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Cataluña pierde inversión extranjera

Todo vale, hasta inundar de inmundicia el panorama electoral

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Supongo que es algo habitual en todas las campañas electorales, sin embargo, cuesta acostumbrarse a la maledicencia, a la reserva de noticias desagradables que, los que manejan las campañas de los partidos, cuando no tienen escrúpulos, utilizan en el momento en el que más daño pueden hacer a sus adversarios políticos; en muchas ocasiones sin darles tiempo a defenderse, desmentirlas y precisarlas. En esta ocasión, como ya sucedió en la anterior consulta del 20D, sin distinción de colores, tanto las izquierdas extremas como los partidos tradicionalmente más constitucionalistas se han lanzado contra el PP y su líder el señor Rajoy, con el ánimo de destruirlo.

La forma en la que lo vienen haciendo demuestra la furia, la rabia, el odio y la guerra sin cuartel con la que, los tres principales partidos que concurren a los comicios, se han dedicado a desacreditar, a criticar, a mentir, a burlarse y a hacer sangre en el PP, contra el que parece que todo vale, que no hay límite, que se pueden utilizar todas las triquiñuelas, las malas artes, los infundios, los engaños y, en fin, cualquier bellaquería, infamia e ignominia que les permita, a quienes se valen de semejantes maldades, intentar evitar que, el partido más votado, pueda repetir su resultado, sabiendo que es el único de todos los que se disputan la investidura, capaz de evitar que España pierda su unidad, caiga en manos del comunismo bolivariano, evite el crac económico y que Europa, que tanto nos ha exigido y que tanto nos ha ayudado a emprender la senda de la recuperación; decida darnos esquinazo o tratarnos como a Grecia que, como de todos es sabido, intentó la machada de enfrentarse a la banca europea y a la Comisión Europea con los magros resultados y las graves consecuencias que, al fin, han acabado por obligarle a bajar las pensiones en un 30% y a llevar a cabo todos los recortes y despidos que antes se negaron a aceptar.

Cuando escuchamos mentir, con toda su cara dura, al señor Pablo Iglesias cuando dice que existe un “empate técnico” entre Podemos y el PP cuando, en realidad, según todas las encuestas son un montón de puntos los que separan ambas formaciones o escuchamos a Monedero o Errejón presumiendo de los resultados de Madrid y Barcelona, ambas capitales dirigidas por podemitas, y luego vemos los desastres cometidos por la señora Carmena que ha aplicado, discriminadamente, un IBI más alto a aquellas calles de Madrid que no votaron a su partido, premiando con uno más bajo a aquellas otras donde salieron favorecidos sus compadres comunistas. Sin olvidarnos de su fracaso en las negociaciones con la empresa del Grupo Wanda y los resultados del tratamiento de la operación Chamartín, sus inventos del profesor Franz de Copenhague, como fueron las frivolidades de que las madres de los alumnos limpiasen la aulas de los colegios de sus hijos; el que los escolares dedicasen ratos a recoger colillas de las calles u otras torpezas semejantes, más propias de una mente infantil que de toda una alcaldesa de una ciudad tan importante como es Madrid.

Pero cuando, Pablo Iglesias, alaba la gestión de su franquicia catalana, la ex activista y agitadora, Ada Colau y nos dice las maravillas de sus grandes “logros”, seguramente no se ha tomado la molestia de leer la prensa. Es cierto que el periódico separatista del grupo Godó, cuando la noticia no es de su agrado se limita a insertarla en pequeño formato y en una de las últimas páginas. Han estado presumiendo de la potencia económica de Cataluña, han estado engañando a la gente diciendo que en Cataluña era donde había más inversión extranjera de toda España y han sacado pecho de la confianza que inspiraba la comunidad catalana en las empresas extranjeras. Sin duda tendrán que explicarnos como, ahora, tienen que rectificar y reconocer que, durante el primer trimestre del 2016, la inversión extranjera en esta región ha disminuido nada menos que en un 36’4% hasta situarse en 453’5 millones de euros. Según los informadores este descenso se produjo después de que en 2015 se diera un muy buen arranque con inversiones de 693`4 millones. Por el contrario, su endémico adversario, la comunidad de Madrid, a pesar de los errores de Carmena, pero con la garantía de estar presidida por la señora Cristina Cifuentes, consiguió atraer al 70,7% de lo que destinaron las empresas extranjeras (datos del ministerio de Economía).

¿Cómo se entiende esta diferencia? o ¿Cuáles fueron las causas que han provocado este cambio? Supongo que los gobernantes de Cataluña tendrán preparadas un centenar de excusas, acusarán al Estado español de ser el culpable, hablarán de los miedos que se han despertado ( para ellos injustificados) sus intentos separatistas, algo que, para ellos, no es más que un beneficio para los catalanes y un medio para su expansión económica. No obstante, por mucho que intenten disimular, achacarlo al resto de España o a la inseguridad de los mercados europeos; la realidad no es otra que la enorme falta de confianza que, en estos momentos, despierta la situación política en España y, en proporción mucho más elevada, en Cataluña, cada vez más comprometida con la izquierda bolivariana, en manos de personajes tan poco solventes como son la señora Colau y su equipo de enchufados, empezando por su propio marido. En efecto, las medidas intervencionistas que se han puesto en marcha en Barcelona, empezando por la moratoria sobre las inversiones turísticas, la propuesta de limitar los cruceros que tantos beneficios dan a los comercios y la restauración catalana; sin tener en cuenta que la industria va desapareciendo en beneficio de un turismo masivo que, como es de sentido común, debe cuidarse y mimarse al máximo, si es que queremos que continúe viniendo a esta tierra.

Unas vez más, según los datos de las encuestas en Cataluña, se va a dar un sorpaso ( este término tan usado últimamente) que pudiera situar a los comunistas al frente, por encima de los de la antigua CDC y, con toda seguridad, en reñida disputa con la ERC del señor Junqueras; lo que nos reafirma en nuestro pronóstico de que: la comunidad catalana es per se de tendencia a la izquierda, al mismo tiempo que se utiliza el sentimiento nacionalista de los independentistas, para crear un ambiente de rechazo hacia el resto de España.

Quedan tres días para la cita con las urnas. Si queremos ser realistas, las posibilidades de que, de ellas, salgan unos resultados que avalen un gobierno adecuado para la situación en la que se encuentra el país, son mínimas y, si no hay grandes sorpresas ( una posibilidad muy remota) las izquierdas van a superar en votos a las derechas ( en este caso el PP en solitario ) lo que va a propiciar, por mucho de que el señor Sánchez jure y perjure que no va a formar alianza con Podemos que, ante la evidencia de que, si rehúsan la alianza más conveniente, la que daría estabilidad al gobierno y ayudaría a que Europa mantuviera su confianza en España que, como parece evidente, sería un pacto PP y PSOE, aunque la duración de la legislatura fuera sólo de dos años, con el apoyo o no de Ciudadanos que, para el caso, no tendría influencia alguna debido a que sus votos no serían necesarios o, al contrario, lo peor que podría suceder para los intereses de la nación y de nuestra economía, que consistiría en lo que hoy se ve más posible, una alianza entre el PSOE y Unidos Podemos o, lo que es lo mismo, de los comunistas encabezados por Pablo Iglesias, lo que, si los podemitas superaran en votos a los socialistas, le daría la oportunidad al líder bolivariano de ocupar el puesto de presidente del gobierno de España. ¡Inverosímil, pero posible!

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, ya no tenemos tiempo más que para escoger entre dos opciones, las que verdaderamente son importantes: u optamos por la continuidad, por mucho que no estemos de acuerdo con algunas de las actuaciones y olvidos electorales del partido de Rajoy, sabiendo que es la única alternativa que sería bien vista desde la CE, nos permitiría hacer los cambios precisos sin incurrir en el desagrado de nuestros vecinos y, con toda probabilidad, nos consentiría el seguir por la senda del aumento de empleo y la subsiguiente recuperación económica; o, en el caso contrario, sabemos lo que nos esperaría si permitimos que, los que se amparan en un “cambio” hacia la izquierda, un cambio de más gasto público, de más subvenciones, de menos libertades y, evidentemente, por su cariz antieuropeo, de enfrentamiento con la UE, con escasas posibilidades de recibir el apoyo del FMI y de los bancos europeos y, lo que ya está sucediendo en la actualidad, la desconfianza que provocaría en los inversores extranjeros el que, en nuestra patria, tuviéramos un gobierno de estilo bolivariano, una avanzadilla del comunismo sudamericano en territorio europeo, que se juntara al primer brote, el que se instaló en el gobierno griego.

Todo vale, hasta inundar de inmundicia el panorama electoral

Cataluña pierde inversión extranjera
Miguel Massanet
jueves, 23 de junio de 2016, 00:50 h (CET)
Supongo que es algo habitual en todas las campañas electorales, sin embargo, cuesta acostumbrarse a la maledicencia, a la reserva de noticias desagradables que, los que manejan las campañas de los partidos, cuando no tienen escrúpulos, utilizan en el momento en el que más daño pueden hacer a sus adversarios políticos; en muchas ocasiones sin darles tiempo a defenderse, desmentirlas y precisarlas. En esta ocasión, como ya sucedió en la anterior consulta del 20D, sin distinción de colores, tanto las izquierdas extremas como los partidos tradicionalmente más constitucionalistas se han lanzado contra el PP y su líder el señor Rajoy, con el ánimo de destruirlo.

La forma en la que lo vienen haciendo demuestra la furia, la rabia, el odio y la guerra sin cuartel con la que, los tres principales partidos que concurren a los comicios, se han dedicado a desacreditar, a criticar, a mentir, a burlarse y a hacer sangre en el PP, contra el que parece que todo vale, que no hay límite, que se pueden utilizar todas las triquiñuelas, las malas artes, los infundios, los engaños y, en fin, cualquier bellaquería, infamia e ignominia que les permita, a quienes se valen de semejantes maldades, intentar evitar que, el partido más votado, pueda repetir su resultado, sabiendo que es el único de todos los que se disputan la investidura, capaz de evitar que España pierda su unidad, caiga en manos del comunismo bolivariano, evite el crac económico y que Europa, que tanto nos ha exigido y que tanto nos ha ayudado a emprender la senda de la recuperación; decida darnos esquinazo o tratarnos como a Grecia que, como de todos es sabido, intentó la machada de enfrentarse a la banca europea y a la Comisión Europea con los magros resultados y las graves consecuencias que, al fin, han acabado por obligarle a bajar las pensiones en un 30% y a llevar a cabo todos los recortes y despidos que antes se negaron a aceptar.

Cuando escuchamos mentir, con toda su cara dura, al señor Pablo Iglesias cuando dice que existe un “empate técnico” entre Podemos y el PP cuando, en realidad, según todas las encuestas son un montón de puntos los que separan ambas formaciones o escuchamos a Monedero o Errejón presumiendo de los resultados de Madrid y Barcelona, ambas capitales dirigidas por podemitas, y luego vemos los desastres cometidos por la señora Carmena que ha aplicado, discriminadamente, un IBI más alto a aquellas calles de Madrid que no votaron a su partido, premiando con uno más bajo a aquellas otras donde salieron favorecidos sus compadres comunistas. Sin olvidarnos de su fracaso en las negociaciones con la empresa del Grupo Wanda y los resultados del tratamiento de la operación Chamartín, sus inventos del profesor Franz de Copenhague, como fueron las frivolidades de que las madres de los alumnos limpiasen la aulas de los colegios de sus hijos; el que los escolares dedicasen ratos a recoger colillas de las calles u otras torpezas semejantes, más propias de una mente infantil que de toda una alcaldesa de una ciudad tan importante como es Madrid.

Pero cuando, Pablo Iglesias, alaba la gestión de su franquicia catalana, la ex activista y agitadora, Ada Colau y nos dice las maravillas de sus grandes “logros”, seguramente no se ha tomado la molestia de leer la prensa. Es cierto que el periódico separatista del grupo Godó, cuando la noticia no es de su agrado se limita a insertarla en pequeño formato y en una de las últimas páginas. Han estado presumiendo de la potencia económica de Cataluña, han estado engañando a la gente diciendo que en Cataluña era donde había más inversión extranjera de toda España y han sacado pecho de la confianza que inspiraba la comunidad catalana en las empresas extranjeras. Sin duda tendrán que explicarnos como, ahora, tienen que rectificar y reconocer que, durante el primer trimestre del 2016, la inversión extranjera en esta región ha disminuido nada menos que en un 36’4% hasta situarse en 453’5 millones de euros. Según los informadores este descenso se produjo después de que en 2015 se diera un muy buen arranque con inversiones de 693`4 millones. Por el contrario, su endémico adversario, la comunidad de Madrid, a pesar de los errores de Carmena, pero con la garantía de estar presidida por la señora Cristina Cifuentes, consiguió atraer al 70,7% de lo que destinaron las empresas extranjeras (datos del ministerio de Economía).

¿Cómo se entiende esta diferencia? o ¿Cuáles fueron las causas que han provocado este cambio? Supongo que los gobernantes de Cataluña tendrán preparadas un centenar de excusas, acusarán al Estado español de ser el culpable, hablarán de los miedos que se han despertado ( para ellos injustificados) sus intentos separatistas, algo que, para ellos, no es más que un beneficio para los catalanes y un medio para su expansión económica. No obstante, por mucho que intenten disimular, achacarlo al resto de España o a la inseguridad de los mercados europeos; la realidad no es otra que la enorme falta de confianza que, en estos momentos, despierta la situación política en España y, en proporción mucho más elevada, en Cataluña, cada vez más comprometida con la izquierda bolivariana, en manos de personajes tan poco solventes como son la señora Colau y su equipo de enchufados, empezando por su propio marido. En efecto, las medidas intervencionistas que se han puesto en marcha en Barcelona, empezando por la moratoria sobre las inversiones turísticas, la propuesta de limitar los cruceros que tantos beneficios dan a los comercios y la restauración catalana; sin tener en cuenta que la industria va desapareciendo en beneficio de un turismo masivo que, como es de sentido común, debe cuidarse y mimarse al máximo, si es que queremos que continúe viniendo a esta tierra.

Unas vez más, según los datos de las encuestas en Cataluña, se va a dar un sorpaso ( este término tan usado últimamente) que pudiera situar a los comunistas al frente, por encima de los de la antigua CDC y, con toda seguridad, en reñida disputa con la ERC del señor Junqueras; lo que nos reafirma en nuestro pronóstico de que: la comunidad catalana es per se de tendencia a la izquierda, al mismo tiempo que se utiliza el sentimiento nacionalista de los independentistas, para crear un ambiente de rechazo hacia el resto de España.

Quedan tres días para la cita con las urnas. Si queremos ser realistas, las posibilidades de que, de ellas, salgan unos resultados que avalen un gobierno adecuado para la situación en la que se encuentra el país, son mínimas y, si no hay grandes sorpresas ( una posibilidad muy remota) las izquierdas van a superar en votos a las derechas ( en este caso el PP en solitario ) lo que va a propiciar, por mucho de que el señor Sánchez jure y perjure que no va a formar alianza con Podemos que, ante la evidencia de que, si rehúsan la alianza más conveniente, la que daría estabilidad al gobierno y ayudaría a que Europa mantuviera su confianza en España que, como parece evidente, sería un pacto PP y PSOE, aunque la duración de la legislatura fuera sólo de dos años, con el apoyo o no de Ciudadanos que, para el caso, no tendría influencia alguna debido a que sus votos no serían necesarios o, al contrario, lo peor que podría suceder para los intereses de la nación y de nuestra economía, que consistiría en lo que hoy se ve más posible, una alianza entre el PSOE y Unidos Podemos o, lo que es lo mismo, de los comunistas encabezados por Pablo Iglesias, lo que, si los podemitas superaran en votos a los socialistas, le daría la oportunidad al líder bolivariano de ocupar el puesto de presidente del gobierno de España. ¡Inverosímil, pero posible!

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, ya no tenemos tiempo más que para escoger entre dos opciones, las que verdaderamente son importantes: u optamos por la continuidad, por mucho que no estemos de acuerdo con algunas de las actuaciones y olvidos electorales del partido de Rajoy, sabiendo que es la única alternativa que sería bien vista desde la CE, nos permitiría hacer los cambios precisos sin incurrir en el desagrado de nuestros vecinos y, con toda probabilidad, nos consentiría el seguir por la senda del aumento de empleo y la subsiguiente recuperación económica; o, en el caso contrario, sabemos lo que nos esperaría si permitimos que, los que se amparan en un “cambio” hacia la izquierda, un cambio de más gasto público, de más subvenciones, de menos libertades y, evidentemente, por su cariz antieuropeo, de enfrentamiento con la UE, con escasas posibilidades de recibir el apoyo del FMI y de los bancos europeos y, lo que ya está sucediendo en la actualidad, la desconfianza que provocaría en los inversores extranjeros el que, en nuestra patria, tuviéramos un gobierno de estilo bolivariano, una avanzadilla del comunismo sudamericano en territorio europeo, que se juntara al primer brote, el que se instaló en el gobierno griego.

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