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Etiquetas | Real Madrid | Barcelona | LIGA ENDESA
El equipo blanco, que queda a una victoria más de coronarse como campeón de Liga Endesa, se impuso desde la táctica y calidad a un tímido Barcelona, que volvió a padecer esa brillante apuesta de Pablo Laso por un baloncesto veloz, ofensivo y con una defensa asfixiante.

Un mágico Real Madrid vuelve a someter al Barcelona (91-74)

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El campeón de Liga Endesa, el Real Madrid de Laso, está a un triunfo más de revalidar su corona y continuar dando brillantez a una de las épocas más gloriosas del baloncesto blanco. El Real Madrid bordó el baloncesto ofensivo, que sustentado en una espléndida defensa, sometió a un endeble Barcelona, conjunto azulgrana que recibió, además, y de forma consecutiva, su segunda paliza deportiva y anímica a manos del eterno rival. Y en una cita final de Liga Endesa, que podría cerrarse en favor del Real Madrid este próximo miércoles, también en un Palacio de los Deportes que ejerció de sexto hombre.

Nada se resolvió en el primer cuarto. Era muy temprano. Hubiera descafeinado el tercer encuentro de esta máxima final. Se dejaron, no obstante, apuntes muy interesantes. Para empezar, un extraordinario ambiente en las gradas. Se colgó el cartel de no hay entradas. Y abajo, sobre la pista, que este Real Madrid carbura desde el perímetro (Carroll, Rudy Fernández, Sergio Rodríguez y en dos ocasiones Thompkins); que Ayón es pieza esencial y que cogió moral ante Tomic; que el Barcelona aguantaba el pulso y ritmo, pero echaba en falta cierta continuidad, pues sus acciones eran irregulares, basadas en individualidades (arranques de Tomic y Satoransky, principalmente) que en el juego colectivo que desplegaba el Real Madrid. El cuarto se cerró con un 29-21, máxima distancia. Conclusión final al primer acto: que los ataques gobernaban a las defensas. Ingredientes que aventuraban un apasionante tercer asalto hacia el título de Liga Endesa.

El segundo cuarto, en su prólogo, constató que el Real Madrid estaba con una velocidad superior sobre el Barcelona. Había, además, más intensidad y frescura. Los psicológicos diez puntos se alcanzaron con una combinación exterior a interior entre Hernangómez y Reyes. El marcador reflejaba se alzó a un 31-21 con ocho minutos hasta el descanso. La ‘segunda unidad’ del Real Madrid carburaba mucho más que un Barcelona sustentado en el quehacer interior de Tomic. Y el aparecer de Doellman. Así, el Barcelona aguantaba el pulso: 35-29. Pero era a duras penas. Había grietas. El Real Madrid estaba en ebullición: triple de Nocioni y máxima ventaja: 42-31; canasta inverosímil de Doncic y más renta (44-31); y otro triple del argentino para una mayor holgura: 52-37. Xavi Pascual se desesperaba en el banquillo. Se fue a reflexionar con un 54-41.

Récord de anotación histórica: 54 puntos
Todo este primer tiempo se resumía en un sencillo argumento. O el Barcelona cerraba su defensa o el Real Madrid tenía el segundo triunfo más cerca. Y porque jugarse un encuentro a ver quién es capaz de marcar más puntos es un suicidio cuando enfrente está el equipo de Laso. Al descanso, los blancos (63 a 40 en valoración global) sumaban 54 puntos. No era un dato. Era el dato. Ningún equipo, desde 1990, conseguía tan alta puntuación en un partido de una final. Y eran también 13 puntos de diferencia. Se trataba de la mayor puntuación al descanso del Real Madrid en los tres encuentros de finales: 48 en el primero (con ventaja blanca de 1 punto) y 44 en el segundo (con 12 puntos a favor del Madrid). El ataque de Laso se comía a una endeble defensa del Barcelona.

Rudy puso la puntilla
El Barcelona, aparte de ese cambio de actitud en defensa, necesitaba de algunas acciones positivas para volver a creer. Doellman, y sus canastas, acercaron el marcador: 54-46 con un parcial de 0-6 a la vuelta del descanso. Resultó ser un espejismo. La defensa blanca, con Taylor al frente, resituó el encuentro: 62-50. Entonces, Navarro anotó su primera canasta, desde el triple. Pero se mantenían distancias: 65-56. Ya se había pasado el ecuador del tercer cuarto. Y cuando no hay buenos presagios, todos los problemas se agigantan: 72-56, con un estelar Rudy Fernández, con 12 puntos casi consecutivos. Y para rematar ese éxtasis, surgió Maciulis: 75-56 con otro triple, el arma más poderosa del Real Madrid junto con su defensa, que tenía sometido a todo un Barcelona.

Aún quedaban diez minutos. O para rematar, como apuntaban las pruebas vistas, el partido en favor del Real Madrid o para una proeza histórica del Barcelona. No sólo era el marcador (77-58; 19 puntos de ventaja blanca), reflejo del juego, sino una actitud ganadora y feroz del Real Madrid frente a un grupo azulgrana acobardado y carente de recursos. Era también el triunfo del juego colectivo, veloz y ofensivo que está encumbrando al Real Madrid de Laso. Era, nuevamente, un Real Madrid en absoluta y rotunda plenitud de baloncesto. No hubo giro al partido en el cuarto de desenlace. Y eso que el Barcelona hizo un último esfuerzo: 79-65. Fue un descanso del Madrid para que Tomic y Doellman engordaran estadísticas. Volvió entonces el Madrid, con un mágico Llull (10 puntos en el cuarto para un total de 21 puntos) a apretar el acelerador, y ganar por 17 puntos, hasta quedarse a una victoria más de revalidar su corona en Liga Endesa.

Un mágico Real Madrid vuelve a someter al Barcelona (91-74)

El equipo blanco, que queda a una victoria más de coronarse como campeón de Liga Endesa, se impuso desde la táctica y calidad a un tímido Barcelona, que volvió a padecer esa brillante apuesta de Pablo Laso por un baloncesto veloz, ofensivo y con una defensa asfixiante.
Rafael Merino
lunes, 20 de junio de 2016, 21:43 h (CET)
El campeón de Liga Endesa, el Real Madrid de Laso, está a un triunfo más de revalidar su corona y continuar dando brillantez a una de las épocas más gloriosas del baloncesto blanco. El Real Madrid bordó el baloncesto ofensivo, que sustentado en una espléndida defensa, sometió a un endeble Barcelona, conjunto azulgrana que recibió, además, y de forma consecutiva, su segunda paliza deportiva y anímica a manos del eterno rival. Y en una cita final de Liga Endesa, que podría cerrarse en favor del Real Madrid este próximo miércoles, también en un Palacio de los Deportes que ejerció de sexto hombre.

Nada se resolvió en el primer cuarto. Era muy temprano. Hubiera descafeinado el tercer encuentro de esta máxima final. Se dejaron, no obstante, apuntes muy interesantes. Para empezar, un extraordinario ambiente en las gradas. Se colgó el cartel de no hay entradas. Y abajo, sobre la pista, que este Real Madrid carbura desde el perímetro (Carroll, Rudy Fernández, Sergio Rodríguez y en dos ocasiones Thompkins); que Ayón es pieza esencial y que cogió moral ante Tomic; que el Barcelona aguantaba el pulso y ritmo, pero echaba en falta cierta continuidad, pues sus acciones eran irregulares, basadas en individualidades (arranques de Tomic y Satoransky, principalmente) que en el juego colectivo que desplegaba el Real Madrid. El cuarto se cerró con un 29-21, máxima distancia. Conclusión final al primer acto: que los ataques gobernaban a las defensas. Ingredientes que aventuraban un apasionante tercer asalto hacia el título de Liga Endesa.

El segundo cuarto, en su prólogo, constató que el Real Madrid estaba con una velocidad superior sobre el Barcelona. Había, además, más intensidad y frescura. Los psicológicos diez puntos se alcanzaron con una combinación exterior a interior entre Hernangómez y Reyes. El marcador reflejaba se alzó a un 31-21 con ocho minutos hasta el descanso. La ‘segunda unidad’ del Real Madrid carburaba mucho más que un Barcelona sustentado en el quehacer interior de Tomic. Y el aparecer de Doellman. Así, el Barcelona aguantaba el pulso: 35-29. Pero era a duras penas. Había grietas. El Real Madrid estaba en ebullición: triple de Nocioni y máxima ventaja: 42-31; canasta inverosímil de Doncic y más renta (44-31); y otro triple del argentino para una mayor holgura: 52-37. Xavi Pascual se desesperaba en el banquillo. Se fue a reflexionar con un 54-41.

Récord de anotación histórica: 54 puntos
Todo este primer tiempo se resumía en un sencillo argumento. O el Barcelona cerraba su defensa o el Real Madrid tenía el segundo triunfo más cerca. Y porque jugarse un encuentro a ver quién es capaz de marcar más puntos es un suicidio cuando enfrente está el equipo de Laso. Al descanso, los blancos (63 a 40 en valoración global) sumaban 54 puntos. No era un dato. Era el dato. Ningún equipo, desde 1990, conseguía tan alta puntuación en un partido de una final. Y eran también 13 puntos de diferencia. Se trataba de la mayor puntuación al descanso del Real Madrid en los tres encuentros de finales: 48 en el primero (con ventaja blanca de 1 punto) y 44 en el segundo (con 12 puntos a favor del Madrid). El ataque de Laso se comía a una endeble defensa del Barcelona.

Rudy puso la puntilla
El Barcelona, aparte de ese cambio de actitud en defensa, necesitaba de algunas acciones positivas para volver a creer. Doellman, y sus canastas, acercaron el marcador: 54-46 con un parcial de 0-6 a la vuelta del descanso. Resultó ser un espejismo. La defensa blanca, con Taylor al frente, resituó el encuentro: 62-50. Entonces, Navarro anotó su primera canasta, desde el triple. Pero se mantenían distancias: 65-56. Ya se había pasado el ecuador del tercer cuarto. Y cuando no hay buenos presagios, todos los problemas se agigantan: 72-56, con un estelar Rudy Fernández, con 12 puntos casi consecutivos. Y para rematar ese éxtasis, surgió Maciulis: 75-56 con otro triple, el arma más poderosa del Real Madrid junto con su defensa, que tenía sometido a todo un Barcelona.

Aún quedaban diez minutos. O para rematar, como apuntaban las pruebas vistas, el partido en favor del Real Madrid o para una proeza histórica del Barcelona. No sólo era el marcador (77-58; 19 puntos de ventaja blanca), reflejo del juego, sino una actitud ganadora y feroz del Real Madrid frente a un grupo azulgrana acobardado y carente de recursos. Era también el triunfo del juego colectivo, veloz y ofensivo que está encumbrando al Real Madrid de Laso. Era, nuevamente, un Real Madrid en absoluta y rotunda plenitud de baloncesto. No hubo giro al partido en el cuarto de desenlace. Y eso que el Barcelona hizo un último esfuerzo: 79-65. Fue un descanso del Madrid para que Tomic y Doellman engordaran estadísticas. Volvió entonces el Madrid, con un mágico Llull (10 puntos en el cuarto para un total de 21 puntos) a apretar el acelerador, y ganar por 17 puntos, hasta quedarse a una victoria más de revalidar su corona en Liga Endesa.

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