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Los hijos de mi generación están poniendo una sonrisa e este país

Sí, asaltaremos los cielos

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Y van pasando los años, y van pasando las cosas. Qué cosas. Hablar de los antecedentes del 26-J puede ser tan farragoso y cansino como hablar de los precedentes de la Guerra Civil aunque, en el fondo y salvando las distancias, son cosas bastante parecidas.

Podría hablar de la deuda de los franquistas al III Reich que tuvimos que pagar todos, los vencedores y los vencidos, y cómo, de aquella manera, sufragamos los gastos militares del ejército nazi durante la II Guerra Mundial y los hornos crematorios de los muchos campos de concentración donde, también, fueron incinerados combatientes republicanos españoles. Pero no. Hoy toca hablar de la sonrisa de los españoles, afortunadamente.

Estoy contento, los hijos de mi generación están poniendo una sonrisa e este país, durante décadas pintado en blanco y negro con caspa y, en el mejor de los casos, de colores horteras y sonrisas impostadas. Estoy contento porque la generación de mi hijo me ha regalado una sonrisa por la que luchar.

Más allá de lo que digan las encuestas, Unidos Podemos nos ha devuelto la esperanza a los que la perdimos en la batalla del Ebro (yo y mi generación, en diferido). Sin complejos, es una gozada constatar que los hijos de los que tuvimos que sufrir las últimas heces del franquismo sean los que estén a punto de consumar la verdadera transición a la democracia. Una gozada.

Entender tu tiempo, expresarte en libertad, sin impostaciones ni imposturas. Analizar con rigor el devenir de la historia, poner el foco sobre los verdaderos problemas de la Patria (sí, la gente), y calibrar el peso de las mayorías sociales. Nuestros jóvenes han crecido en esa libertad, se han capacitado para el análisis en universidades públicas que la democracia hizo accesibles para la mayoría y les permitió calibrar su propio peso, el de la gente, el de la Patria. Y ahora, estos chavales, están a punto de conquistar el gobierno de la nación (porque acabarán haciendo de esta estepa miserable una auténtica nación, en el sentido más etimológico del término). No alcanzarán el poder, sin duda, pero sí eso que, en sus manos, puede llegar a ser un contrapoder a favor de la gente.

Estoy contento, hoy he visto a mi hijo feliz, ilusionado, con el ego un poco subido (hay que decirlo), pero perfectamente dispuesto para asaltar los cielos ¿Y qué es asaltar los cielos? Simple y llanamente, recuperar la dignidad que los otros que hasta ahora nos han gobernado nos arrebataron a sangre y fuego; a necedad, vulgaridad y grotesca altanería, también.

Sí podemos. No me cabe la menor duda de que Unidos Podemos ganará las próximas elecciones generales; es decir, ganaremos todos.

Sí, asaltaremos los cielos

Los hijos de mi generación están poniendo una sonrisa e este país
Mario López
sábado, 11 de junio de 2016, 12:52 h (CET)
Y van pasando los años, y van pasando las cosas. Qué cosas. Hablar de los antecedentes del 26-J puede ser tan farragoso y cansino como hablar de los precedentes de la Guerra Civil aunque, en el fondo y salvando las distancias, son cosas bastante parecidas.

Podría hablar de la deuda de los franquistas al III Reich que tuvimos que pagar todos, los vencedores y los vencidos, y cómo, de aquella manera, sufragamos los gastos militares del ejército nazi durante la II Guerra Mundial y los hornos crematorios de los muchos campos de concentración donde, también, fueron incinerados combatientes republicanos españoles. Pero no. Hoy toca hablar de la sonrisa de los españoles, afortunadamente.

Estoy contento, los hijos de mi generación están poniendo una sonrisa e este país, durante décadas pintado en blanco y negro con caspa y, en el mejor de los casos, de colores horteras y sonrisas impostadas. Estoy contento porque la generación de mi hijo me ha regalado una sonrisa por la que luchar.

Más allá de lo que digan las encuestas, Unidos Podemos nos ha devuelto la esperanza a los que la perdimos en la batalla del Ebro (yo y mi generación, en diferido). Sin complejos, es una gozada constatar que los hijos de los que tuvimos que sufrir las últimas heces del franquismo sean los que estén a punto de consumar la verdadera transición a la democracia. Una gozada.

Entender tu tiempo, expresarte en libertad, sin impostaciones ni imposturas. Analizar con rigor el devenir de la historia, poner el foco sobre los verdaderos problemas de la Patria (sí, la gente), y calibrar el peso de las mayorías sociales. Nuestros jóvenes han crecido en esa libertad, se han capacitado para el análisis en universidades públicas que la democracia hizo accesibles para la mayoría y les permitió calibrar su propio peso, el de la gente, el de la Patria. Y ahora, estos chavales, están a punto de conquistar el gobierno de la nación (porque acabarán haciendo de esta estepa miserable una auténtica nación, en el sentido más etimológico del término). No alcanzarán el poder, sin duda, pero sí eso que, en sus manos, puede llegar a ser un contrapoder a favor de la gente.

Estoy contento, hoy he visto a mi hijo feliz, ilusionado, con el ego un poco subido (hay que decirlo), pero perfectamente dispuesto para asaltar los cielos ¿Y qué es asaltar los cielos? Simple y llanamente, recuperar la dignidad que los otros que hasta ahora nos han gobernado nos arrebataron a sangre y fuego; a necedad, vulgaridad y grotesca altanería, también.

Sí podemos. No me cabe la menor duda de que Unidos Podemos ganará las próximas elecciones generales; es decir, ganaremos todos.

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