalmente, su deseo de acogerse al Art. 50 del Tratado de Lisboa que le permitiría abandonar Europa).

La señora May, una sorprendente elección del partido conservador británico ( tory) es una política caracterizada por una cierta ambigüedad respecto a su postura en la votación sobre el brexit de su `país. Por lealtad, más que por cualquier otro motivo personal, parece que se decidió a votar en contra de la separación del RU de la CE y, sin embargo, sus declaraciones permitían suponer que más bien se inclinaba al brexit. Evidentemente, en este sentido pueden interpretarse sus entusiastas declaraciones cuando ha manifestado sin tapujos: “Voy a encargarme de que el Brexit sea un gran éxito”. No obstante, de esta casi sesentona política se puede decir que milita en el ala más izquierdista, si es que puede calificarse de esta manera, del partido Conservador británico, desde luego alejada del liberalismo. Entre sus opiniones podemos señalar las que expresó el informativo The Times: “Bajo mi liderazgo, el Partido Conservador , estará completa, absoluta y definitivamente al servicio de la gente trabajadora” ¿ qué hubiera pensado doña Margaret Thatcher respecto de una afirmación tan rotunda más propia de labour que de una primer ministra tory?

No es extraño que, dentro del propio partido, se hayan levantado voces discrepante con el sistema de elección, evidentemente poco democrático y protestando ante una líder que poco parece tener que ver con aquella carismática “dama de hierro”, que supo poner a las Trade Unions en cintura y llevar a cabo la desregulación del sistema financiero, la privatización de empresas públicas y aumentar su prestigió con la victoria en la llamada “Guerra de las Malvinas”. Eso sí, llevó a cabo una controlada política exterior y, como se ha citado, fue una opositora a la entrada de Gran Bretaña en la UE que contrarrestó con su firme alianza con los EE.UU de América. No sabemos si, este populismo inicial de la señora May, va a tener continuidad en lo que va a ser su periplo como premier británica o, si las frases que se le han escuchado, sólo tienen relación con su interés de unificar a los británicos, centrándoles en el único y principal objetivo: supervivir y sacar a la nación adelante en este difícil y arriesgado desafío en el que consiste su ruptura con sus actuales socios de la UE.

Obligar a las empresas, por ley, a que las juntas de accionistas voten las políticas salariales, es algo que les va a escocer a los consejos de administración de las principales empresas del país, sobre todo en los casos en los que contratar a grandes personalidades de las finanzas, de la banca o de la industria, puedan ser vetados por los accionistas a causa de los elevados emolumento que, en ocasiones, deben aceptar los consejeros para poder contar con ellos. El que la señora May, haya dicho a los suyos palabras como las siguientes “Sí, somos un partido que apoya a las empresas… pero eso no significa que vamos a aceptar cualquier cosa. Necesitamos una economía que funcione para todos y cualquiera que viva a pie de calle sabe que la gente no cree que esta economía está funcionando” Una opinión bastante rebatible si es que, a la gente de la calle, siempre dispuesta a ser crítica con las grande empresas o multinacionales, se les otorga gratuitamente, el estar capacitada para juzgar la marcha de las empresas cuando es obvio que la forma idónea de juzgar sobre su funcionamiento está, evidentemente, en su cuenta anual de resultados.

Lo cierto es que sus eslóganes podrían haber sido preparados por los señores Iglesias o Errejón de Podemos, si queremos fijarnos en expresiones como la siguiente: “si naces pobre mueres nueve años antes que los otros; si eres negro la justicia te trata peor; si no vas a la educación privada tienes peores opciones profesionales (¿Se ha preguntado esta señora el motivo por el que sucede esta anomalía que ella denuncia. Si lo hubiera averiguado, se daría cuenta de que las empresas, por norma, escogen a los que tienen sus currículo mejores y están mejor preparados. Quizá, si valuara la calidad de la enseñanza pública y la comparase con la de la privada, se llevaría alguna sorpresa.)Si eres mujer ganas menos que si eres hombre (El eterno argumento de la izquierda que sólo se puede contrarrestar, a igual calidad intelectual, preparación, rendimiento e inteligencia teniendo en cuenta factores propios de las mujeres, de índole fisiológica, de cuestión física, de su producción que hacen que, en algunos casos, (no en todos como pretenden hacer creer las feministas) hacen que, los que contratan al personal, evalúen más a aquellos que estiman que son más seguros para la empresa, que fallarán menos al trabajo o que aguantarán más horas al pie del cañón, que sus competidoras femeninas.

Es evidente que esta postura tan abiertamente contraria a los principios del liberalismo, presenta a la señora Margaret May más como a una social demócrata que como a una tory y, en su elección, parece que han contado más sus evidentes simpatías por el brexit y su desarrollo en los próximos años, que no el pertenecer al Partido Conservador de la Gran Bretaña. Pero, según los informes consultados, resulta que, en algunos puntos de su ideario, la señora May se encuentra un poco despistada. Veamos, según datos estadísticos, en los últimos 25 años ( un periodo respetable para formar opinión) la desigualdad de ingresos en el Reino Unido se ha reducido en un 20% ( una tendencia que seguramente está en consonancia con la progresiva incorporación de las universitarias a los puestos de trabajo de mayor responsabilidad técnica, intelectual o productiva).

Lo que no van a poder pretender los británicos es algo que parecen dispuestos a hacer y, una muestra de ello, es su retraso en invocar el famoso artículo 50 del Pacto de Lisboa; consiste en que, de antemano, se les deje negociar acuerdos comerciales, privilegios o trato especial, favorables para el día después del en que se hayan distanciado de Europa. Este sería el mayor error posible que podían cometer los estados miembros de la CE. Todos conocemos la enorme capacidad diplomática de los ingleses, una cualidad que siempre les ha permitido salir ganando aún cuando se hayan visto obligados a abandonar sus múltiples colonias, que han sabido retener comercialmente con lazos económicos y recurriendo a organismo como la Common Wealth, un vínculo que, junto a la monarquía británica, viene perdurando desde la emancipación del imperio colonial.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos preocupa que, una vez más ( ya veremos que ocurre al fin y a la postre con Gibraltar) los británicos, con su habitual facilidad para sacar provecho de las situaciones extremas, acaben por dánoslas con queso, sacando de la vieja y, en ocasiones, estúpida Europa, lo que, en pura teoría, se les debiera negar desde el momento en que decidieron irse de la CE. Y, puestos a encontrar pegas, es obvio que, cuando una nación como el RU se entrega en manos de un primer ministro que como, la señora May, que se muestra simpatizante con los populismos, denotando una ideas poco concordes con las del partido en el que milita, (parecidas a las que ya se está difundiendo por toda Europa); es un signo evidente de que, el virus bolivariano, del más rancio color comunista, se está convirtiendo en una amenaza que, sin más, hay que intentar exterminar antes de que acabe siendo epidemia.

Theresa May ¿una antitesis al thatcherismo de los 70?

¿Pueden los tories liderar el brexit renunciando a sus principios básicos?
Miguel Massanet
miércoles, 13 de julio de 2016, 08:05 h (CET)
En el UK, desde que se produjo la victoria del brexit se están produciendo hechos poco menos que inexplicables. Uno de ellos ha sido la retirada de la primera fila de la política de aquellos impulsores de la separación de la UE como Nigel Farage y el ex alcalde de Londres, el señor Boris Jonson, el más directo aspirante a suceder al señor Cámeron, después de que éste cometiera uno de los mayores errores que se pueden atribuir a un líder de un partido: convocar un referéndum sin tener la seguridad de que lo iba a ganar. Como es natural acabó perdiendo y, con ello, ha sido el culpable de todo lo que, en estos momentos, está ocurriendo con las relaciones de la Gran Bretaña con sus socios europeos, del bajón de la libra y de la inestable relaciones con los países de la UE, con los que se ha venido relacionando comercialmente, financieramente y socialmente, desde que firmó su Acta Única Europea, en tiempos del thatcherismo, aunque la señora Thatcher fue una de las que más se opuso a la integración del UK en la UE. Sus relaciones con Europa están pasando por un periodo de interinidad y ya no son pocos los países europeos que están exigiendo que el brexit se lleve a cabo a la mayor urgencia posible, algo que parece que no está en la mente de los dirigentes británicos. ( el RU no ha anunciado, formalmente, su deseo de acogerse al Art. 50 del Tratado de Lisboa que le permitiría abandonar Europa).

La señora May, una sorprendente elección del partido conservador británico ( tory) es una política caracterizada por una cierta ambigüedad respecto a su postura en la votación sobre el brexit de su `país. Por lealtad, más que por cualquier otro motivo personal, parece que se decidió a votar en contra de la separación del RU de la CE y, sin embargo, sus declaraciones permitían suponer que más bien se inclinaba al brexit. Evidentemente, en este sentido pueden interpretarse sus entusiastas declaraciones cuando ha manifestado sin tapujos: “Voy a encargarme de que el Brexit sea un gran éxito”. No obstante, de esta casi sesentona política se puede decir que milita en el ala más izquierdista, si es que puede calificarse de esta manera, del partido Conservador británico, desde luego alejada del liberalismo. Entre sus opiniones podemos señalar las que expresó el informativo The Times: “Bajo mi liderazgo, el Partido Conservador , estará completa, absoluta y definitivamente al servicio de la gente trabajadora” ¿ qué hubiera pensado doña Margaret Thatcher respecto de una afirmación tan rotunda más propia de labour que de una primer ministra tory?

No es extraño que, dentro del propio partido, se hayan levantado voces discrepante con el sistema de elección, evidentemente poco democrático y protestando ante una líder que poco parece tener que ver con aquella carismática “dama de hierro”, que supo poner a las Trade Unions en cintura y llevar a cabo la desregulación del sistema financiero, la privatización de empresas públicas y aumentar su prestigió con la victoria en la llamada “Guerra de las Malvinas”. Eso sí, llevó a cabo una controlada política exterior y, como se ha citado, fue una opositora a la entrada de Gran Bretaña en la UE que contrarrestó con su firme alianza con los EE.UU de América. No sabemos si, este populismo inicial de la señora May, va a tener continuidad en lo que va a ser su periplo como premier británica o, si las frases que se le han escuchado, sólo tienen relación con su interés de unificar a los británicos, centrándoles en el único y principal objetivo: supervivir y sacar a la nación adelante en este difícil y arriesgado desafío en el que consiste su ruptura con sus actuales socios de la UE.

Obligar a las empresas, por ley, a que las juntas de accionistas voten las políticas salariales, es algo que les va a escocer a los consejos de administración de las principales empresas del país, sobre todo en los casos en los que contratar a grandes personalidades de las finanzas, de la banca o de la industria, puedan ser vetados por los accionistas a causa de los elevados emolumento que, en ocasiones, deben aceptar los consejeros para poder contar con ellos. El que la señora May, haya dicho a los suyos palabras como las siguientes “Sí, somos un partido que apoya a las empresas… pero eso no significa que vamos a aceptar cualquier cosa. Necesitamos una economía que funcione para todos y cualquiera que viva a pie de calle sabe que la gente no cree que esta economía está funcionando” Una opinión bastante rebatible si es que, a la gente de la calle, siempre dispuesta a ser crítica con las grande empresas o multinacionales, se les otorga gratuitamente, el estar capacitada para juzgar la marcha de las empresas cuando es obvio que la forma idónea de juzgar sobre su funcionamiento está, evidentemente, en su cuenta anual de resultados.

Lo cierto es que sus eslóganes podrían haber sido preparados por los señores Iglesias o Errejón de Podemos, si queremos fijarnos en expresiones como la siguiente: “si naces pobre mueres nueve años antes que los otros; si eres negro la justicia te trata peor; si no vas a la educación privada tienes peores opciones profesionales (¿Se ha preguntado esta señora el motivo por el que sucede esta anomalía que ella denuncia. Si lo hubiera averiguado, se daría cuenta de que las empresas, por norma, escogen a los que tienen sus currículo mejores y están mejor preparados. Quizá, si valuara la calidad de la enseñanza pública y la comparase con la de la privada, se llevaría alguna sorpresa.)Si eres mujer ganas menos que si eres hombre (El eterno argumento de la izquierda que sólo se puede contrarrestar, a igual calidad intelectual, preparación, rendimiento e inteligencia teniendo en cuenta factores propios de las mujeres, de índole fisiológica, de cuestión física, de su producción que hacen que, en algunos casos, (no en todos como pretenden hacer creer las feministas) hacen que, los que contratan al personal, evalúen más a aquellos que estiman que son más seguros para la empresa, que fallarán menos al trabajo o que aguantarán más horas al pie del cañón, que sus competidoras femeninas.

Es evidente que esta postura tan abiertamente contraria a los principios del liberalismo, presenta a la señora Margaret May más como a una social demócrata que como a una tory y, en su elección, parece que han contado más sus evidentes simpatías por el brexit y su desarrollo en los próximos años, que no el pertenecer al Partido Conservador de la Gran Bretaña. Pero, según los informes consultados, resulta que, en algunos puntos de su ideario, la señora May se encuentra un poco despistada. Veamos, según datos estadísticos, en los últimos 25 años ( un periodo respetable para formar opinión) la desigualdad de ingresos en el Reino Unido se ha reducido en un 20% ( una tendencia que seguramente está en consonancia con la progresiva incorporación de las universitarias a los puestos de trabajo de mayor responsabilidad técnica, intelectual o productiva).

Lo que no van a poder pretender los británicos es algo que parecen dispuestos a hacer y, una muestra de ello, es su retraso en invocar el famoso artículo 50 del Pacto de Lisboa; consiste en que, de antemano, se les deje negociar acuerdos comerciales, privilegios o trato especial, favorables para el día después del en que se hayan distanciado de Europa. Este sería el mayor error posible que podían cometer los estados miembros de la CE. Todos conocemos la enorme capacidad diplomática de los ingleses, una cualidad que siempre les ha permitido salir ganando aún cuando se hayan visto obligados a abandonar sus múltiples colonias, que han sabido retener comercialmente con lazos económicos y recurriendo a organismo como la Common Wealth, un vínculo que, junto a la monarquía británica, viene perdurando desde la emancipación del imperio colonial.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos preocupa que, una vez más ( ya veremos que ocurre al fin y a la postre con Gibraltar) los británicos, con su habitual facilidad para sacar provecho de las situaciones extremas, acaben por dánoslas con queso, sacando de la vieja y, en ocasiones, estúpida Europa, lo que, en pura teoría, se les debiera negar desde el momento en que decidieron irse de la CE. Y, puestos a encontrar pegas, es obvio que, cuando una nación como el RU se entrega en manos de un primer ministro que como, la señora May, que se muestra simpatizante con los populismos, denotando una ideas poco concordes con las del partido en el que milita, (parecidas a las que ya se está difundiendo por toda Europa); es un signo evidente de que, el virus bolivariano, del más rancio color comunista, se está convirtiendo en una amenaza que, sin más, hay que intentar exterminar antes de que acabe siendo epidemia.

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No voy a matarme mucho con este artículo. La opinión de mi madre Fisioterapeuta, mi hermana Realizadora de Tv y mía junto a la de otras aportaciones, me basta. Mi madre lo tiene claro, la carne le huele a podrido. No puede ni verla. Sólo desea ver cuerpos de animales poblados de almas. Mi hermana no puede comerla porque sería como comerse uno de sus gatos. Y a mí me alteraría los niveles de la sangre, me sentiría más pesada y con mayor malestar general.

En medio de la vorágine de la vida moderna, donde la juventud parece ser el estándar de valor y el ascensor hacia el futuro, a menudo olvidamos el invaluable tesoro que representan nuestros ancianos. Son como pozos de sabiduría, con profundas raíces que se extienden hasta los cimientos mismos de nuestra existencia. Sin embargo, en muchas ocasiones, son tratados como meros objetos de contemplación, relegados al olvido y abandonados a su suerte.

Al conocer la oferta a un anciano señor de escasos recursos, que se ganaba su sobrevivencia recolectando botellas de comprarle su perro, éste lo negó, por mucho que las ofertas se superaron de 10 hasta 150 dólares, bajo la razón: "Ni lo vendo, ni lo cambio. El me ama y me es fiel. Su dinero, lo tiene cualquiera, y se pierde como el agua que corre. El cariño de este perrito es insustituible; su cariño y fidelidad es hermoso".

 
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