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Dios sostiene el universo con el poder de su palabra

¿Cómo se sostienen las estrellas?

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Al astrofísico Kike Herrero del Instituto de Estudios Espaciales de Catalunya, Joseph Corbella lo interroga: - ¿Una pregunta para la cual no tenga respuesta? La réplica que recibe: “¿Cómo se sostienen las estrellas en el cielo? Me lo preguntó una niña de cinco años. A ver como le respondes con rigor y sencillez”. Esta pregunta que hace una niña es la misma que nos hacemos los adultos pero que quizás no nos atrevemos a hacerla en público para que no nos tilden de ignorantes. “Sólo con que tengamos ojos para ver y orejas para escuchar descubriremos que toda la naturaleza nos habla de la elocuencias de Dios” (Van Der Puy).

Con el estilo poético propio de la literatura hebrea el salmista expresa su fe en Dios creador en un lenguaje que tanto adultos como niños pueden entender a no ser que los prejuicios cubran los ojos para no ver y taponen los oídos para no oír como toda la creación alaba al Creador. El salmista se expresa así: “Alabad al Señor desde los cielos, alabadle en las alturas. Alabadle vosotros todos sus ejércitos, alabadle sol y luna, alabadle vosotras todas, lucientes estrellas. Alabadle cielos de los cielos, y las aguas que están sobre los cielos. Alaben el Nombre del Señor, porque Él mandó y fueron creados. Los hizo eternamente y para siempre, les puso ley que no será quebrantada” (Salmo 148: 1-6).

En un momento determinado los discípulos le preguntaron a Jesús: “¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:1-3). Con los años la simplicidad infantil se complica. Si a un niño de cinco años se le dice que las estrellas se sostienen por el poder de la palabra de Dios que las creó, lo creerá. Mas adelante hará preguntas más complejas. Si sus oídos no han perdido la capacidad de oír y los ojos no han perdido posibilidad de ver, seguirá encontrando respuestas satisfactorias a sus interrogantes.

El origen del universo con todo lo que contiene es un misterio que no se puede resolver si no es por la fe en Dios creador. Las teorías científicas que quieren desvelarlo no satisfacen y dicha insatisfacción abre las puertas a nuevas teorías que tampoco complacen. Seamos, pues, modestos y admitamos que el origen del universo es un misterio que la filosofía científica no puede desvelar. El hecho de que el Consejo de Europa invite a sus 47 miembros a “oponerse con fuerza a la enseñanza del creacionismo como disciplina científica” no da respuesta a las preguntas que se hace el ser humano: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Cómo se sostienen las estrellas en el firmamento?

Los partidarios del Big Bang que con dogmatismo afirman que un hecho azaroso formó el embrión del universo y que la evolución ha hecho el resto, se les podría hacer la pregunta que Dios le hizo a Job: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la Tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿Quién extendía sobre ella cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus basas? ¿O quién puso su piedra angular?…” (Job 38: 4-12).

Proverbios que es otro de los libros poéticos que contiene la Biblia personifica la sabiduría de Dios en lenguaje poético entendedor: “El Señor me poseía al principio de su camino: Antes de sus obras, desde entonces fui ungida, desde el principio, antes de que existiese la Tierra, cuando todavía no había abismo, fui alumbrada…cuando todavía Él no había hecho la Tierra ni los campos, ni el principio del polvo del mundo. Yo era allí cuando Él formó los cielos…Entonces yo era a su lado ordenándolo todo, y era cada día sus delicias, deleitándome siempre en su presencia, gozándome en el mundo habitado de su Tierra, y mis delicias estaban con los hijos de Adán” (Proverbios 8: 22-31).

Sin abandonar su carácter poético Proverbios presenta a la Sabiduría que es Cristo que es “digno de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4:11): “En las alturas junto al camino, en las encrucijadas de las veredas se para, en el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad, a la entrada de las puertas da voces: Oh hombres a vosotros clamo…Oíd, porque hablaré cosas excelentes, y abriré mis labios para cosas rectas. Porque mi boca hablará verdad…Todas ellas son rectas al que entiende, y razonables a los que han hallado sabiduría…”(Proverbios 8: 1-17).

La sabiduría es anunciada a todos los hombres desde plazas y calles de las ciudades, En las encrucijadas de los caminos: “El que tiene oídos para oír, oiga”, dice Jesús.

¿Cómo se sostienen las estrellas?

Dios sostiene el universo con el poder de su palabra
Octavi Pereña
martes, 7 de junio de 2016, 00:24 h (CET)
Al astrofísico Kike Herrero del Instituto de Estudios Espaciales de Catalunya, Joseph Corbella lo interroga: - ¿Una pregunta para la cual no tenga respuesta? La réplica que recibe: “¿Cómo se sostienen las estrellas en el cielo? Me lo preguntó una niña de cinco años. A ver como le respondes con rigor y sencillez”. Esta pregunta que hace una niña es la misma que nos hacemos los adultos pero que quizás no nos atrevemos a hacerla en público para que no nos tilden de ignorantes. “Sólo con que tengamos ojos para ver y orejas para escuchar descubriremos que toda la naturaleza nos habla de la elocuencias de Dios” (Van Der Puy).

Con el estilo poético propio de la literatura hebrea el salmista expresa su fe en Dios creador en un lenguaje que tanto adultos como niños pueden entender a no ser que los prejuicios cubran los ojos para no ver y taponen los oídos para no oír como toda la creación alaba al Creador. El salmista se expresa así: “Alabad al Señor desde los cielos, alabadle en las alturas. Alabadle vosotros todos sus ejércitos, alabadle sol y luna, alabadle vosotras todas, lucientes estrellas. Alabadle cielos de los cielos, y las aguas que están sobre los cielos. Alaben el Nombre del Señor, porque Él mandó y fueron creados. Los hizo eternamente y para siempre, les puso ley que no será quebrantada” (Salmo 148: 1-6).

En un momento determinado los discípulos le preguntaron a Jesús: “¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:1-3). Con los años la simplicidad infantil se complica. Si a un niño de cinco años se le dice que las estrellas se sostienen por el poder de la palabra de Dios que las creó, lo creerá. Mas adelante hará preguntas más complejas. Si sus oídos no han perdido la capacidad de oír y los ojos no han perdido posibilidad de ver, seguirá encontrando respuestas satisfactorias a sus interrogantes.

El origen del universo con todo lo que contiene es un misterio que no se puede resolver si no es por la fe en Dios creador. Las teorías científicas que quieren desvelarlo no satisfacen y dicha insatisfacción abre las puertas a nuevas teorías que tampoco complacen. Seamos, pues, modestos y admitamos que el origen del universo es un misterio que la filosofía científica no puede desvelar. El hecho de que el Consejo de Europa invite a sus 47 miembros a “oponerse con fuerza a la enseñanza del creacionismo como disciplina científica” no da respuesta a las preguntas que se hace el ser humano: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Cómo se sostienen las estrellas en el firmamento?

Los partidarios del Big Bang que con dogmatismo afirman que un hecho azaroso formó el embrión del universo y que la evolución ha hecho el resto, se les podría hacer la pregunta que Dios le hizo a Job: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la Tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿Quién extendía sobre ella cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus basas? ¿O quién puso su piedra angular?…” (Job 38: 4-12).

Proverbios que es otro de los libros poéticos que contiene la Biblia personifica la sabiduría de Dios en lenguaje poético entendedor: “El Señor me poseía al principio de su camino: Antes de sus obras, desde entonces fui ungida, desde el principio, antes de que existiese la Tierra, cuando todavía no había abismo, fui alumbrada…cuando todavía Él no había hecho la Tierra ni los campos, ni el principio del polvo del mundo. Yo era allí cuando Él formó los cielos…Entonces yo era a su lado ordenándolo todo, y era cada día sus delicias, deleitándome siempre en su presencia, gozándome en el mundo habitado de su Tierra, y mis delicias estaban con los hijos de Adán” (Proverbios 8: 22-31).

Sin abandonar su carácter poético Proverbios presenta a la Sabiduría que es Cristo que es “digno de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4:11): “En las alturas junto al camino, en las encrucijadas de las veredas se para, en el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad, a la entrada de las puertas da voces: Oh hombres a vosotros clamo…Oíd, porque hablaré cosas excelentes, y abriré mis labios para cosas rectas. Porque mi boca hablará verdad…Todas ellas son rectas al que entiende, y razonables a los que han hallado sabiduría…”(Proverbios 8: 1-17).

La sabiduría es anunciada a todos los hombres desde plazas y calles de las ciudades, En las encrucijadas de los caminos: “El que tiene oídos para oír, oiga”, dice Jesús.

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Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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