Esta información nos llegó desde el Japón. El pasado sábado, un tierno infante de siete añitos, después de agotar la paciencia de sus sufridos padres, fue abandonado en un bosque de una isla situada al norte del Japón. El bosque de marras se caracteriza por albergar en su seno osos salvajes entre otras monerías.
La determinación familiar se debió a la imposibilidad de controlar las habilidades como lanzador de piedras a vehículos, paseantes y familiares en concreto. Pensaron que si le dejaban solo durante cinco minutos se asustaría y volvería a ser un niño dócil, dúctil y maleable.
El tema se les fue de las manos. Cuando, arrepentidos, volvieron a recogerle, el jovencito había desaparecido entre la maleza. Se organizaron varios equipos de búsqueda que se fueron incrementando a medida que pasaron las horas y los días. Cazadores de la zona declararon haber visto rastro de deposiciones de osos salvajes, pero que todos se perdían debido a las fuertes lluvias caídas en la zona desde el pasado martes.
Los desesperados padres no cesaron en su empeño de buscar al niño y, finalmente, los doscientos voluntarios más los setenta y cinco miembros de las fuerzas armadas que rastreaban la zona, encontraron al niño sano y salvo. Lo descubrió el personal militar destacado en las inmediaciones de una cabaña construida como refugio para los cazadores de la zona. No había podido comer nada pero si había podido beber agua. "No presentaba ninguna lesión externa visible y él mismo se presentó como Yamato Tanooka”. El doctor que le examinó dictaminó que se encontraba en muy buenas condiciones pese al tiempo en que estuvo solo y perdido.
Ciertamente, a medida que pasaban los días, la noticia fue perdiendo relevancia a escala periodística, pero la buena noticia que nos llega hoy, es la aparición del niño en primer lugar, y milagrosamente, que también que los osos se encuentran bien, cosa que dudábamos dadas las “características” especiales del niñito en cuestión.
Los padres de Yamato y los ecologistas de la zona están hoy de celebración. Los osos del lugar han vuelto a aparecer una vez pasado el peligro.
¡Vaya tela de niño!