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Eduardo Patiño

Un campeón con malas compañías

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Humilde, ambicioso, generoso, poderoso, dominador, valiente, espectacular…y sobre todo, superior. Una superioridad abrumadora, sin flaquezas, desesperante para sus rivales (sobre todo para Andy Schleck, el otro animador de la carrera), plasmada mediante una valentía desconocida en este pelotón y conseguida a través de valores como el respeto, la generosidad (Lance debería agradecerle su plaza de podium tras la última ascensión) y el compañerismo, por mucho que diga el Twitter de Leipheimer. Eso si, tiene un defecto: se junta con muy malas compañías.

No se asusten, no me refiero al entorno del corredor, me consta que son buena gente. Alberto Contador recibe hoy en los Campos Elíseos su merecida corona de campeón del Tour de Francia 2009, el Tour de la discordia, el Tour de las chapuzas de Astaná, pero, sobre todo, el segundo Tour de la dinastía Contador. Porque el reinado del Rey Alberto ya apunta a dinastía por mucho que las viejas glorias, esas malas compañías, pretendan poner ‘peros’ a su aplastante superioridad.

Quizá sepa mal decirlo ahora, sobre todo sabiendo que lo ha pasado mal durante estas tres semanas, pero ese pique dentro de las filas del Astana le encumbra aún más si cabe y le concede el dudoso honor de ser el campeón que más zancadillas ha recibido dentro de la ronda gala. Y es que, como el mismo dijo nada más poner pie en la luna (impresionante el paisaje del Mont Ventoux), ha ganado dos carreras: la batalla que se libra en la carretera y la que comienza al llegar al hotel. Pese a su juventud, Alberto ha mostrado su enorme inteligencia y veteranía, aislándose en su círculo de confianza, poniéndose la coraza, amortiguando los golpes y, por supuesto, exhibiendo al mundo entero su supremacía encima de la bicicleta.

Con equipo, sin equipo o con el equipo en contra. Da igual. Actualmente Alberto no tiene rival. Ni las críticas recibidas por descolgar a ¡Klöden! en la Colombiére, ni los mensajes de sus compañeros a través del Twitter, ni los recaditos diarios de Armstrong, ni las puñaladas de Bruyneel (que ha demostrado que si tiene nueve Tours no es gracias a su gestión dentro del equipo), podrán restar mérito a lo conseguido por este madrileño. Curiosamente, ese reconocimiento que le ha faltado por parte de sus compañeros, es el que le han brindado todos sus rivales.

Pese a haber disputado tan solo cinco grandes vueltas (impresionante promedio), Contador ya tiene su nombre escrito con letras de oro en la historia del ciclismo. Rey de Francia, de Italia y de España. Alberto Contador regresa a su trono de París. Si, ese que no le dejaron conquistar el pasado año por tener malas compañías y que por cuarto año consecutivo encumbra a un español a la cima del ciclismo mundial. El año que viene será otra historia, y con la marcha de Armstrong y sus secuaces estará mejor acompañado. Que se preparen en Francia porque el monopolio Contador va para rato. ¡Suerte que tienen, que este año Nadal se ha dado un descanso en París!

Un campeón con malas compañías

Eduardo Patiño
Eduardo Patiño
lunes, 27 de julio de 2009, 06:14 h (CET)
Humilde, ambicioso, generoso, poderoso, dominador, valiente, espectacular…y sobre todo, superior. Una superioridad abrumadora, sin flaquezas, desesperante para sus rivales (sobre todo para Andy Schleck, el otro animador de la carrera), plasmada mediante una valentía desconocida en este pelotón y conseguida a través de valores como el respeto, la generosidad (Lance debería agradecerle su plaza de podium tras la última ascensión) y el compañerismo, por mucho que diga el Twitter de Leipheimer. Eso si, tiene un defecto: se junta con muy malas compañías.

No se asusten, no me refiero al entorno del corredor, me consta que son buena gente. Alberto Contador recibe hoy en los Campos Elíseos su merecida corona de campeón del Tour de Francia 2009, el Tour de la discordia, el Tour de las chapuzas de Astaná, pero, sobre todo, el segundo Tour de la dinastía Contador. Porque el reinado del Rey Alberto ya apunta a dinastía por mucho que las viejas glorias, esas malas compañías, pretendan poner ‘peros’ a su aplastante superioridad.

Quizá sepa mal decirlo ahora, sobre todo sabiendo que lo ha pasado mal durante estas tres semanas, pero ese pique dentro de las filas del Astana le encumbra aún más si cabe y le concede el dudoso honor de ser el campeón que más zancadillas ha recibido dentro de la ronda gala. Y es que, como el mismo dijo nada más poner pie en la luna (impresionante el paisaje del Mont Ventoux), ha ganado dos carreras: la batalla que se libra en la carretera y la que comienza al llegar al hotel. Pese a su juventud, Alberto ha mostrado su enorme inteligencia y veteranía, aislándose en su círculo de confianza, poniéndose la coraza, amortiguando los golpes y, por supuesto, exhibiendo al mundo entero su supremacía encima de la bicicleta.

Con equipo, sin equipo o con el equipo en contra. Da igual. Actualmente Alberto no tiene rival. Ni las críticas recibidas por descolgar a ¡Klöden! en la Colombiére, ni los mensajes de sus compañeros a través del Twitter, ni los recaditos diarios de Armstrong, ni las puñaladas de Bruyneel (que ha demostrado que si tiene nueve Tours no es gracias a su gestión dentro del equipo), podrán restar mérito a lo conseguido por este madrileño. Curiosamente, ese reconocimiento que le ha faltado por parte de sus compañeros, es el que le han brindado todos sus rivales.

Pese a haber disputado tan solo cinco grandes vueltas (impresionante promedio), Contador ya tiene su nombre escrito con letras de oro en la historia del ciclismo. Rey de Francia, de Italia y de España. Alberto Contador regresa a su trono de París. Si, ese que no le dejaron conquistar el pasado año por tener malas compañías y que por cuarto año consecutivo encumbra a un español a la cima del ciclismo mundial. El año que viene será otra historia, y con la marcha de Armstrong y sus secuaces estará mejor acompañado. Que se preparen en Francia porque el monopolio Contador va para rato. ¡Suerte que tienen, que este año Nadal se ha dado un descanso en París!

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