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Los votantes de Unidos Podemos padecemos un hambre democrático quizá un tanto extremo

Del hartazgo democrático

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Es llamativo observar como la mayoría de medios relacionados con ideologías conservadoras, se lamentan de la repetición de las elecciones y del hartazgo que ello les produce, presumiendo que este hartazgo es compartido por la mayoría de los españoles. Parece que no recuerdan que durante cuarenta años tan solo se nos llamó a las urnas para refrendar un par de leyes franquistas y las elecciones a procuradores a Cortes por el tercio familiar; eso sí, ejercicio de obligado cumplimiento.

Los votantes de Unidos Podemos padecemos un hambre democrático quizá un tanto extremo, como extrema es la anemia democrática que ha venido sufriendo nuestro sistema democrático nacido en el 78. Nosotros los podemitas tenemos algo de gabachos, pues eso de la segunda vuelta nos entusiasma. Y la atracción que sobre nosotros ejercen las urnas es algo casi patológico; todo lo queremos someter al escrutinio de la gente, nos encanta confrontar ideas y debatir acerca de lo que más nos importa, las soluciones que se pueden dar a los problemas del común de los humanos.

Y en este caso, creo que la segunda vuelta era algo necesario, pues en la primera comparecieron fuerzas políticas nuevas de las que no hay constancia acerca de su ascendente sobre el conjunto de la sociedad. La primera vuelta de diciembre no nos sirvió para formar un nuevo gobierno, pero nos permitió conocer con cierta certeza el apoyo popular con el que cuentan estas nuevas fuerzas políticas y entender el nuevo tablero político que se dibuja en nuestra política.

En la primera vuelta, las fuerzas conservadoras se equivocaron al establecer el eje del debate político en la dicotomía izquierda-derecha que, como se ha visto, no es capaz de explicar la realidad del debate ni es capaz de alinear a los diferentes agentes en conflicto. Y, ahora, se vuelven a equivocar si enarbolan la bandera del hartazgo. Las llamadas fuerzas emergentes, lejos de hastiarse por la repetición de las elecciones, se sienten profundamente entusiasmadas. Ojo al parche.

Del hartazgo democrático

Los votantes de Unidos Podemos padecemos un hambre democrático quizá un tanto extremo
Mario López
viernes, 17 de junio de 2016, 01:09 h (CET)
Es llamativo observar como la mayoría de medios relacionados con ideologías conservadoras, se lamentan de la repetición de las elecciones y del hartazgo que ello les produce, presumiendo que este hartazgo es compartido por la mayoría de los españoles. Parece que no recuerdan que durante cuarenta años tan solo se nos llamó a las urnas para refrendar un par de leyes franquistas y las elecciones a procuradores a Cortes por el tercio familiar; eso sí, ejercicio de obligado cumplimiento.

Los votantes de Unidos Podemos padecemos un hambre democrático quizá un tanto extremo, como extrema es la anemia democrática que ha venido sufriendo nuestro sistema democrático nacido en el 78. Nosotros los podemitas tenemos algo de gabachos, pues eso de la segunda vuelta nos entusiasma. Y la atracción que sobre nosotros ejercen las urnas es algo casi patológico; todo lo queremos someter al escrutinio de la gente, nos encanta confrontar ideas y debatir acerca de lo que más nos importa, las soluciones que se pueden dar a los problemas del común de los humanos.

Y en este caso, creo que la segunda vuelta era algo necesario, pues en la primera comparecieron fuerzas políticas nuevas de las que no hay constancia acerca de su ascendente sobre el conjunto de la sociedad. La primera vuelta de diciembre no nos sirvió para formar un nuevo gobierno, pero nos permitió conocer con cierta certeza el apoyo popular con el que cuentan estas nuevas fuerzas políticas y entender el nuevo tablero político que se dibuja en nuestra política.

En la primera vuelta, las fuerzas conservadoras se equivocaron al establecer el eje del debate político en la dicotomía izquierda-derecha que, como se ha visto, no es capaz de explicar la realidad del debate ni es capaz de alinear a los diferentes agentes en conflicto. Y, ahora, se vuelven a equivocar si enarbolan la bandera del hartazgo. Las llamadas fuerzas emergentes, lejos de hastiarse por la repetición de las elecciones, se sienten profundamente entusiasmadas. Ojo al parche.

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