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Entrevista al escritor Antonio Pérez Henare

"Me interesa mucho la gente común, la que tiene arrestos"

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Antonio Pérez Henares nació en Bujalaro (Guadalajara) en 1953. Escritor y periodista desde los dieciocho años, es autor de’ La tierra de Alvar Fáñez’ (2014), novela histórica de ambientación medieval en la que cuenta su visión particular sobre la Reconquista y sus figuras emblemáticas. Anteriormente había publicado una trilogía basada en la prehistoria peninsular, compuesta por ‘Nublares’, ‘El hijo de la Garza’ y ‘El último cazador’. Otras obras suyas son ‘La mirada del lobo’, ‘Las bestias’, ‘El río de la Lamia’, ‘La cruzada del perro’ (Premio Tigre Juan), ‘Yo sí corrí delante de los grises’ , ‘Los nuevos señores feudales’, ‘Nobles y plebeyos’ y ‘La conducta sexual de los españoles’, este último en colaboración con Carlos Malo de Molina. También es autor de los libros de viajes ‘Un sombrero para siete viajes’ y ‘El pájaro de la aventura’ y de los de poesía ‘Animales, vegetales y minerales’ y ‘El vuelo de la Garza’.

A mediados del siglo XII, tras la temprana muerte de su padre, el joven Alfonso se convierte en rey con el nombre de Alfonso VIII. Su tío, el rey de León, ve en ello la oportunidad de tener Castilla bajo su control. Pero la poderosa familia de los Lara no quiere que esto suceda, y para evitarlo se lleva al pequeño monarca a la villa fortificada de Atienza, donde también vive un niño de ocho años, Pedro, junto a su abuela Yosune. Alfonso irá creciendo y con el tiempo, acompañado por el monarca aragonés Pedro II y el rey de Navarra, Sancho VII, llevará a las huestes cristianas a derrotar al ejército almohade en un choque crucial para la Reconquista: la batalla de Las Navas de Tolosa.

Con estos hilos argumentales, se fundamenta ‘El Rey Pequeño’, la última novela del escritor Antonio Pérez Henares, publicada por Ediciones B, quien lleva varios meses promocionando el libro, algo que le viene bien porque como él mismo dice «hablar de mi novela me permite romper esa especie de día de la marmota, en la que se ha convertido la precampaña electoral que sufrimos. Con una semana deberíamos tener suficiente».

Como muchos otros escritores, Antonio Pérez Henares procede del periodismo, una profesión de la que se siente orgulloso. «No es que de pronto me haya puesto a escribir novelas y ya está. No, no es así, lo mío viene de largo. Siempre he entendido la palabra como mi manera de expresión y la literatura y el periodismo son dos brazos de un único río. Yo reivindico mi doble condición de escritor por ambas partes. Quizá el problema provenga del hecho de que hemos corrompido la palabra periodista, añadiéndole un matiz peyorativo, porque hoy aparece por la tele cualquier gualdrapa, que en seguida se cree que lo es porque publica un libro que, además, le ha escrito otro. Y la cosa no funciona de esa manera. A mí me enseñó la profesión gente muy importante y les guardo ley».

Las novelas históricas que se publican relacionadas con España, nos revelan aspectos ignorados o, cuanto menos, poco conocidos de nuestros antepasados. Eso mismo ocurre con ‘El Rey Pequeño’. «Cada novela histórica es un descubrimiento, porque tenemos un problema muy serio que consiste en que ignoramos nuestra historia y nos permitimos el desprecio más absoluto del pasado. Tenemos motivos para sentirnos orgullosos de ella y también para no estarlo, pero lo que no podemos es juzgar a nuestros antepasados con la mentalidad del siglo XXI». Precisamente por ese enfoque que le damos a estos textos, al analizarlos con mirada contemporánea, escribir novela histórica presenta serias dificultades. «Como novelista me cuesta introducirme en la época de la que estoy hablando, porque me entusiasmo con la lectura y el análisis de la documentación que pasa por mis manos». Evidentemente, si se quiere trabajar con seriedad una época concreta, hay que localizar la bibliografía adecuada. «He trabajado con la documentación más antigua que existe, como son las crónicas de un historiador musulmán, Al-Salá, que estuvo presente en el sitio de Huete, y la obra de Rodrigo Jiménez de Rada, que con un estilo muy periodístico nos cuenta el día después de la batalla de las Navas de Tolosa. Por supuesto, no puedo olvidar la ayuda indispensable que me prestó el medievalista Plácido Ballesteros».

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Además de la documentación, a Pérez Henares le gusta conocer el territorio donde se desarrolla la acción de lo que narra. «Si no piso el escenario y el paisaje sobre el que voy a escribir, no soy capaz de hacerlo. Necesito visitarlo, verlo y olerlo para construir una novela que sea realmente histórica. Después en ese espacio, junto a personajes auténticos, muevo a mis protagonistas, que en ocasiones resultan más reales que los verdaderos, como me dicen algunos lectores». La novela se centra más que en las capas altas de la sociedad, en los protagonistas del nivel más bajo, el pueblo llano. «Me interesa mucho la historia del común, de aquella gente que tuvo los arrestos suficientes para repoblar territorios de frontera, sabiendo que cada día su existencia estaba expuesta al peligro de todo tipo de ataques. La vida fronteriza era muy dura, porque a media noche la caballería musulmana se presentaba y podías morir o perder la mujer, la familia, el ganado… Claro que los villanos, cuando se presentaba la oportunidad, también hacían lo mismo. Ellos son los verdaderos protagonistas de ‘El Rey Pequeño’, se ganaron su dignidad y sus fueros y, quizás, fueran también mis ancestros».

Precisamente fueron los musulmanes que residían en la Península Ibérica quienes reclamaron la ayuda de los almohades y solicitaron su venida. «Aunque la capital del califato era Córdoba, los almohades llegaron a España y uno de sus objetivos fue recuperar Toledo, que había sido la capital de los visigodos y tenía un enorme valor simbólico. Les llamaron porque pensaron que Alfonso VI se iba a convertir en el rey de toda Hispania, como lo había sido en su tiempo Abderramán que, como jefe de las comunidades, enviaba al papa la terna de obispos para que escogiese a uno». Antonio Pérez Henares practica la ficción y, por tanto, puede permitirse especular, algo que los historiadores, sujetos a la absoluta fidelidad a las pruebas tangibles, no pueden hacer. En este caso sobre el desenlace de la Batalla de las Navas de Tolosa. «Si el resultado de la batalla hubiera sido otro, el asunto habría estado fastidiado. Como poco, si ya desde la batalla de Alarcos, se había mantenido la línea del Tajo a duras penas, quizá hubiera caído Toledo, habrían proseguido hasta tomar Atienza y el Sistema Central y las mesetas hubieran resultado arrasadas. Tal vez el eje Ebro-Duero se hubiera mantenido, porque el avance de los ejércitos era una cosa y otra muy distinta el repoblamiento, pero seguro que la Reconquista no hubiera seguido el mismo rumbo».

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El escritor alcarreño señala el enorme parecido existente entre el islamismo radical de nuestros días y el que predicaban los musulmanes que desfilan por ‘El Rey Pequeño’. «En este sentido, no existe diferencia entre los almohades y los almorávides respecto a Al Qaeda o Dáesh. La doctrina continúa siendo la misma y el problema es que, cuando aparece uno de estos grupos, los primeros aplastados son los propios musulmanes. Las bombas colocadas en mezquitas chiitas y suníes no son sino un intento de imponer la teocracia sobre todo lo demás a través del terror». También se puede observar un cierto paralelismo entre ‘El Rey Pequeño’ y ‘Juego de Tronos’. «La verdad es que sí que existe un cierto parecido. En aquella época había cinco reyes en toda España, que procedían del mismo tronco o que habían emparentado a través de matrimonios, con sus intrigas, traiciones y pasiones. Si a eso le añadimos los reinos de taifas, los cristianos y los almohades se podría rodar un Juego de Tronos muy similar, eso sí, sin dragoncejos».

Concluimos con su estilo literario, que Pérez Henares definió como «muy emocional. Mis pulsiones han estado siempre cerca de la naturaleza y también me ha interesado mucho conocer la Historia. Me gusta saber lo que hay después de un monte, algo típico de nuestra especie, pero como no sé qué es lo que hay allí, miro hacia atrás y escribo sobre ello. Quizá también tenga algo que ver con mi origen, ya que me crié en Durango y ahora, después de treinta y siete años de ausencia, he regresado allí y me sentí muy feliz de recuperar a la gente, a los paisajes y los colores de aquella tierra. Además de castellano alcarreño, tengo un cacho de vasco y me gusta».

"Me interesa mucho la gente común, la que tiene arrestos"

Entrevista al escritor Antonio Pérez Henare
Herme Cerezo
miércoles, 1 de junio de 2016, 09:28 h (CET)



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Antonio Pérez Henares nació en Bujalaro (Guadalajara) en 1953. Escritor y periodista desde los dieciocho años, es autor de’ La tierra de Alvar Fáñez’ (2014), novela histórica de ambientación medieval en la que cuenta su visión particular sobre la Reconquista y sus figuras emblemáticas. Anteriormente había publicado una trilogía basada en la prehistoria peninsular, compuesta por ‘Nublares’, ‘El hijo de la Garza’ y ‘El último cazador’. Otras obras suyas son ‘La mirada del lobo’, ‘Las bestias’, ‘El río de la Lamia’, ‘La cruzada del perro’ (Premio Tigre Juan), ‘Yo sí corrí delante de los grises’ , ‘Los nuevos señores feudales’, ‘Nobles y plebeyos’ y ‘La conducta sexual de los españoles’, este último en colaboración con Carlos Malo de Molina. También es autor de los libros de viajes ‘Un sombrero para siete viajes’ y ‘El pájaro de la aventura’ y de los de poesía ‘Animales, vegetales y minerales’ y ‘El vuelo de la Garza’.

A mediados del siglo XII, tras la temprana muerte de su padre, el joven Alfonso se convierte en rey con el nombre de Alfonso VIII. Su tío, el rey de León, ve en ello la oportunidad de tener Castilla bajo su control. Pero la poderosa familia de los Lara no quiere que esto suceda, y para evitarlo se lleva al pequeño monarca a la villa fortificada de Atienza, donde también vive un niño de ocho años, Pedro, junto a su abuela Yosune. Alfonso irá creciendo y con el tiempo, acompañado por el monarca aragonés Pedro II y el rey de Navarra, Sancho VII, llevará a las huestes cristianas a derrotar al ejército almohade en un choque crucial para la Reconquista: la batalla de Las Navas de Tolosa.

Con estos hilos argumentales, se fundamenta ‘El Rey Pequeño’, la última novela del escritor Antonio Pérez Henares, publicada por Ediciones B, quien lleva varios meses promocionando el libro, algo que le viene bien porque como él mismo dice «hablar de mi novela me permite romper esa especie de día de la marmota, en la que se ha convertido la precampaña electoral que sufrimos. Con una semana deberíamos tener suficiente».

Como muchos otros escritores, Antonio Pérez Henares procede del periodismo, una profesión de la que se siente orgulloso. «No es que de pronto me haya puesto a escribir novelas y ya está. No, no es así, lo mío viene de largo. Siempre he entendido la palabra como mi manera de expresión y la literatura y el periodismo son dos brazos de un único río. Yo reivindico mi doble condición de escritor por ambas partes. Quizá el problema provenga del hecho de que hemos corrompido la palabra periodista, añadiéndole un matiz peyorativo, porque hoy aparece por la tele cualquier gualdrapa, que en seguida se cree que lo es porque publica un libro que, además, le ha escrito otro. Y la cosa no funciona de esa manera. A mí me enseñó la profesión gente muy importante y les guardo ley».

Las novelas históricas que se publican relacionadas con España, nos revelan aspectos ignorados o, cuanto menos, poco conocidos de nuestros antepasados. Eso mismo ocurre con ‘El Rey Pequeño’. «Cada novela histórica es un descubrimiento, porque tenemos un problema muy serio que consiste en que ignoramos nuestra historia y nos permitimos el desprecio más absoluto del pasado. Tenemos motivos para sentirnos orgullosos de ella y también para no estarlo, pero lo que no podemos es juzgar a nuestros antepasados con la mentalidad del siglo XXI». Precisamente por ese enfoque que le damos a estos textos, al analizarlos con mirada contemporánea, escribir novela histórica presenta serias dificultades. «Como novelista me cuesta introducirme en la época de la que estoy hablando, porque me entusiasmo con la lectura y el análisis de la documentación que pasa por mis manos». Evidentemente, si se quiere trabajar con seriedad una época concreta, hay que localizar la bibliografía adecuada. «He trabajado con la documentación más antigua que existe, como son las crónicas de un historiador musulmán, Al-Salá, que estuvo presente en el sitio de Huete, y la obra de Rodrigo Jiménez de Rada, que con un estilo muy periodístico nos cuenta el día después de la batalla de las Navas de Tolosa. Por supuesto, no puedo olvidar la ayuda indispensable que me prestó el medievalista Plácido Ballesteros».

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Además de la documentación, a Pérez Henares le gusta conocer el territorio donde se desarrolla la acción de lo que narra. «Si no piso el escenario y el paisaje sobre el que voy a escribir, no soy capaz de hacerlo. Necesito visitarlo, verlo y olerlo para construir una novela que sea realmente histórica. Después en ese espacio, junto a personajes auténticos, muevo a mis protagonistas, que en ocasiones resultan más reales que los verdaderos, como me dicen algunos lectores». La novela se centra más que en las capas altas de la sociedad, en los protagonistas del nivel más bajo, el pueblo llano. «Me interesa mucho la historia del común, de aquella gente que tuvo los arrestos suficientes para repoblar territorios de frontera, sabiendo que cada día su existencia estaba expuesta al peligro de todo tipo de ataques. La vida fronteriza era muy dura, porque a media noche la caballería musulmana se presentaba y podías morir o perder la mujer, la familia, el ganado… Claro que los villanos, cuando se presentaba la oportunidad, también hacían lo mismo. Ellos son los verdaderos protagonistas de ‘El Rey Pequeño’, se ganaron su dignidad y sus fueros y, quizás, fueran también mis ancestros».

Precisamente fueron los musulmanes que residían en la Península Ibérica quienes reclamaron la ayuda de los almohades y solicitaron su venida. «Aunque la capital del califato era Córdoba, los almohades llegaron a España y uno de sus objetivos fue recuperar Toledo, que había sido la capital de los visigodos y tenía un enorme valor simbólico. Les llamaron porque pensaron que Alfonso VI se iba a convertir en el rey de toda Hispania, como lo había sido en su tiempo Abderramán que, como jefe de las comunidades, enviaba al papa la terna de obispos para que escogiese a uno». Antonio Pérez Henares practica la ficción y, por tanto, puede permitirse especular, algo que los historiadores, sujetos a la absoluta fidelidad a las pruebas tangibles, no pueden hacer. En este caso sobre el desenlace de la Batalla de las Navas de Tolosa. «Si el resultado de la batalla hubiera sido otro, el asunto habría estado fastidiado. Como poco, si ya desde la batalla de Alarcos, se había mantenido la línea del Tajo a duras penas, quizá hubiera caído Toledo, habrían proseguido hasta tomar Atienza y el Sistema Central y las mesetas hubieran resultado arrasadas. Tal vez el eje Ebro-Duero se hubiera mantenido, porque el avance de los ejércitos era una cosa y otra muy distinta el repoblamiento, pero seguro que la Reconquista no hubiera seguido el mismo rumbo».

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El escritor alcarreño señala el enorme parecido existente entre el islamismo radical de nuestros días y el que predicaban los musulmanes que desfilan por ‘El Rey Pequeño’. «En este sentido, no existe diferencia entre los almohades y los almorávides respecto a Al Qaeda o Dáesh. La doctrina continúa siendo la misma y el problema es que, cuando aparece uno de estos grupos, los primeros aplastados son los propios musulmanes. Las bombas colocadas en mezquitas chiitas y suníes no son sino un intento de imponer la teocracia sobre todo lo demás a través del terror». También se puede observar un cierto paralelismo entre ‘El Rey Pequeño’ y ‘Juego de Tronos’. «La verdad es que sí que existe un cierto parecido. En aquella época había cinco reyes en toda España, que procedían del mismo tronco o que habían emparentado a través de matrimonios, con sus intrigas, traiciones y pasiones. Si a eso le añadimos los reinos de taifas, los cristianos y los almohades se podría rodar un Juego de Tronos muy similar, eso sí, sin dragoncejos».

Concluimos con su estilo literario, que Pérez Henares definió como «muy emocional. Mis pulsiones han estado siempre cerca de la naturaleza y también me ha interesado mucho conocer la Historia. Me gusta saber lo que hay después de un monte, algo típico de nuestra especie, pero como no sé qué es lo que hay allí, miro hacia atrás y escribo sobre ello. Quizá también tenga algo que ver con mi origen, ya que me crié en Durango y ahora, después de treinta y siete años de ausencia, he regresado allí y me sentí muy feliz de recuperar a la gente, a los paisajes y los colores de aquella tierra. Además de castellano alcarreño, tengo un cacho de vasco y me gusta».

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