O se encauzaba en un alto porcentaje el cruce de semifinales o se mantenían vivas todas las opciones. El segundo encuentro nunca es un encuentro más. Quizá sea el más importante de una serie. Así se interpretó en el Real Madrid y en el Valencia. Expusieron todos sus recursos, todas sus argucias, todo su talento, toda su inspiración y esa sonrisa del triunfo sólo se quedó en el rostro de los jugadores del Real Madrid. El vigente campeón de Liga Endesa queda a un solo triunfo más de apuntarse al asalto final al título. El Valencia, pese a oponer una notable resistencia, acabó cediendo ante el inalcanzable talento del Real Madrid. O más bien de Llull.
En este tipo de cruces, cuando ya no hay margen de retorno, el contar con jugadores de otra galaxia es un alivio para todo entrenador. Éste sabe que, llegado el momento, sus estrellas acabaran decantando el encuentro en su beneficio. El Real Madrid cuenta con varios. Llull es uno de ellos. El base no estaba, precisamente, escribiendo una buena actuación. Pero cuando el encuentro se empina, siempre aparece Llull. Y siempre suele aparecer acompañado de su talento natural para conseguir canastas imposibles, contragolpes a velocidad del rayo o pases mágicos a sus compañeros. Y qué decir de su estado de ánimo de dejarse el alma en todo momento. Es contagioso. Así les sucedió a Reyes y Carroll.
Al descanso, sólo sumaba 4 puntos y ninguna acción destacable. Ni siquiera aparece entre los cinco titulares. Pero cuando se necesitan sus servicios, nunca se ausenta. Llull sentenció al Valencia. Lo hizo a base de puntos: cerró su noche con 19 puntos. Lo hizo corriendo, defendiendo y asistiendo. Contagió a sus compañeros y al público. Y dejó al Real Madrid a un solo triunfo de presentarse en otra final de Liga Endesa. Fue otra noche de Llull. Bueno y de sus acompañantes. Reyes, por ejemplo. Sigiloso hasta el último cuarto. Entonces, defendió y se hizo fuerte en la zona. De sus paupérrimos 5 puntos acabó con 13. Y lo que es más importante. Ayudó a frenar a Dubljevic. El virus del gen ganador de Llull también se entendió a Carroll. Éste se hizo fuerte en la anotación.
Hasta entonces, el Real Madrid se movió, durante el cuarto de arranque, al son que marcó el mexicano Ayón. Está en estado de gracia. Empezó con 8 puntos y siendo, nuevamente, una pesadilla para un timorato Valencia. Sólo anotaron 10 puntos y encajaron 19. Parecía acabarse antes de tiempo el segundo asalto. No fue así. El Valencia reaccionó desde el perímetro anotando 6 de 12 triples (sólo 2 el Real Madrid). Fueron sus mejores momentos. Instantes donde recuperaron la confianza y se dieron cuenta que podría recuperar el factor cancha. No obstante, tampoco tuvieron ventajas holgadas. Mantuvieron el pulso hasta ese cuarto de desenlace. Etonces, nada pudieron hacer ante Llull. Porque Llull es de oro.