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Paco Milla

Asturias pequeñina, Gijón grandón

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Un premio en un concurso de televisión, había permitido a Antón Colofón de Miñón, viajar a tierras norteñas desde su pequeño pueblo natal, anclado en la ancha llanura.

Acompañado de su esposa Abdona, pasó dos semanas en Gijón, respirando brumas y brisas húmedas, hasta ahora desconocidas para él.

Antón era un erudito y afamado (en su casa) estudioso del uso de las palabras, según las diferentes regiones. Estudiaba las entonaciones, terminaciones y acentuaciones, (sobre todo en vacaciones).

Dos días antes de marchar, en la tertulia diaria del bar ubicado en la plaza del pueblo, don Fernando, el boticario - hombre muy viajado-, le había dicho que “por lo general”, Asturias es la tierra de los diminutivos y que un nombre cualquiera , aunque sonara feo, en boca de alguien nacido en “tierra pelaya” queda suavizado por una terminación que lo convierte en música y “le quita la innecesaria seriedad”.

Por ejemplo, fíjese usted: no es igual decir Alfredo, que uno se imagina a un señor con cara de notario jubilado con gran bigote, que decir “Fredin”, que nos trae a la mente a un compañero de colegio, aunque por culpa del paso de los años, haya cumplido sesenta fiestas de Begoña.

Es muy diferente igualmente, decir: “por favor señor, puede usted servirme una pequeña porción de sidra en este vaso”, que hacerlo de esta otra manera: “Pin, echa un culín”. Le pondré otro ejemplo: tengo en mi casa una tarjeta, que nos escribió la esposa de un compañero mío de mili y fíjese que dulzura de expresión: “Hola guapina. Hoy estuvimos en la capillina, donde se casará la mi nietina, que os enseñaremos cuando vengáis a esta tierrina. Compré también un molinin pequeñín para el café, pues sé que os presta a ambos. Iremos a la playina y lógicamente a visitar a la Santina . Os esperamos. Firma: “Tina, “la” tu madrina”.

¿Qué me dice usted...¿es dulce o no?... a lo que todos los allí reunidos confirmaron la respuesta afirmativa, sin lugar a dudas.

Créame Antón –dijo el letrado boticario, ya para cerrar-, los diminutivos hacen dulce a la gente, de ahí la buena fama de la mujer asturiana y menos mal que va usted acompañado de su gloriosa Abdona, sino, igual afincaba allá.

Pasados los quince días paseo va, paseo viene por el Muro de San Lorenzo, con inicio y final en San Pedro, Abdona y Antón, escuchaban atentamente a los lugareños expresarse y degustando unas sidras, observaban como esta rompía contra el vaso entrando en efervescencia, que requería ser bebida de un solo trago. Eran solo unos segundos, los que la sidra habría sus alas, mostrando su bouquet y si uno se descuidaba ya solo tomaba agua de color jugo de manzana.

Una noche Antón no podía dormir y en ronca y sonora voz le dijo a su costilla ¿sabes una cosa Donina? (se le estaba pegando el acento) Don Fernando el boticario esta pero que... ¡muy equivocado! Y así se lo haré saber cuando volvamos. A lo que Donina respondió: Claro “nin” claro, digotelo yo (es que era de abuelo moscón).

-Es mas, como solo son las once, ahora mismo lo llamo.

Y cogiendo el teléfono, pidió a recepción del hotel una comunicación urgente:

- Óigame Don Fernando, usted está errado, equivocado y de la realidad, muy distanciado. Solo le pongo como ejemplo una frase que hemos escuchado hoy entre dos amigos en la calle:

- Coñe “Fredón”. Vaya madrugón.Vengo del Muselon. Hoy iremos al Molinon a ver al brujo “Quinon”, no sin antes pasear la playona, que quedé con Tinona en la escalerona.

- Vale Isidrón, yo pasareme por la Iglesiona a dejar una limosnona. A las tres quedamos y vamos al estadio con la mareona.

_¿Qué me dice usted ahora de los “diminutivos” usados en Asturias, –dijo Antón-.?

-Ah, amigo mío, eso va a ser que está usted en Xixón y allí... “ye to grandon”. Como será que de Gigia, paso a Gijón. ¿Por cierto, ha visto usted al “Sidrón”? ¿Fueron a Baldornon?

¡Clonnnn! –hizo Antonon con el telefonón y se dispuso a dormir sobre mullido colchón.

____________________

Narrador: Fíjense si Gijón será grandón, que hoy aparecieron unos mosquitos veraniegos en la playa y nadie se inmutó. El mas peligroso era uno que llamaban F- 18, pero nada oiga. Calma total. Véanlo, véanlo:

http://www.elcomercio.tv/index.html#frontaleID=F_COMERCTV§ionID=S_ECULHOR&videoID=41892

Asturias pequeñina, Gijón grandón

Paco Milla
Paco Milla
lunes, 27 de julio de 2009, 05:57 h (CET)
Un premio en un concurso de televisión, había permitido a Antón Colofón de Miñón, viajar a tierras norteñas desde su pequeño pueblo natal, anclado en la ancha llanura.

Acompañado de su esposa Abdona, pasó dos semanas en Gijón, respirando brumas y brisas húmedas, hasta ahora desconocidas para él.

Antón era un erudito y afamado (en su casa) estudioso del uso de las palabras, según las diferentes regiones. Estudiaba las entonaciones, terminaciones y acentuaciones, (sobre todo en vacaciones).

Dos días antes de marchar, en la tertulia diaria del bar ubicado en la plaza del pueblo, don Fernando, el boticario - hombre muy viajado-, le había dicho que “por lo general”, Asturias es la tierra de los diminutivos y que un nombre cualquiera , aunque sonara feo, en boca de alguien nacido en “tierra pelaya” queda suavizado por una terminación que lo convierte en música y “le quita la innecesaria seriedad”.

Por ejemplo, fíjese usted: no es igual decir Alfredo, que uno se imagina a un señor con cara de notario jubilado con gran bigote, que decir “Fredin”, que nos trae a la mente a un compañero de colegio, aunque por culpa del paso de los años, haya cumplido sesenta fiestas de Begoña.

Es muy diferente igualmente, decir: “por favor señor, puede usted servirme una pequeña porción de sidra en este vaso”, que hacerlo de esta otra manera: “Pin, echa un culín”. Le pondré otro ejemplo: tengo en mi casa una tarjeta, que nos escribió la esposa de un compañero mío de mili y fíjese que dulzura de expresión: “Hola guapina. Hoy estuvimos en la capillina, donde se casará la mi nietina, que os enseñaremos cuando vengáis a esta tierrina. Compré también un molinin pequeñín para el café, pues sé que os presta a ambos. Iremos a la playina y lógicamente a visitar a la Santina . Os esperamos. Firma: “Tina, “la” tu madrina”.

¿Qué me dice usted...¿es dulce o no?... a lo que todos los allí reunidos confirmaron la respuesta afirmativa, sin lugar a dudas.

Créame Antón –dijo el letrado boticario, ya para cerrar-, los diminutivos hacen dulce a la gente, de ahí la buena fama de la mujer asturiana y menos mal que va usted acompañado de su gloriosa Abdona, sino, igual afincaba allá.

Pasados los quince días paseo va, paseo viene por el Muro de San Lorenzo, con inicio y final en San Pedro, Abdona y Antón, escuchaban atentamente a los lugareños expresarse y degustando unas sidras, observaban como esta rompía contra el vaso entrando en efervescencia, que requería ser bebida de un solo trago. Eran solo unos segundos, los que la sidra habría sus alas, mostrando su bouquet y si uno se descuidaba ya solo tomaba agua de color jugo de manzana.

Una noche Antón no podía dormir y en ronca y sonora voz le dijo a su costilla ¿sabes una cosa Donina? (se le estaba pegando el acento) Don Fernando el boticario esta pero que... ¡muy equivocado! Y así se lo haré saber cuando volvamos. A lo que Donina respondió: Claro “nin” claro, digotelo yo (es que era de abuelo moscón).

-Es mas, como solo son las once, ahora mismo lo llamo.

Y cogiendo el teléfono, pidió a recepción del hotel una comunicación urgente:

- Óigame Don Fernando, usted está errado, equivocado y de la realidad, muy distanciado. Solo le pongo como ejemplo una frase que hemos escuchado hoy entre dos amigos en la calle:

- Coñe “Fredón”. Vaya madrugón.Vengo del Muselon. Hoy iremos al Molinon a ver al brujo “Quinon”, no sin antes pasear la playona, que quedé con Tinona en la escalerona.

- Vale Isidrón, yo pasareme por la Iglesiona a dejar una limosnona. A las tres quedamos y vamos al estadio con la mareona.

_¿Qué me dice usted ahora de los “diminutivos” usados en Asturias, –dijo Antón-.?

-Ah, amigo mío, eso va a ser que está usted en Xixón y allí... “ye to grandon”. Como será que de Gigia, paso a Gijón. ¿Por cierto, ha visto usted al “Sidrón”? ¿Fueron a Baldornon?

¡Clonnnn! –hizo Antonon con el telefonón y se dispuso a dormir sobre mullido colchón.

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Narrador: Fíjense si Gijón será grandón, que hoy aparecieron unos mosquitos veraniegos en la playa y nadie se inmutó. El mas peligroso era uno que llamaban F- 18, pero nada oiga. Calma total. Véanlo, véanlo:

http://www.elcomercio.tv/index.html#frontaleID=F_COMERCTV§ionID=S_ECULHOR&videoID=41892

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