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Rodrigo Gil-Sabio

La mutación de Nadal

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Rafa Nadal no es el mismo, ha cambiado de piel. Y eso es una gran noticia para los aficionados españoles, que son legión, que viven los partidos del circuito como si alguien de su familia estuviese jugándose los cuartos.

Y es que el fenómeno Nadal trasciende a casi todo. Hasta el socorrista de de la piscina de la comunidad disfrutaba este verano con cada regalo del mallorquín en forma de victorias. Tanto, tanto, que se colocaba el palo de recoger hojas como red y con una pala retaba a niños indefensos imitando los aces del balear mientras iba creciéndose en el día a día. Menos mal que no se le ha ahogado nadie. Y este nivel de pasión era impensable hace unos años, por mucho Manolo Santana que tuviésemos.

Pero bueno, a lo que íbamos. Resulta que todos estábamos encantados el año pasado con los triunfos y el número 1 mundial de Nadal, pero éste ha tenido que pagar un precio altísimo a sus excesos físicos. En realidad era su forma de jugar, de afrontar los partidos como un guerrero, y también la vida misma. Pero el circuito de la ATP no sólo no perdona sino que exprime al máximo a las figuras del Top Ten hasta dejarles sin gasolina.

En estas estaba un Rafa que expone más que nadie, que corre más que nadie, que fabrica golpes más sinuosos que nadie, y que es caldo de cultivo de lesiones más que nadie. Y Rafa, en el gran parón de los últimos meses, ha tenido en cuenta sobre todo eso, que si quiere recuperar el número 1 mundial tiene que cambiar procedimientos mecánicos y gestionar mejor aspectos técnicos para que su físico no se vea tan expuesto. Todo esto ha cambiado su tenis, más refinado, donde el cuerpo a cuerpo no es tan brutal con jugadores tan físicos o más que él.

Rafa Nadal ha aprendido a sobrevivir cambiando su ‘estilo’ de juego, no forzando tanto en partidos de primeras fases para llegar más fresco a la hora de la verdad. Sabe de Federer, Murray o Del Potro no se desgastan tanto, ya sea por su forma de jugar o por su potente servicio.

Nuestro gran tenista balear nos ha dado una gran lección a todos. Ha aprendido a conocerse en profundidad en busca del éxito duradero. Ha aprendido a mutar. Lo hizo su amigo Pau Gasol el año pasado, cuando perdió el anillo para empezar a ganar el siguiente. Rafa está haciendo historia en el mundo del deporte español y mundial. Dentro de la pista porque es un fenómeno; y fuera de ella porque es humano, y en su humanidad reside su verdadera grandeza…

La mutación de Nadal

Rodrigo Gil-Sabio
Rodrigo Gil
lunes, 14 de septiembre de 2009, 03:41 h (CET)
Rafa Nadal no es el mismo, ha cambiado de piel. Y eso es una gran noticia para los aficionados españoles, que son legión, que viven los partidos del circuito como si alguien de su familia estuviese jugándose los cuartos.

Y es que el fenómeno Nadal trasciende a casi todo. Hasta el socorrista de de la piscina de la comunidad disfrutaba este verano con cada regalo del mallorquín en forma de victorias. Tanto, tanto, que se colocaba el palo de recoger hojas como red y con una pala retaba a niños indefensos imitando los aces del balear mientras iba creciéndose en el día a día. Menos mal que no se le ha ahogado nadie. Y este nivel de pasión era impensable hace unos años, por mucho Manolo Santana que tuviésemos.

Pero bueno, a lo que íbamos. Resulta que todos estábamos encantados el año pasado con los triunfos y el número 1 mundial de Nadal, pero éste ha tenido que pagar un precio altísimo a sus excesos físicos. En realidad era su forma de jugar, de afrontar los partidos como un guerrero, y también la vida misma. Pero el circuito de la ATP no sólo no perdona sino que exprime al máximo a las figuras del Top Ten hasta dejarles sin gasolina.

En estas estaba un Rafa que expone más que nadie, que corre más que nadie, que fabrica golpes más sinuosos que nadie, y que es caldo de cultivo de lesiones más que nadie. Y Rafa, en el gran parón de los últimos meses, ha tenido en cuenta sobre todo eso, que si quiere recuperar el número 1 mundial tiene que cambiar procedimientos mecánicos y gestionar mejor aspectos técnicos para que su físico no se vea tan expuesto. Todo esto ha cambiado su tenis, más refinado, donde el cuerpo a cuerpo no es tan brutal con jugadores tan físicos o más que él.

Rafa Nadal ha aprendido a sobrevivir cambiando su ‘estilo’ de juego, no forzando tanto en partidos de primeras fases para llegar más fresco a la hora de la verdad. Sabe de Federer, Murray o Del Potro no se desgastan tanto, ya sea por su forma de jugar o por su potente servicio.

Nuestro gran tenista balear nos ha dado una gran lección a todos. Ha aprendido a conocerse en profundidad en busca del éxito duradero. Ha aprendido a mutar. Lo hizo su amigo Pau Gasol el año pasado, cuando perdió el anillo para empezar a ganar el siguiente. Rafa está haciendo historia en el mundo del deporte español y mundial. Dentro de la pista porque es un fenómeno; y fuera de ella porque es humano, y en su humanidad reside su verdadera grandeza…

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