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Sergio Brosa

Nuevos negocios en Wall Street

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En tanto el G-20 decide rebajar los bonus a los banqueros porque éstos finalmente perciben mayores ingresos declarados y limpios que los políticos, en Wall Street no dejan de tramar nuevos negocios que les han de permitir mantener sus inversiones y a la vez sus ingresos. Las inversiones han de retribuir el capital de los bancos –accionistas– y los ingresos son los de los propios banqueros.

El nuevo negocio que se está perpetrando es el de comprar seguros de vida a los propios asegurados. La transacción no es nueva; la novedad reside en convertirla en un negocio al por mayor.

Las expectativas de vida se alargan, la modificación de la sanidad en EE.UU. se alarga también, como el cerrojazo al penal de Guantánamo. Y los brotes verdes han de tardar también en convertirse en frondosos arbustos para poder comer sus frutos. Por ahora no hay sino unas pequeñas bayas que no procuran alimento alguno y las personas de edad que precisan cuidados médicos, pero sobre todo sobrevivir, necesitan dinero contante y sonante y perdida la propiedad de sus hogares en la vorágine de las hipotecas subprime, el único activo que les queda es su seguro de vida.

Algunas entidades en Wall Street están ya preparando sus call-center para abalanzarse telefónicamente sobre millones de ciudadanos que verán en la propuesta financiera una respuesta a sus plegarias. El argumentario es muy sencillo: “Buenos días/tardes, señor/a Tal. Mi nombre es Rolo Riquín y le llamo del banco ‘Life Settlements Investment Bank’ y le propongo comprarle su seguro de vida.”

En cuanto corra la voz entre la gente mayor con su vida asegurada y necesitados de efectivo numerario, más conocido como dinero, los call-center deberán convertirse en salas de recreo de ancianos, en espera de que les llegue su turno para firmar la venta de su seguro de vida.

Las cifras que de momento se barajan son del orden de los cuatrocientos mil dólares por una póliza de un millón. Los cálculos no son complicados para un actuario de seguros medianamente experto.

Cuando el banco reúna unos centenares de miles de pólizas de vida, las embalará juntamente con algún otro producto de capital para configurar un “derivado financiero” y vender participaciones “títulos” a fondos de pensiones u otros bancos. Y en tanto las compañías aseguradoras de vida mantengan su solvencia obligada por las leyes, las pólizas se cobrarán todas ellas algún día. Su importe está fijado de antemano en la póliza y no depende de las fluctuaciones del mercado inmobiliario como las hipotecas subprime y los derivados con ellas confeccionados.

Tal vez, como el cobro de las pólizas es hoy seguro, los bancos conformen el derivado financiero en unión de los “re-remics”: ‘re-securitization of real estate mortgage investment conduits’ que son los vehículos de inversión de hipotecas inmobiliarias re-valorizadas. Que viene a ser como los rescoldos de las pérdidas bancarias por las subprime, con elevados índices de rentabilidad. Y seguimos para bingo…

La banca ha sufrido enormes pérdidas y el banco que no ha quebrado ha de devolver el dinero que recibió del estado para mantenerse a flote. Pero cómo mantenerse a flote y aún ganar dinero en una coyuntura en la que sólo ven brotes verdes los políticos responsables de que la economía hubiese llegado a esta situación, por falta de supervisión del mercado que no significa control, intervención, intromisión o ingerencia.

Los gobiernos han estado ingresando fortunas en impuestos durante esta época de vacas gordas mientras se hinchaba la burbuja inmobiliaria o la financiera o ambas dos y ahora no pueden decir que la culpa de la crisis es únicamente de los banqueros y por tanto hay que bajarles el sueldo. Qué desfachatez.

Aunque tal vez sí habría que bajarles el sueldo a los banqueros; pero a condición de echar también a la calle a los gobiernos que no lo han impedido por miopía o connivencia.

Nuevos negocios en Wall Street

Sergio Brosa
Sergio Brosa
lunes, 7 de septiembre de 2009, 05:05 h (CET)
En tanto el G-20 decide rebajar los bonus a los banqueros porque éstos finalmente perciben mayores ingresos declarados y limpios que los políticos, en Wall Street no dejan de tramar nuevos negocios que les han de permitir mantener sus inversiones y a la vez sus ingresos. Las inversiones han de retribuir el capital de los bancos –accionistas– y los ingresos son los de los propios banqueros.

El nuevo negocio que se está perpetrando es el de comprar seguros de vida a los propios asegurados. La transacción no es nueva; la novedad reside en convertirla en un negocio al por mayor.

Las expectativas de vida se alargan, la modificación de la sanidad en EE.UU. se alarga también, como el cerrojazo al penal de Guantánamo. Y los brotes verdes han de tardar también en convertirse en frondosos arbustos para poder comer sus frutos. Por ahora no hay sino unas pequeñas bayas que no procuran alimento alguno y las personas de edad que precisan cuidados médicos, pero sobre todo sobrevivir, necesitan dinero contante y sonante y perdida la propiedad de sus hogares en la vorágine de las hipotecas subprime, el único activo que les queda es su seguro de vida.

Algunas entidades en Wall Street están ya preparando sus call-center para abalanzarse telefónicamente sobre millones de ciudadanos que verán en la propuesta financiera una respuesta a sus plegarias. El argumentario es muy sencillo: “Buenos días/tardes, señor/a Tal. Mi nombre es Rolo Riquín y le llamo del banco ‘Life Settlements Investment Bank’ y le propongo comprarle su seguro de vida.”

En cuanto corra la voz entre la gente mayor con su vida asegurada y necesitados de efectivo numerario, más conocido como dinero, los call-center deberán convertirse en salas de recreo de ancianos, en espera de que les llegue su turno para firmar la venta de su seguro de vida.

Las cifras que de momento se barajan son del orden de los cuatrocientos mil dólares por una póliza de un millón. Los cálculos no son complicados para un actuario de seguros medianamente experto.

Cuando el banco reúna unos centenares de miles de pólizas de vida, las embalará juntamente con algún otro producto de capital para configurar un “derivado financiero” y vender participaciones “títulos” a fondos de pensiones u otros bancos. Y en tanto las compañías aseguradoras de vida mantengan su solvencia obligada por las leyes, las pólizas se cobrarán todas ellas algún día. Su importe está fijado de antemano en la póliza y no depende de las fluctuaciones del mercado inmobiliario como las hipotecas subprime y los derivados con ellas confeccionados.

Tal vez, como el cobro de las pólizas es hoy seguro, los bancos conformen el derivado financiero en unión de los “re-remics”: ‘re-securitization of real estate mortgage investment conduits’ que son los vehículos de inversión de hipotecas inmobiliarias re-valorizadas. Que viene a ser como los rescoldos de las pérdidas bancarias por las subprime, con elevados índices de rentabilidad. Y seguimos para bingo…

La banca ha sufrido enormes pérdidas y el banco que no ha quebrado ha de devolver el dinero que recibió del estado para mantenerse a flote. Pero cómo mantenerse a flote y aún ganar dinero en una coyuntura en la que sólo ven brotes verdes los políticos responsables de que la economía hubiese llegado a esta situación, por falta de supervisión del mercado que no significa control, intervención, intromisión o ingerencia.

Los gobiernos han estado ingresando fortunas en impuestos durante esta época de vacas gordas mientras se hinchaba la burbuja inmobiliaria o la financiera o ambas dos y ahora no pueden decir que la culpa de la crisis es únicamente de los banqueros y por tanto hay que bajarles el sueldo. Qué desfachatez.

Aunque tal vez sí habría que bajarles el sueldo a los banqueros; pero a condición de echar también a la calle a los gobiernos que no lo han impedido por miopía o connivencia.

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