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Todo fue un sueño de ayer, que esta noche, la de San Juan, intentaré sea realidad. En primer lugar, el personal que nos arracimamos todas las noches vamos a construir nuestra “Velaílla de la Zamarrilla”, Virgen del barrio que nos acompaña día y noche con su roja rosa en la que guardamos nuestros escasos pecados y multitud de errores.
Desde primeras horas de la mañana, ustedes son testigos de ellos, he ido, con gran fluidez, construyendo mi trabajo diario para no caer en las manos del demonio pinchaúvas, y una vez terminada la labor he ido deshojando la margarita del ridículo y, como salió sí, iré al chino de calle Peso de la Harina para comprar pequeñeces e ir preparardo el festejo. Se trata de pasarlo bien, y para ello es importantísimo hacerse niño, hecho que para mí es más fácil de lo que puedan creer.
Paco Montoya, al que la Virgen del Carmen le tiene que echar una mano, había preparado una velaílla para celebrar lo que fuese y, por ello, corría la cerveza como un río y se asaban sardinas, caballas, alitas de pollo, jamón y otras cosas del guarro, exquisitas todas. Con sumo cuidado, para evitar accidentes, preparamos un simulacro de fogata con tres o cuatro cajitas de madera a las que prendimos fuego. Sabemos que esta operación se realiza allí donde la mar besa la arena, pero ya no estamos nosotros para festejos de mucha bulla y, por ello, preferimos quemarnos en nuestras propias ascuas.
Y he aquí que por la esquina este del pasaje de Zamarrilla se hizo realidad una hierofanía, manifestación sagrada, cuando una diosa hecha mujer, o viceversa, asomó su fuego de antorcha humana con el que todos fuimos inflamados a su paso.
Detuvo ella su caminar, se desabrochó la blanca blusa y dos milagros arrimaron más lumbre a la pequeña fogata. Voló su misterio sobre las ardientes maderas, y su sombra celeste pareció un cielo; un manantío de aceituna, su desnudo torso; y una melena incendiaria, sus cabellos, surcó el pequeño fuego y sus lenguas, como las de Pentecostés, la adoraron.
Y siguió su camino; y yo el suyo. Se detuvo y acercó, y una lengua de fuego me incendió. Verónica se llamaba.
Hasta aquí el sueño que esta noche, seguro se convertirá en realidad.
EH Bildu estaría integrada por militantes de Aralar, Alternativa, EA e Independientes, todos ellos fagocitados por la estrella-alfa Sortu, cuyo ideólogo sería el actual candidato a Lehendakari, Pello Otxandiano, quien decidió revisar la anterior estrategia de Bildu e incorporar a su bagaje político la llamada inteligencia maquiavélica.
El pasado martes mientras limpiaba uno de los patios de colegio que me toca dos veces a la semana, una niña intentaba proteger a una abeja que no podía volar cogiéndola con una hoja y la apartó para que nadie la pisara estando pendiente para ver si se podía recuperar a lo que se sumaron una compañera y un compañero. Gestos que demuestran más empatía que muchos adultos.
En la colosal vorágine de los tiempos modernos, nos encontramos enredados en un tejido de deseos y ansias desbocadas. Nos hemos convertido en una sociedad dominada por la avaricia, un apetito voraz que desemboca en la insaciabilidad. La hambruna crónica de la insatisfacción. Más y más por el mero más y más. Lejos queda la capacidad personal y colectiva de detenernos a pensar quiénes somos y echar la vista atrás para recapitular de dónde venimos.
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