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Lo primero que deberíamos hacer es pensar en tu pasado y hacer un pequeño escaneo

La culpa y el perdón

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En muchas ocasiones de tu vida habrás sentido remordimiento por algo que te sucedió, tu cabeza habrá comenzado a producir ideas, una tras otra juzgando tu actitud o incluso tu aptitud con respecto a esa situación, llegas a pensar, lleno de ese pensamiento totalitarista, que tu eres el único responsable de lo que sucede en el universo. Así comienzan a rondar por tu cuerpo múltiples sensaciones que te impiden descansar bien, centrarte en tu vida actual e incluso esa culpa activa otras emociones como el mismo miedo. Comenzando a pensar y sentir la inseguridad propia del miedo con respecto a lo que nos sucederá mañana o la próxima vez que veamos a esa persona importante con la que sin duda me siento culpable. No te creas un ser extraordinario, sin más decirte que es una respuesta usual en todos y cada una/uno de nosotros y nosotras. Existen muchas personas que son inhundadas por la emoción de la culpa y presentan esa sensación en muchas facetas de su vida, donde la culpa y por consiguiente el miedo comienzan a adueñarse de sus vidas.

Como te habrás dado cuenta la culpa es una emoción con un carácter social muy marcado, es decir, aparece cuando creemos, o en realidad lo hemos hecho, transgredido una norma tanto legal como familiar, cultural o social. Esa norma no tiene por que estar escrita, existen en nuestro día a día miles de normas que llamamos implícitas, es decir que nadie ha escrito pero que entre todos o de manera cultural o en nuestra familia se cumplen, que regulan nuestro día a día.

Cuando eso sucede nos sentimos mal, lo que hace que comenzamos a sentir que le hemos fallado a los demás e incluso a nosotros mismos. Comienzan entonces ese sinfín de pensamientos que irán dirigidos contra nosotros y que expresan enfado, ya que sentimos que hemos hecho mal, lo que nos hace que se genere en nosotros una gran contradicción interna entre lo que hicimos, cómo actuamos y lo que verdaderamente tendríamos que haber hecho.

Todo ello activa un fuerte diálogo interno que en ocasiones, si no logramos gestionar adecuadamente puede llevarnos a que nos autocensuremos e incluso nos autocastiguemos privándonos de algo en nuestra vida. Por así decirlo comienza a surgir esa creencia de que no podemos permitirnos disfrutar de algunas cosas o situaciones que nos suceden, ya que tu mente te recordará constantemente de que no te lo mereces.

Sin duda alguna, en este momento de la lectura estarás pensando que todo lo comentado hasta el momento está muy bien pero que si no puedo con ello de qué te vale tanta información.

Bueno amigo y amiga lectora y lector, a partir de aquí intentaremos generar algunas pautas que te hará gestionar la culpa, lo que no implica que no la sientas, sino que no te inunde.

Lo primero que deberíamos hacer, si realmente sientes que la culpa es una de las emociones que no gestiona todo lo adecuadamente posible, es pensar en tu pasado y hacer un pequeño escaneo de esas culpas del pasado que arrastras y que no te dejan avanzar ya que en algún momento de tu día aparecen, recordándote que no actuaste como tú creías que debías de actuar.

Una vez que has hecho ese listado de culpas sería importante que te plantearas poder pedir perdón a algunas de esas personas. Las investigaciones sobre la felicidad realizadas por el equipo de Sonja Lyubormirsky constatan que el perdón es una de las fuentes de felicidad si se práctica de manera efectiva. Encontrando que las personas que practican el perdón mejoran su salud mental y sus relaciones, se reconcilian con el pasado y el presente, liberando así multiples lastres que condicionan su felicidad.

Normalmente, cuando hablamos de perdón, le otorgamos una visión liberadora del sufrimiento que actúa sobre quien lo recibe, sin plantearnos que los beneficios del perdón inciden directamente sobre quien lo pone como elemento potenciador en sus vidas, es decir, sobre el que pide el perdón, otorgándole una misión de construcción personal.

En definitiva, el perdón es un elemento diferenciador que potencia en nosotros la gestión adecuada de emociones como el miedo y la culpa, posibilitando en nuestras vidas el crecimiento personal, permitiéndonos ampliar nuestra visión de la realidad, lo que potencia en nosotros la vivencia de los demás, pero al mismo tiempo implica una cambio en nuestro mundo emocional, lo que potenciará la aparición de las emociones positivas, como la alegría, la esperanza, etcétera, provocando cambios fundamentalmente en nuestra actividad cognitiva, que potenciarán cambios en toda nuestra realidad.

Para ello podemos prácticar el ejercicio de la carta del perdón, lo primero que debes hacer es pensar en esa persona a la que quieres pedirle perdón, comienza a escribir una carta expresando tus inquietudes y tus emociones, una vez acabes ve donde esta persona y leesela, descubrirás que tu sensación de culpa se irá diluyendo.

Además importante que expreses perdón y agradecimiento verbalmente, pero que lo unas a tus emociones para que no se convierta en una respuesta cotidiana y sin sentido. Con el tiempo verás que tus culpas irán desapareciendo y te sentirás que cada vez gestionas de manera más positiva la culpa.

La culpa y el perdón

Lo primero que deberíamos hacer es pensar en tu pasado y hacer un pequeño escaneo
José J. Rivero
lunes, 6 de junio de 2016, 08:21 h (CET)
En muchas ocasiones de tu vida habrás sentido remordimiento por algo que te sucedió, tu cabeza habrá comenzado a producir ideas, una tras otra juzgando tu actitud o incluso tu aptitud con respecto a esa situación, llegas a pensar, lleno de ese pensamiento totalitarista, que tu eres el único responsable de lo que sucede en el universo. Así comienzan a rondar por tu cuerpo múltiples sensaciones que te impiden descansar bien, centrarte en tu vida actual e incluso esa culpa activa otras emociones como el mismo miedo. Comenzando a pensar y sentir la inseguridad propia del miedo con respecto a lo que nos sucederá mañana o la próxima vez que veamos a esa persona importante con la que sin duda me siento culpable. No te creas un ser extraordinario, sin más decirte que es una respuesta usual en todos y cada una/uno de nosotros y nosotras. Existen muchas personas que son inhundadas por la emoción de la culpa y presentan esa sensación en muchas facetas de su vida, donde la culpa y por consiguiente el miedo comienzan a adueñarse de sus vidas.

Como te habrás dado cuenta la culpa es una emoción con un carácter social muy marcado, es decir, aparece cuando creemos, o en realidad lo hemos hecho, transgredido una norma tanto legal como familiar, cultural o social. Esa norma no tiene por que estar escrita, existen en nuestro día a día miles de normas que llamamos implícitas, es decir que nadie ha escrito pero que entre todos o de manera cultural o en nuestra familia se cumplen, que regulan nuestro día a día.

Cuando eso sucede nos sentimos mal, lo que hace que comenzamos a sentir que le hemos fallado a los demás e incluso a nosotros mismos. Comienzan entonces ese sinfín de pensamientos que irán dirigidos contra nosotros y que expresan enfado, ya que sentimos que hemos hecho mal, lo que nos hace que se genere en nosotros una gran contradicción interna entre lo que hicimos, cómo actuamos y lo que verdaderamente tendríamos que haber hecho.

Todo ello activa un fuerte diálogo interno que en ocasiones, si no logramos gestionar adecuadamente puede llevarnos a que nos autocensuremos e incluso nos autocastiguemos privándonos de algo en nuestra vida. Por así decirlo comienza a surgir esa creencia de que no podemos permitirnos disfrutar de algunas cosas o situaciones que nos suceden, ya que tu mente te recordará constantemente de que no te lo mereces.

Sin duda alguna, en este momento de la lectura estarás pensando que todo lo comentado hasta el momento está muy bien pero que si no puedo con ello de qué te vale tanta información.

Bueno amigo y amiga lectora y lector, a partir de aquí intentaremos generar algunas pautas que te hará gestionar la culpa, lo que no implica que no la sientas, sino que no te inunde.

Lo primero que deberíamos hacer, si realmente sientes que la culpa es una de las emociones que no gestiona todo lo adecuadamente posible, es pensar en tu pasado y hacer un pequeño escaneo de esas culpas del pasado que arrastras y que no te dejan avanzar ya que en algún momento de tu día aparecen, recordándote que no actuaste como tú creías que debías de actuar.

Una vez que has hecho ese listado de culpas sería importante que te plantearas poder pedir perdón a algunas de esas personas. Las investigaciones sobre la felicidad realizadas por el equipo de Sonja Lyubormirsky constatan que el perdón es una de las fuentes de felicidad si se práctica de manera efectiva. Encontrando que las personas que practican el perdón mejoran su salud mental y sus relaciones, se reconcilian con el pasado y el presente, liberando así multiples lastres que condicionan su felicidad.

Normalmente, cuando hablamos de perdón, le otorgamos una visión liberadora del sufrimiento que actúa sobre quien lo recibe, sin plantearnos que los beneficios del perdón inciden directamente sobre quien lo pone como elemento potenciador en sus vidas, es decir, sobre el que pide el perdón, otorgándole una misión de construcción personal.

En definitiva, el perdón es un elemento diferenciador que potencia en nosotros la gestión adecuada de emociones como el miedo y la culpa, posibilitando en nuestras vidas el crecimiento personal, permitiéndonos ampliar nuestra visión de la realidad, lo que potencia en nosotros la vivencia de los demás, pero al mismo tiempo implica una cambio en nuestro mundo emocional, lo que potenciará la aparición de las emociones positivas, como la alegría, la esperanza, etcétera, provocando cambios fundamentalmente en nuestra actividad cognitiva, que potenciarán cambios en toda nuestra realidad.

Para ello podemos prácticar el ejercicio de la carta del perdón, lo primero que debes hacer es pensar en esa persona a la que quieres pedirle perdón, comienza a escribir una carta expresando tus inquietudes y tus emociones, una vez acabes ve donde esta persona y leesela, descubrirás que tu sensación de culpa se irá diluyendo.

Además importante que expreses perdón y agradecimiento verbalmente, pero que lo unas a tus emociones para que no se convierta en una respuesta cotidiana y sin sentido. Con el tiempo verás que tus culpas irán desapareciendo y te sentirás que cada vez gestionas de manera más positiva la culpa.

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