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Pascual Falces

Inevitable e ingrato

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De este modo se puede calificar el retorno general a las actividades normales que caracterizan a estas fechas. La crisis y la política, o la política y la crisis, no se sabe por qué orden, pero el caso es que esta siniestra e indisoluble pareja de hecho se ciernen sobre España cual desagradable fenómeno atmosférico y del que no hay manera de zafarse. A trancas y barrancas, con “la calor” como compañera, la gente ha veraneado; el que “ha podido”, en Lanzarote, y el que tan sólo se “ha arreglado”, unos días en la playa apretujado, o en el pueblo a la fresca de porrón y botijo.

Para todos ha llegado la hora del retorno inexorable, y con él, para el nuevo valedor de Lanzarote, la hora de volver a su conocido hábito de soltar mentiras “por un tubo”, que ya aburre. Si dice algo de verdad como lo de que suben los impuestos ha de adornarlo, necesariamente, con la falsedad correspondiente, será “temporalmente”, ha dicho, ¡amos, venga ya!... El resto de los españoles se encuentran sólo con noticias ingratas; les van a sacar más dinero del bolsillo, inevitablemente. Eso les tenían preparado a su vuelta de septiembre.

Al pasmarote jefe de la oposición parece haberle sentado bien el descanso en el chiringuito, y todas las canalladas que le ha infringido el partido en el gobierno no parecen haberle afectado mucho, o no ha leído los periódicos, ni mirado el ordenador, ni visto la televisión, porque de manera irritante para el observador, vuelve de su retiro veraniego calificando como “gracietas”, agresiones como que los del PP, por parejas, salgan en todo los medios esposados de la mano derecha –lo nunca visto-. Es como para que los militantes de a pie se presenten en la calle Génova a pedir su cese inmediato. ¡Vaya jefe que tiene el PP! Registrador y todo, pero un piernas que no aprobó ni primero de Derecho, como Pepiño, se le orina en la pechera.

Tampoco resulta grato informarse de la chulería con que los políticos del gobierno catalán alinean su actitud de defensa del Estatuto de autonomía. El “trágala” que se quiere imponer al español bien nacido no tiene comparación, La náusea está servida. ¿Catalanofobia? No, “catalanoarcada”. ¡Menuda purga!... Y la Constitución, inmutable, con el mismo articulado autonómico, la misma ley electoral, la misma ley de educación y de defensa nacional… Sólo necesita, según algunos, pequeños retoques, como la ley de sucesión (algo muy preocupante para todos).

Igualmente ingrato resulta descubrir inevitablemente al volver de vacaciones, aunque hayan sido de “aquellas maneras”, la corrupción que se vivía en este país, entre “El País”, o grupo Prisa, y el Gobierno-PSOE, y que se ha puesto en evidencia manifiesta al saltar esa por los aires con “los cuernos” que el primero le ha puesto al segundo, al haberse hecho éste su propio grupo de presión mediático y no necesitar al del fallecido “Don Jesús”. Se sabía, se hablaba, era evidente, y la Ser lo confirmaba, pero no estaba demostrado como hasta este verano. Más que ingrato, repugnante, aunque tantas y tantas cosas hayan quedado diáfanas y manifiestas. Y así hemos vividos tal vez durante más de veinte años. Vivir para ver. Y como dijo Vicente Fox, Presidente constitucional de México: ¡Que Dios les agarre confesados!...

Inevitable e ingrato

Pascual Falces
Pascual Falces
domingo, 30 de agosto de 2009, 22:52 h (CET)
De este modo se puede calificar el retorno general a las actividades normales que caracterizan a estas fechas. La crisis y la política, o la política y la crisis, no se sabe por qué orden, pero el caso es que esta siniestra e indisoluble pareja de hecho se ciernen sobre España cual desagradable fenómeno atmosférico y del que no hay manera de zafarse. A trancas y barrancas, con “la calor” como compañera, la gente ha veraneado; el que “ha podido”, en Lanzarote, y el que tan sólo se “ha arreglado”, unos días en la playa apretujado, o en el pueblo a la fresca de porrón y botijo.

Para todos ha llegado la hora del retorno inexorable, y con él, para el nuevo valedor de Lanzarote, la hora de volver a su conocido hábito de soltar mentiras “por un tubo”, que ya aburre. Si dice algo de verdad como lo de que suben los impuestos ha de adornarlo, necesariamente, con la falsedad correspondiente, será “temporalmente”, ha dicho, ¡amos, venga ya!... El resto de los españoles se encuentran sólo con noticias ingratas; les van a sacar más dinero del bolsillo, inevitablemente. Eso les tenían preparado a su vuelta de septiembre.

Al pasmarote jefe de la oposición parece haberle sentado bien el descanso en el chiringuito, y todas las canalladas que le ha infringido el partido en el gobierno no parecen haberle afectado mucho, o no ha leído los periódicos, ni mirado el ordenador, ni visto la televisión, porque de manera irritante para el observador, vuelve de su retiro veraniego calificando como “gracietas”, agresiones como que los del PP, por parejas, salgan en todo los medios esposados de la mano derecha –lo nunca visto-. Es como para que los militantes de a pie se presenten en la calle Génova a pedir su cese inmediato. ¡Vaya jefe que tiene el PP! Registrador y todo, pero un piernas que no aprobó ni primero de Derecho, como Pepiño, se le orina en la pechera.

Tampoco resulta grato informarse de la chulería con que los políticos del gobierno catalán alinean su actitud de defensa del Estatuto de autonomía. El “trágala” que se quiere imponer al español bien nacido no tiene comparación, La náusea está servida. ¿Catalanofobia? No, “catalanoarcada”. ¡Menuda purga!... Y la Constitución, inmutable, con el mismo articulado autonómico, la misma ley electoral, la misma ley de educación y de defensa nacional… Sólo necesita, según algunos, pequeños retoques, como la ley de sucesión (algo muy preocupante para todos).

Igualmente ingrato resulta descubrir inevitablemente al volver de vacaciones, aunque hayan sido de “aquellas maneras”, la corrupción que se vivía en este país, entre “El País”, o grupo Prisa, y el Gobierno-PSOE, y que se ha puesto en evidencia manifiesta al saltar esa por los aires con “los cuernos” que el primero le ha puesto al segundo, al haberse hecho éste su propio grupo de presión mediático y no necesitar al del fallecido “Don Jesús”. Se sabía, se hablaba, era evidente, y la Ser lo confirmaba, pero no estaba demostrado como hasta este verano. Más que ingrato, repugnante, aunque tantas y tantas cosas hayan quedado diáfanas y manifiestas. Y así hemos vividos tal vez durante más de veinte años. Vivir para ver. Y como dijo Vicente Fox, Presidente constitucional de México: ¡Que Dios les agarre confesados!...

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