Esta semana podría hablar de muchas cosas, desde lo fuerte que ha empezado el Getafe en la Liga hasta la vergonzosa derrota del Atleti en Málaga, pasando por el inicio de la Vuelta, el europeo de Baloncesto o el inicio del US Open en el ámbito de grandes eventos deportivos. Pero miren ustedes por donde el otro día escuché unas declaraciones de Pep Guardiola en sala de prensa y pensé: ¿Que de que hablo esta semana? Más claro, agua.

A estas alturas del año ha llegado un momento en el que nadie duda de la profesionalidad y, sobre todo, efectividad de los métodos de Guardiola. Ya no lo duda ni el jurado de los premios Príncipe de Asturias, en donde el técnico azulgrana estaba entre los elegidos para lograr el reconocimiento oportuno. Además ha conseguido algo nunca visto, cinco títulos en una sola temporada que lo avalan como uno de los mejores entrenadores de la historia del fútbol. Pero es que además de tanta copa detrás de este entrenador estamos descubriendo que hay también una gran persona.

Y es que les cuento. Era el primer partido de Liga para los de Pep, recibían al Sporting y la victoria era más que probable. Sin realizar un gran partido y sin jugadores claves como Messi o Iniesta, los culés ganaron 3-0 a los de Preciado que, por cierto, mostraron su mejor versión en el Camp Nou. El caso es que los de Guardiola venían de conseguir su quinto título esta temporada, el viernes de la semana pasada lograban la Supercopa de Europa para completar una temporada de película.

Llegó el lunes y tocaba empezar la Liga, pero como no primero había que mostrarle a toda la afición el último título logrado. Con la copa en la mano, Puyol y a su lado, Xavi y Víctor Valdés, los otros dos capitanes. Lucieron la copa unos minutos, recibieron la merecida ovación y venga a jugar. Ni pasillo, ni parafernalias de ningún tipo, y eso que son pentacampeones. A ver si Florentino toma el ejemplo y deja de montar “shows” innecesarios cuando todavía no ganaron nada. En fin…ese es otro tema.

Después del partido llegó el momento de preguntarle a Pep donde estaba el homenaje, el pasillo y todo ese protocolo que hay cuando un equipo gana un título. Y entonces nos comenta que si, que el pasillo quedaría muy bonito y así veríamos lo guapos que son todos y lo bonita que es la copa, pero “y si luego perdemos el partido, ¿qué?”. El técnico azulgrana quiere hacernos entender a todos que ganar un título es algo importantísimo, que hay que mantener los píes en la tierra y seguir trabajando. No por haber ganado cinco títulos, se los van a regalar a partir de ahora.

Cada día, con cada entrenamiento, el cabecilla de este equipo intenta transmitirle a los suyos toda esa humildad con la que han conseguido ser, hoy por hoy, los mejores del mundo. Todo ese mito de la chulería del Barcelona se está rompiendo y este conjunto nos está demostrando que con trabajo y esfuerzo han llegado a lo más alto. Y una cosa está clara, esto tiene toda la pinta de que va a seguir así por lo menos por un tiempo. Y si hay un culpable de esta situación anda por el banquillo y se llama Pep Guardiola. Ahora solo me queda darle la enhorabuena por lo que está haciendo y decirle: ¡Que grande eres Pep!